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LA VIDA Y LOS TIEMPOS DEL PSIQUICO STEFAN OSSOWIECKI (1874-1944)*
Zofia Weaver **
Para un lector que no esté familiarizado con la turbulenta historia de Polonia, las grandes lagunas en su biografía y los experimentos con Stefan Ossowiecki pueden dar razón suficiente para sospechar sus afirmaciones. Sin embargo, a pesar de tener datos incompletos, la historia de Ossowiecki es como la de miles de otros polacos cuya existencia normal, a veces cómoda, se vio de repente devastada por la agitación política provocada por la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la revolución rusa.
Desde 1796 hasta 1918, Polonia desapareció del mapa de Europa. Su territorio se dividió entre los imperios de Rusia, Prusia y Austria, y los intentos por recuperar su independencia mediante la insurrección fueron rápidamente sofocados y perseguidos con duras represalias. La historia de Polonia, a lo largo del siglo XIX, es la historia de una nación que siempre luchó por preservar su identidad sin estado independiente, con la aniquilación de su élite intelectual y su economía. Si bien la preservación de su identidad en territorio polaco exigió coraje, esfuerzo y sacrificio, parece igualmente meritorio el logro de numerosas familias y comunidades polacas dispersas en tierras de sus ocupantes por mantener vivo ese sentimiento.
La destrucción de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), luego del levantamiento del movimiento de resistencia en Agosto de 1944, significó que una gran cantidad de documentos, nacionales y privados, desde manuscritos de valor histórico hasta fotografías familiares atesoradas, se perdieran irremediablemente. La mayoría de los registros originales relacionados con la vida y estudios con Ossowiecki tuvieron el mismo destino. Sus papeles y archivos personales se quemaron junto con sus edificios; los manuscritos que llevaba consigo cuando los nazis los rodearon con miles de otros civiles probablemente se quemaron con su cuerpo y los de los ejecutados al mismo tiempo. Los archivos de las organizaciones polacas dedicadas a la investigación parapsicológica tampoco sobrevivieron. Por lo tanto, hay muchos aspectos de la historia de Ossowiecki que no se pudieron verificar.
Ossowiecki nació en una familia acomodada de alto prestigio social. Su padre, había sido asistente del químico Mendeleyev y su madre de la nobleza de Polonia. Su madre y su abuela tenían fama de ser un poco psíquicas, y uno de sus hermanos practicaba escritura automática. |
OSSOWIECKI, EL HOMBRE
Stefan Ossowiecki nació en Moscú en 1877 de una familia acomodada de alto prestigio social. Su padre, que en su juventud había sido asistente del famoso químico Mendeleyev, era un exitoso industrial con su planta química en Moscú, que producía pinturas y barnices. Su madre, de la nobleza terrateniente del este de Polonia (ahora Lituania), era una hermosa mujer (sus retratos, pintados por artistas famosos de la época, lo testifican), con grandes poderes de intuición. Stefan tenía dos hermanas mayores y tres hermanos menores, a los cuales les fue bien en su vida.
Según algunos parientes, Stefan era el favorito de su madre cuando era niño, lo que podría haberlo hecho poco interesado en asuntos materiales. También podría explicar su confianza en las personas y su necesidad de llamar la atención (Boruri & Borurí-Jagodzióska, 1990, p. 16). Su madre y su abuela tenían fama de ser un poco psíquicas, tenían premoniciones, y uno de sus hermanos practicaba escritura automática. En su autobiografía, Stefan mostró habilidades telepáticas desde los 14 años, pero no dice cómo se manifestaron. Durante los próximos tres o cuatro años, su telepatía se convirtió en “habilidad mediúmníca”, como la capacidad de mover objetos y escribir en idiomas que desconocía.
Su educación siguió un patrón predecible para un joven nacido en una familia adinerada con influyentes conexiones, siendo preparado para cuidar el negocio familiar. Su fluidez para el francés y el alemán era natural para alguien con su educación. A los 17 años se graduó en el Tercer Cuerpo de Cadetes en Moscú, luego pasó a estudiar en el Instituto de Tecnología de San Petersburgo. En una entrevista concedida muchos años después (Goniec Warszawski [Mensajero de Varsovia] el 25 de abril de 1937, pág. 6) Ossowiecki cuenta cómo, durante un examen, “leyó” las preguntas de química en un sobre sellado, subió a la pizarra y comenzó a escribir las fórmulas químicas. Aprobó los exámenes y se graduó bien y exitosamente.
Fue alrededor de aquella época (1898-99) que tuvo lugar un encuentro con Wróbel –un viejo y sabio judío llamado Wróbel– que había pasado su vida en India estudiando disciplonas esotéricas, descrito en su autobiografía como el encuentro más influyente en su desarrollo como psíquico. Mientras esperaba un tren en la ciudad de Homel, en el sureste de Bielorrusia, que lo llevaría a la fábrica de papel donde iba a emprender su experiencia laboral como estudiante, Ossowiecki le preguntó sobre cosas de su interés.
De acuerdo a Ossowiecki, Wróbel vivía en los suburbios, en una pequeña casa de madera. Para entonces el anciano estaba en cama, estaba vestido con una túnica negra, estilo monje. Tenía una bello rostro con una larga barba gris:
“De repente [Wróbel] vio mi mundo interior y dijo mi nombre y el propósito de mi visita. Se trasladó mentalmente a Moscú y describió toda mi vida en detalle. Fue el primero en explicarme el significado del aura y me dijo que estoy entre los que pueden verla. También hizo hincapié en mis habilidades sobrenaturales y predijo que mi nombre sería conocido en los próximos años. Habló sobre mi futuro y mi pasado, y debo admitir que hasta ahora todo se ha hecho realidad. Era un hombre excepcional” (Ossowiecki, 1933, pp. 93-94).
Ossowiecki fue a ver a Wróbel y aprendió toda vez que lo tenía cerca; también da nombres de otros que visitaban al anciano regularmente, pero no ha sido posible rastrear ninguna información acerca de él.
Tenemos muy poca información sobre su estilo de vida, amigos e intereses durante ese período. Su autobiografía consiste principalmente en relatos de experimentos, y la información personal se limita a comentarios sobre el desarrollo de sus poderes psíquicos. Podemos tener una idea de los círculos sociales en los que su familia se movía gracias a las memorias de Jan Jacyna (Jacyna, 1926), el cuñado de Stefan. Era un militar que trabajaba como profesor para los hijos del Gran Duque Vladimir, hermano del Zar Alejandro III (1845-1894). Él y su esposa también mantenían relaciones amistosas con otros miembros de la familia real. Es lógico suponer que Stefan, que estaba cerca de su hermana, visitaba frecuentemente su casa. Una de las pocas fotografías sobrevivientes de Stefan Ossowiecki lo muestra con el Gran Duque Michael (hermano del zar Nicolás II). El círculo inmediato del zar estaba profundamente involucrado en los asuntos místico-esotéricos dominados por Rasputín, pero no hay evidencia que sugiera participación alguna de Ossowiecki.
El advenimiento de la guerra trajo consigo la participación de los militares en el control de las plantas industriales, en conscuencia los levantamientos revolucionarios que siguieron poco después debieron marcar también el final de la empresa familiar. Ossowiecki participó, al mismo tiempo, activamente en política. Después de la revolución de 1917, fue elegido vicepresidente de la Unión Militar de Polos, y en junio de 1917 se hizo miembro en Jefe del Comité Militar Polaco, en el que su cuñado, Jan Jacyna, era miembro de la Junta Directiva (Bonn y Borufi-Jagodziiíska, 1990, p. 19).
(izq.) Portada de Un Mundo en un Grano de Arena (2005) la biografía del psíquico polaco Stefan Ossowiecki, escrito por Rosemary Barrington, Ian Stevenson y Zofia Weaver; (centro) portada de la propia autobiografía de Ossowiecki El Mundo de mi Espíritu y las Visiones del Pasado (en polaco, 1933), (der.) portada de su primer biografía autorizada Ing. Stefan Ossowiecki: El Clarividente Polaco de Zofia Tuwanowa (en polaco, 1924) con Prólogo de Gustave Geley. |
A fines de 1918, Ossowiecki fue arrestado bajo sospecha de haber trabajado para la Misión Militar Francesa, que tenía oficinas en su casa. Fue acusado de colaborar con los franceses y encarcelado durante seis meses en condiciones terribles como las describió a Gustave Geley (Geley, 1924, p. 32). Lo tenían en una celda oscura e infestada de insectos, y lo alimentaban con pescado salado y un vaso de agua al día. Durante el día le hacían cavar zanjas para enterrar a las víctimas de las ejecuciones. Finalmente, fue condenado a muerte y llevado al lugar de ejecución, pero lo salvaron a último momento gracias a la intervención de un amigo en tiempos de estudiante que se había convertido en funcionario de alto rango en el nuevo régimen. Este relato es corroborado en gran parte por el hijastro de Ossowiecki en una carta al parapsicólogo Alexander Imich, y que fue la madre de Ossowiecki quien suplicó éxitosamente misericordia a un dignatario bolchevique. A Ossowiecki no le gustaba hablar de aquellas experiencias; sin embargo, en una entrevista en 1937 dijo que la experiencia del arresto, el aislamiento y la amenaza de muerte fueron un hito en su desarrollo espiritual y en el de sus poderes psíquicos. En sus propias palabras, “fue solo entonces que aprecié este don, que me dió el Creador, y comprendí que puedo ayudar a otros a usarlo” (Goniec Warszawski [El Correo de Varsovia], 29 de abril de 1937, pág. 6).
Es lógico suponer que Ossowiecki abandonó Rusia tan pronto como pudo. Por lo tanto, puede que la carrera de Ossowiecki como psíquico comenzara realmente después de llegar a Varsovia, probablemente en 1919, escapando de aquella experiencia negativa que intensificó sus poderes. Muchos de sus amigos y familiares ya estaban allí, y se encontró rápidamente en su hogar en Varsovia donde, con tantas personas desarraigadas se establecieron amistades y relaciones políticas y comerciales.
Tenemos varios relatos de Ossowiecki, con una personalidad amigable y extrovertida, rápidamente ganó muchos nuevos amigos, y su fama como psíquico lo hizo aún más popular. Un escritor contemporáneo lo describe como alto, atlético, con cara redonda, amigable, abierta y la expresión de un niño que confiaba en todo el mundo. Le encantaba estar con amigos, las bromas, la buena comida y el buen vino, la compañía y la admiración de las mujeres. “Bastaba con ver esa radiante cara, colocada sobre los hombros de un Atlas, para convencerse que la vida bien vale la pena” (Grzymala-Siedlecici, 1962, p. 286). Hubo un rumor, fuertemente negado por su familia en Polonia y nunca confirmado, que Stefan había estado casado varias veces en Rusia. Definitivamente se sabe que ha estado casado sólo dos. Su primer matrimonio, con la Alietta de la Carrierre, duró desde 1922 hasta 1930. No parece haber sido una unión particularmente feliz: el tiempo que dedicó a los experimentos psíquicos fue al menos la causa de la ruptura. La partida de Alietta, que no sorprendió a quienes los conocían, fue un shock para Ossowiecki, que lo ironizaron diciendo que un clarividente no podía siquiera predecir un evento tan importante en su propia vida (él mismo siempre enfatizó que estaba psíquicamente “ciego” en relación a si mismo y con quines lo rodeaban). Su segundo matrimonio, en 1939, con Zofia Skibiñska fue un éxito; ella lo entendió y compartió su don. Sin embargo, según relatos confiables, no estaba privado de amistades femeninas. Esto no es sorprendente; tenía un gran encanto personal, y se decía que era particularmente susceptible a las damas en desgracia. Estas damiselas, por otro lado, lo seguían para pedirle ayuda y consejo, y lo daba generosamente en un polaco con un fuerte acento ruso seductor.
Según la viuda de Ossowiecki (entrevista con Jerzy Jacyna, 42/70), Grzymala-Siedlecki dio a conocer el relato más preciso de Stefan. En su libro sobre las personas inusuales que conocía, describe a Ossowiecki en un capítulo titulado Traveler from the Fourth Dimension [El Viajero de la Cuarta Dimensión] en los siguientes términos:
“El rasgo más fundamental de su personalidad era su optimismo, que atraía consigo una confianza increíble en las personas. Él, quien de todas las personas podría saber más sobre la criminalidad humana y el mal oculto, seguía dando crédito moral a sus semejantes. Nunca conocí a nadie que se sorprenda tanto cuando se revelaba el mal comportamiento o el lado feo de alguien. Una esperanza asombrosa en la condición humana y la necesidad de empatizar con las personas” (Grzymala-Siedlecki, 1962, p. 284).
Esta creencia en la gente también significaba que nunca tenía dinero; simplemente nunca se le ocurrió que podía negarle algo a alguien. Su confianza, así como su placer por la vida, lo convirtieron en un hombre de negocios peor de lo que le hubiera gustado ser. Su primer trabajo, como director de ventas para una empresa manufacturera, duró seis años (1919-1925). Luego trabajó como director administrativo en otra empresa (1925-27). A continuación, dirigió una cooperativa de empleo en beneficio de los oficiales de reserva (1930-1934). En los años 30 estuvo involucrado en numerosas actividades comerciales, se convirtió en miembro fundador y vicepresidente de un Banco de Comercio Exterior, comenzó una asociación para el comercio de carbón y materiales de construcción y fue miembro de las juntas directivas de varias empresas de fabricación y construcción.
El historiador Jerzy Jacyna describe a Ossowiecki en los siguientes términos: “El rasgo más fundamental de su personalidad era su optimismo, que atraía consigo una confianza increíble en las personas. Él, quien de todas las personas podría saber más sobre la criminalidad humana y el mal oculto, seguía dando crédito moral a sus semejantes. Nunca conocí a nadie que se sorprenda tanto cuando se revelaba el mal comportamiento o el lado feo de alguien. Una esperanza asombrosa en la condición humana y la necesidad de empatizar con las personas”. |
También participó activamente en varias organizaciones caritativas, incluida la Cruz Roja Polaca (Boruri y Boruri-Jagodziriska, 1990, p. 20). Fue tal vez el entusiasmo con el que se lanzó a tantos proyectos lo que le dificultó hacer malabarismos y alcanzar el éxito en cada uno. De hecho, las distracciones de Ossowiecki eran legendaria: siempre olvidaba las citas, hacía arreglos para conocer a diferentes personas en diferentes lugares al mismo tiempo, perdía cosas, se olvidaba los nombres y los rostros. Un verdadero despistado! Jerzy Jacyna fue testigo de una serie de situaciones en las que Stefan se presentaba a personas que ya había conocido en varias ocasiones. Habiendo conocido a la joven Jacyna durante dos años, un día Stefan se presentó y le pidió a su hermana que le contara algo sobre “nuestra joven invitada” (Jacyna, 1970-71, 46/70). El mismo Ossowiecki atribuyó a algunos de esos lapsus al efecto de los experimentos, los cuales lo dejaban desorientado por algun tiempo, haciéndole perder el sentido del tiempo y afectando su memoria.
Varias fuentes confiables están de acuerdo en que la posición financiera de Ossowiecki era pobre por los rumores que circulaban sobre él. Según su hijastro, Marian Swida, pudo haber estado bien en la década del 1920, pero más tarde, en la década del 30, apenas llegaba a fin de mes. La opinión de Swida era que su padrastro era demasiado amable y confiado, prestaba dinero o se involucraba en negocios dudosos. Esta opinión fue compartida por un número de testigos entrevistados por Boruri, quienes estaban de acuerdo en que, si bien Stefan era activo y estaba bien predispuesto, su visión para los negocios no era buena, y sus amigos y familiares a veces tenían que acudir al rescate asesorándolo y dándole ayuda financiera (Boruri & Boruri Jagodziriska, 1990, p. 20).
De hecho, la misma cantidad de puestos de alto rango que tuvo durante periodos cortos (era fundador dos en compañías que no duraron mucho) indicaban la falta de fiabilidad de estas empresas. Sin embargo, tal vez no sea muy sorprendente que, tanto por su carácter como por sus antecedentes: había comenzado con una alta posición en un entorno seguro de la empresa familiar, pero no lo preparó para ser el tipo de empresario que puede construir un negocio de la nada. Agreguemos a esto sus altas expectativas, otros intereses, su naturaleza sociable y es la receta para garantizar que sus planes ambisiosos nunca se materialicen. Parece que su “personalidad para los negocios” era tan real y necesaria como otros intereses, pero que disfrutaba dándose como una mezcla de “Monsieur l'Ingénieur” y místico raro.
Aunque era un hombre realmente muy ocupado, tampoco aceptaba un pago por sus “servicios clarividentes” ni intentaba usarlos para obtener ganancias financieras. Cuando estuvo en Varsovia, muchas personas se negaban a jugar al bridge con él por si acaso que pudiera “leer” sus cartas. Según varios testigos, era mal jugador y por lo general perdía. Su explicación era que hacía esfuerzos para no usar su don en en el juego, pero lo que es seguro es que a medida que su fama crecía, tuvo muchas oportunidades de tener recompensas financieras por su posición. Sin embargo, nunca lo hizo.
Sería fácil sugerir que la ganancia pecuniaria descartaba la motivación para hacer trampa. En los experimentos con Ossowiecki, más allá de la calidad del diseño, no aparece evidencia alguna de intentos de hacer trampa. Hay mucha evidencia que demuestra que creía sincera y genuinamente en la eficacia de su don y lo usaba en situaciones en las que era imposible hacer trampa en virtud de la tarea, por ejemplo, rastrear a personas desaparecidas durante la guerra. Pero, aparte de la evidencia objetiva, solo nos puede ayudar a comprender su verdadera motivación comprender mejor cómo consideraba sus habilidades.
Lo más importante en las creencias filosóficas de Ossowiecki es que le fue confiado un don especial, no solo para ayudar a las personas a nivel práctico, sino también para mostrarles el camino que conduce a un nivel superior de consciencia para el desarrollo espiritual de la humanidad. Hacer ganancias materiales de ello hubiera sido un sacrilegio; habría sido ofensivo para sus convicciones morales, al igual que habría sido degradante para un caballero tomar dinero por su clarividencia, como un adivino común.
Ossowiecki ayudó a un gran número de polacos durante la ocupación nazi. Los familiares venían de todo el país, esperando que él pudiera “rastrear” a sus seres queridos desaparecidos; esperando horas fuera de su apartamento. Nunca rechazó a nadie, aunque él mismo admitió que a veces mentía cuando sus visiones eran demasiado horribles. |
Ossowiecki era bastante orgulloso de sus poderes, disfrutaba de la fama (no es exagerado decir que fue una de las personas más famosas de Polonia durante los años entre-guerras), pero al mismo tiempo se sentía humillado por ésto. En varias ocasiones, cuando se le preguntaba, Ossowiecki daba explicaciones de avanzada de cómo creía que funcionaba este don, enfatizando la importancia de seguir estudiando disciplinas esotéricas. Sin embargo, nunca afirmó que entendía ese don realmente y estaba muy ansioso por que lo investiguen. Quedó muy impresionado por la nueva ciencia de la “metapsíquica” y, siempre que pudo, cooperó con entusiasmo con los experimentadores de la época. A pesar de todas las presiones, no es sorprendente que a veces no pudiera hacerlo, por lo que los “experimentos” se realizaban sin pensarlo o se posponían para otra sesión, o quedaban incompletos. Por lo tanto, hay una serie de imaginarios aparentemente contradictorios con Ossowiecki para conciliar: el hombre de negocios duro, el sociable bon vivant, y el ermitaño con conocimientos esotéricos. Algunos de estas imaginarios, sin duda, los disfrutaba y le ayudaba a construir, aunque no necesariamente de manera consciente. Lo que está bien probado, son sus cualidades de bondad, franqueza y confianza. Y, por supuesto, sus experimentos.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939, Ossowiecki y su esposa se quedaron en Varsovia, aunque pudieron ir a Italia, pero se dice que Ossowiecki se negó a ir porque era necesario quedarse para ayudar en Varsovia. El hijastro de Ossowiecki anticipa una razón más prosaica que escuchó de su madre: que nadie esperaba que la guerra durara tanto y que fuera tan espantosa como resultó, y la idea de comenzar una nueva vida entre extraños debe haber sido desalentadora.
Cualesquiera sean sus razones para quedarse, Ossowiecki ayudó a un gran número de polacos durante la ocupación nazi. Los familiares venían ansiosos de todo el país, esperando que él pudiera “rastrear” a sus seres queridos desaparecidos; esperando a veces horas fuera de su apartamento. Nunca rechazó a nadie, aunque él mismo admitió que cuando sus visiones eran demasiado horribles a veces mentía. Aparte de acuerdos comerciales, la principal fuente de ingresos durante los años que duró la guerra era el envasado de café de la fábrica de la familia de su esposa.
Durante la ocupación nazi, también llevó a cabo muchos experimentos arqueológicos con varios profesores de la Universidad de Varsovia. Los datos aun están incompletos, pero se han publicado tanto en polaco como en inglés. Los experimentos arqueológicos de Ossowiecki se hicieron antes y durante la guerra. La cuestión de su utilidad se discute en la revista polaca de investigación psíquica Zagad nienia Metapsychiczne [Problemas Metapsíquicos], en un nivel bastante elemental. La serie de experimentos realizados con el profesor Poniatowski y otros arqueólogos, desde 1935 a 1944, parecen haber estado destinados a contribuir a la investigación arqueológica.
Finalmente, hay varias versiones de la muerte de Stefan Ossowiecki, que probablemente no tuvieron testigos sobrevivientes aparte de sus anónimos asesinos. Lo más probable es que fuera asesinado, junto a miles de otros civiles, a inicios de de agosto de 1944, poco después del inicio del levantamiento de Varsovia. La Gestapo juntó a todos los civiles que se escondían de los combates en el área cercana a su apartamento, sacaron a los que aún quedaban en sus casas y separaron a hombres de mujeres. La esposa de Stefan se separó de él cuando salieron de su escondite en la vicaría local junto a otros civiles, y se la llevaron con las otras mujeres. Sin embargo, una amiga que vivía en la misma zona y que había sido arrastrada fuera de su casa, afirma haber visto a Ossowiecki en las columnas de los presos custodiados en la calle. Las mujeres permanecían esperando por horas, mientras llevaban a los hombres a cuatro patas a un área detrás de algunos edificios incendiados. Posiblemente alli lo fusilaron. Aunque no hubo testigos presenciales de la masacre, pudieron escuchar las ametralladoras, los gritos de los heridos y los disparos que los remataban. Luego quemaron los cuerpos, junto con una gran cantidad de papeles, y cenizas “que caían tan gruesas como la nieve” (Boruti y Borufi-Jagodziáska, 1990, pp. 42-3). No hay datos exactos de cuántos miles fueron asesinados en aquel lugar, pero no hay duda que esta masacre ocurrió, como muchas otras.
Es muy probable que Ossowiecki estuviera entre los que perecieron allí. Otros relatos no confirmados dicen que fue torturado en la sede de la Gestapo (que estaba cerca) y luego ejecutado; sin embargo, otros creen que estuvo en campos de concentración. Lo cierto es que nunca más se lo volvió a ver después de agosto de 1944.
IDEAS Y CREENCIAS FILOSÓFICAS DE OSSOWIECKI
La filosofía personal de Ossowiecki no sirve para tratar explicar su don, aunque lo consideraba crucial. Sin embargo, es muy importante para comprender su carácter y la visión de su condición de psíquico genuino. En su autobiografía, Ossowiecki reconoce su deuda con Wróbel, pero también menciona a Józef Jankowski como uno de sus maestros. Ossowiecki perteneció al movimiento dirigido por Jankowski –el poeta, periodista y traductor polaco apasionado por las ideas de Hoene-Wroriski, un filósofo polaco del siglo XIX que vivía en Francia, cuyo trabajo era crear una filosofía para resolvía todos los problemas de la humanidad. No definía lo Absoluto, sino que el núcleo de su sistema era la Ley de la Creación, que implicaba un movimiento constante entre lo Absoluto y lo concreto en tanto que la humanidad se esfuerza por alcanzar la armonía y la libertad. El ideal de Hoene era que Rusia lideraría la salvación de la humanidad a las naciones en, pero los movimientos ideológicos e independentistas polacos lo rechazaron y vieron a Polonia como el “Mesías de las naciones”. El movimiento liderado por Jankowski contenía rosacruces, teosóficos y mesiánicos (Roszkowski, 1983). Las principales influencias de las creencias de Ossowiecki eran que la humanidad que evoluciona hacia la perfección (a pesar de los muchos contratiempos y ciclos de regresión) será auxiliada por la unión entre la ciencia, la religión y la metafísica.
En la filosofía de Ossowiecki, la evolución de la humanidad progresa de Oriente a Occidente, y si bien el cristianismo es el pináculo de todas las religiones, Occidente será la cuna donde las fuerzas espirituales más elevadas nacerán del anhelo humano por alcanzar a Dios. El concepto de “Alma Única” se refiere a cuando Ossowiecki trata de explicar su don, como parte de todo lo que existe en el universo, ilimitado por el tiempo y el espacio. El “éter” es, en cierto sentido, su cuerpo, con una variedad de ondas que viajan a través de él.
El hombre primitivo, conectado al mundo de las plantas y los animales, evoluciona hasta el punto en que él, su conciencia, es capaz de “capturar” el elemento divino. Sin embargo, la etapa actual no es algo terminado, su estado final. Somos criaturas que todavía habitamos cuerpos físicos sujetos a la destrucción; sólo cuando la humanidad haya alcanzado su forma “angelada” (espiritualmente hablando), se podrá reincorporar el Alma Única. El “yo”, con sus percepción subjetiva (conquistado a través de la clarividencia), desaparecerá para siempre. Así todas las personas quedarán hermanadas, luchando por la evolución de su alma hacia lo divino.
Ossowiecki distingue tres fases en la espiritualidad de la psique humana: el subconsciente, el consciente y el superconsciente. El subconsciente absorbe todo lo que el Alma Única necesita, sin estar consciente de ello. A medida que el suelo recibe la semilla y la hace crecer, el subconsciente se convertirá en la conciencia, generando destellos de sabiduría. El subconsciente y el superconsciente interactuan constantemente. La conciencia es la autoconciencia, es el “timonel” navegando en un océano cósmico. El superconsciente está vinculado a la conciencia del Alma Única; fuente de toda sabiduría proveniente de Dios.
Ossowiecki estaba profundamente influenciado por el concepto de grandes maestros o líderes, enviados por la Providencia para guiar a la humanidad. Estas personas pueden cruzar el límite que nos separa del superconsciente. Dispersos por todo el mundo, actúan como antenas, conectando a la gente común con el superconsciente. Su propio don de la clarividencia consciente lo hace aspirar a ser uno de esos líderes, pero ve el mismo principio operando en personas de genio en momentos de inspiración: grandes artistas, científicos, inventores. Sin embargo, el verdadero conocimiento esotérico no está siendo estudiado suficientemente y se necesita una gran síntesis. Es un tema que requiere gran disciplina mental y esfuerzo constante, y Ossowiecki deplora la degradación de los poderes psíquicos por parte de quienes los usan sin la debida preparación (Ossowiecki, 1933, pp. 71-73).
Durante el Levantamiento de Varsovia, el 5 de agosto de 1944, la Gestapo ocupó el edificio de la antigua Inspectoría polaca de las Fuerzas Armadas en la Avenida Ujazdów. Probablemente fue asesinado, en efecto, su cuerpo nunca fue encontrado, como reza un cenotafio en el cementerio Powazki de Varsovia. |
En su esquema general, las ideas de Ossowiecki comparten algunos puntos en común con las teorías de hoy día, utilizando expresiones más modernas como “conciencia cósmica” o “propiedades emergentes”. Sin embargo, cuando se examina la “evidencia” para respaldar estas ideas, se encuentra una mezcla algo embarazosa de historias seleccionadas con varias creencias populares, como una versión confusa de la maldición de Tutankamón que ejemplifica el poder de los talismanes, o datos inexactos de inventos debido a destellos de inspiración del superconsciente de forma totalmente descuidada. Pero Ossowiecki prefiere admitir que no tiene pretensiones de conocimiento filosófico, mientras que su confianza en que tenía el control de sus hazañas clarividentes bien pudo haber sido una condición valorable de su capacidad. La Introducción a su autobiografía, donde presenta sus ideas, podría considerarse como evidencia de naturaleza confiada, y su entusiasmo infantil, en la aceptación evidente de las maravillas del mundo.
EL PROCESO PSÍQUICO
Las creencias filosóficas de Ossowiecki influyeron en su interpretación de los procesos involucrados en sus prácticas psicométricas, dándoles una dimensión espiritual y volitiva. Sus narraciones sobre lo que realmente experimentaba mientras “cruzaba los límites de la conciencia” son pocos y están algo dispersos, pero proporcionan encierto punto una idea de por qué sentía que estas experiencias lo llevaban a una dimensión diferente.
En una entrevista en un periódico en 1937, Ossowiecki explicó la “iniciación” que experimentó al estudiar con Wróbel secretos esotéricos. Su maestro preferido le enseñó sobretodo a concentrar el pensamiento y fuerza de voluntad. Como joven animado, a Stefan le resultó muy difícil concentrar toda su atención en un punto, un objeto. Al principio no veia nada, luego vió círculos de colores girando, como lo que se ve cuando uno cierra fuerte los ojos. Eso lo mareaba, pero su Maestro pensó que era una señal prometedora. Un día le dijo a Ossowiecki que visualizara su rostro, el de Wróbel, sin mirarlo. Resultaba ser muy difícil: visualizar un rostro familiar en detalle y darle vida. Continuó intentando hacer esto con otros rostros, luego con personas enteras, y llegó a sentir que durante esas visualizaciones parecía perder su propia personalidad. Era como si él –su propio yo– dejara de existir. Entonces comprendió como cruzar la frontera de la conciencia humana normal. Sus visiones eran “superconscientes”, controladas por el ejercicio de su voluntad en oposición a las imágenes incontroladas del subconsciente.
A la pregunta sobre el rol de los objetos que necesitaba tener en los experimentos psicométricos, la respuesta de Ossowiecki era que éstos eran los “cables” que lo guiaban con determinada entidad, viva o no. Durante las “visiones” en sí, que no tenían ningún sentido, no era necesario estar cerca de la persona que estaba “viendo”. No tenía ningún sentido del “yo”. Veia una película vívidamente, con todos los detalles, internos y externos, siendo consciente de que lo que le estaba pasando a la gente, en sus mentes y almas. Es por eso que las visiones trágicas eran tan traumáticas para él; como si estuviera viendo todo desde arriba, a vista de pájaro, desde algún lugar en el espacio, aunque no podía precisar su posición, porque finalmente, le resultaba imposible encontrar las palabras adecuadas para describir esa experiencia (Goniec Warszawski, 26 Abril de 1937, p. 4). En su autobiografía, publicada cuatro años antes, Ossowiecki intentó describir este proceso de visualización creativa en los siguientes términos:
Por encima de todo, trato de recrear el objeto en mi imaginación, y una vez que lo tengo frente a mí como lo es en realidad, desensibiliza mi conciencia, me autosugestiono. Trato de mantener ese objeto ante mis ojos todo el tiempo, y una vez que veo el objeto, o el paisaje, o el hombre que me interesa, la forma del objeto que sostengo ante mis ojos comienza a desaparecer, y luego siento una gran satisfacción, moviéndose cada vez más en el cosmos del universo.
Ante mis ojos surgen grandes horizontes y visiones: basta con recoger el objeto, instantáneamente me transporto a esos lugares en los que me estoy concentrando y que acabo de tocar. En momentos como éste pierdo el sentido del tiempo y el espacio, mi temperatura aumenta, mi corazón late más rápido y cuando miro tengo la impresión de que ya estoy allí, en ese lugar. Cuanto más esfuerzo hago para ver, más borrosa se convierte la realidad que me rodea [Ossowiecki, 1933, pp. 56-57].
El efecto de estas visiones tan poderosas parece haber sido una confusión entre las impresiones creadas por ellos y la realidad circundante, que afecta su sentido del tiempo y su memoria. Según Ossowiecki, también era más fácil realizar los experimentos cuando los presentes no pensaban en si mismos, ya que esto evitaba “pistas falsas” (Ossowiecki, 1933, p. 57). En su autobiografía y en la entrevista ya mencionada, Ossowiecki habla sobre su capacidad para ver el aura:
Solía verla cuando aún era estudiante en el Instituto Tecnológico y en el momento en que no podía entenderla, incluso pensé que debía ser un defecto en mi visión. Consulté a varios oftalmólogos en Moscú. Uno de los más reconocidos, el profesor Gilius, afirmó que padecía ceguera al color. Incluso había empezado un tratamiento. Tenía miedo, pero sentía que todos estaban equivocados y detuve el tratamiento. Accidentalmente, noté que ca vez que veo el aura blanca que emana de alguien, esta persona muere el mismo día, o a más tardar al siguiente; lo verifiqué muchas veces con el mismo resultado [Ossowiecki, 1933, p. sesenta y cinco].
Desafortunadamente, aunque hay muchas versiones de que Ossowiecki veia el aura, hasta ahora ha resultado imposible encontrar una fuente confiable. Una de las “áreas grises” de los poderes de Ossowiecki es el poder de la precognición. Se le han atribuido numerosas profecías, especialmente en relación con el advenimiento y resultado de la Segunda Guerra Mundial, pero los que le rodean negaron que alguna vez predijera grandes eventos. Tanto Boruil como Borzymowski citan los recuerdos de la viuda de Ossowiecki, que el clarividente le dijo a un amigo artista que “vio” “cosas terribles en Varsovia” y una “muerte terrible” para él (Bormí & Boruíi-Jagodziiíska, 1990, p. 41; Borzymowski, 1965, p. 274).
Sin embargo, debemos recordar que el 1 de agosto de 1944, la mañana en que Ossowiecki supuestamente tuvo la visión, fue la fecha del inicio del levantamiento de Varsovia, que comenzó a las 4 PM. Los muchos relatos de primera mano de ese día hacen referencia a la atmósfera explosiva, tensa, de miedo y júbilo, que parecía llenar el aire, y los eventos terribles, tanto a nivel general como personal, compartido por miles de polacos Por lo tanto, hay que tener en cuenta la afirmación de Ossowiecki sobre Jerzy Jacyna, de que en varias ocasiones el “don” no funcionaba en relación a él mismo o en relación a personas muy cercanas (Jacyna, 70/5). Sin embargo, hay ejemplos de predicciones específicas respecto a eventos particulares (por ejemplo, el sexo del futuro bebé, págs. 33-34, Experimento 8), y al menos en una ocasión, Ossowiecki viendo “en tiempo real” el resultado de un evento que aún no había ocurrido (pág. 121, ¿Premonición/Precognición? Caso 3).
LA CALIDAD DE LA EVIDENCIA
Stefan Ossowiecki fue una leyenda de su tiempo. Muchas historias que lo dotaron de poderes más allá del imaginario popular que rodeó durante su vida; después de su muerte, las leyendas se multiplicaron y cobraron vida propia. Esto hace que para el para el investigador sea necesario tomar con cautela las diferentes fuentes.
Por otro lado, hay suficiente evidencia de la calidad de su don como algo notable. La mayoría de los relatos de los poderes de Ossowiecki aquí presentados podrían considerarse genuinos, sea porque se publicaron al mismo tiempo, o porque existen buenas razones para considerarlos como razonablemente precisos. Todos los experimentos de los investigadores franceses Richet y Geley se publicaron poco después de su realización. El tiempo de experimentación mejor documentado es desde 1921 a 1924, año de la muerte de Geley. Los relatos de muchos de los experimentos con investigadores y testigos polacos se publicaron en la autobiografía de Ossowiecki, que apareció por primera vez en 1933; algunos de ellos también fueron publicados en revistas polacas de la época.
Por ejemplo, después de la guerra, Zofia, su viuda entregó sin egoísmo a todos los investigadores interesados una serie de relatos de las hazañas de Ossowiecki, quien intentó recopilar todo el material disponible sobre Stefan. Las personas que escribieron a la prensa polaca de la década del setenta fueron reveladores, sobre todo los recuerdos de Jerzy Jacyna sobre Ossowiecki en un semanario nacional. Cada relato se considera digno de crédito por varios motivos.
Los criterios que se tuvieron en cuenta son: si los casos son de primera mano, hasta qué punto podrían corroborarse y el grado de confiabilidad a partir de la aplicación de un “índice de propensión a la fantasía” informal de los testigos. Hay muchas historias, algunas muy dramáticas, que dieron en su momento muchas personas que conocieron personalmene a Ossowiecki, pero cuyos relatos parecen “demasiado buenos para ser verdad” y que no pudieron ser corroborados. También hay historias que parecían provenir de buena fuente, pero luego resultaron ser un “relato personal del testigo”, personas, horarios y lugares diferentes, u otros autores repiten como evidencia confiable. Por ejemplo, la historia que habla de un una famosa familia que volaba a Varsovia en 1938, para pedir la ayuda de Ossowiecki para la búsqueda de importantes documentos familiares, incluido una testamento, que había desaparecido misteriosamente. Se cree que Ossowiecki le describió a su visitante, asombrado, las circunstancias exactas del robo, la aparición del ladrón y donde estaban ocultos aquellos documentos perdidos. En base a esta información, se encontraron y el banquero agradecido ofreció una fortuna como recompensa al Ossowiecki, la cual rechazó. Lamentablemente, aunque muchos autores escriben una fecha posterior (uno de ellos persigue a Ossowiecki por no aceptar la recompensa y la dona a nombre de una organización benéfica), esta historia sólo se puede leer en un periódico polaco publicado en 1945. Otras investigaciones también lo corroboran pero debido a la ausencia de certeza en cuanto a la fuente, esta historia, como muchas otras proezas atribuidas a Ossowiecki, no se incluyen aquí.
El rango de fenómenos detallados aquí se encuentra en la misma área. Ossowiecki encontró objetos y personas perdidos, leyó mensajes sellados, describió lugares que nunca visitó y adivinó las historias de objetos que se le ocultaron. La información sobre estas personas y sus circunstancias, debido a su posición social, podría no haber ayudado en estas tareas, y no se ocupaba de adivinar el futuro o resolver problemas sentimentales o de salud. Algunas pruebas indican dones más impresionantes que “sólo” rastrear los objetos que recibía (como la capacidad de influir en los resultados de las investigaciones en las que participaba), sino los objetivos reales de los experimentos eran bastante definidos e independientes de las interpretaciones de los experimentadores. La naturaleza variable de estas condiciones, los experimentadores y la calidad de la información pueden considerarse una virtud. El volumen y la variedad de datos dan a entender que, si bien un grupo de experimentadores puede ser acusados de sesgar cierta información, no se puede acusar a todo el cuerpo de experimentos.
En situaciones espontáneas de la vida real, Ossowiecki se ofrecía a ayudar a las personas en situaciones en las que no era posible hacer trucos, como “localizar” a personas en lugares desconocido. Si bien es imposible determinar su historial de éxitos en ese aspecto, la seguridad con la que realizó estas tareas demuestra su creencia en sus poderes. No tenemos suficiente información para determinar su tasa de éxito, y es bien sabido que los entusiastas a veces leen los significados personales en las declaraciones generales aplicables a cualquiera. Sin embargo, cuando uno examina el contenido objetivo de algunos de los relatos bien corroborados, esta explicación parece inadecuada.
La localización de objetos perdidos es otra categoría de eventos parapsicológicos, donde no se pueden descartar los trucos a priori. La obvia explicación (y la que no se puede descartar si la evidencia se limita a unos pocos casos del mismo tipo) sería tener cómplices que hagan que los objetos desaparezcan y aparezcan en los lugares acordados. El problema con esta explicación es la gran variedad de motivaciones y testigos, también en gran parte debido a la posición privilegiada de Ossowiecki en la sociedad varsoviana. Cuando que su fama se expandió, la gente activó los contactos que pudieran para ayudar al clarividente, y “Stefanek” haría todo lo posible para complacer a sus amigos y a los amigos de sus amigos. Cualesquiera que sean los defectos en tales incidentes, su espontaneidad impide la posibilidad de que estén preestablecidos.
Cuando llegamos a experimentos específicamente diseñados para probar los poderes de Ossowiecki, se aplican diferentes criterios. En este contexto, es bueno basarse en una discusión de los posibles trucos empleados por los pseudo-psíquicos en el libro de Marks y Kammann (1980) que explican las dificultades obvias que un investigador debe sortear. En los experimentos de “visión” a través de un sobre sellado, por ejemplo, no es correcto realizar el dibujo/escritura en presencia del psíquico, ya que esto no elimina la posibilidad de que se den indicios mediante la observación del movimiento de la pluma o el sonido de la pluma en el papel, incluso si se tomaran precauciones para evitarlo. La mayoría de los experimentos controlados de este tipo realizados con Ossowiecki utilizan sobres sellados preparados de antemano. Cuando los experimentadores organizaron los objetivos que otras personas preparaban, al azar, también se excluía la posibilidad de que Ossowiecki adivinara el objetivo “pescando” información.
Para evitar la posibilidad de que se vea el objetivo a través de un sobre, las muestras se doblan o se envuelven usando más papel, y/o se colocan en varios sobres, el exterior se marca de manera tal que cualquier intento de apertura sea detectable. Ossowiecki a veces manipulaba el sobre durante un tiempo, y aunque es posible, incluso probable, se haya distraído que la atención de los experimentadores, ellos registraban el estado del sobre después que terminaba “visualización”.
El famoso experimento en la Conferencia Internacional de Investigación Psíquica en Varsovia en 1923, en la cual E.J. Dingwall diseñó el objetivo (pp. 62-65), obligó a este último a pensar en la complicidad de otro investigador involucrado, Schrenck-Notzing, como la única alternativa a la interpretación paranormal. De hecho, el argumento ad hominem, que atribuye excesivo valor a la evidencia de los testigos, principalmente debido a su posición social o académica, va en contra de lo que hay que protegerse. Por otro lado, aplicado en sentido inverso y a su conclusión lógica, el mismo argumento hace que sea imposible confiar en cualquier evidencia, independientemente de su origen, ya que siempre se puede cuestionar la integridad de los involucrados en la recopilación e interpretación de los datos.
Por lo tanto, vale la pena examinar la confianza de los experimentadores y los testigos, sin otorgar demasiada importancia a su estado, pero prestando especial atención a la voluntad de creer, la objetividad y la capacidad para observar y evitar “adornar” el caso. Como se ha señalado antes, los experimentos aquí presentados se han seleccionado en parte, al significado que a veces da preferencia a los “extraños” en lugar de las personas que eran amigos de Ossowiecki. Los observadores también suelen tener un compromiso emocional diferente con el “experimento” que los investigadores, ya que su principal objetivo es encontrar una solución a sus problemas.
El prestigio de Geley y Richet, en abril de 1921, y algunos de los investigadores polacos, como Stefan Rzewuski y Prosper Szmurlo, a juicio del material publicado en Zagadnienia Metapsychiczne [Problemas Metapsíquicos], ha pasado gran parte de tiempo con las explicaciones normales de casos “paranormales” de los lectores apasionados, posibilidad de fraude, investigando psíquicos con ninguna –o poca–capacidad, o tratando de mejorar la calidad de los experimentos.
Un testigo cuyo nombre aparece con frecuencia en las experiencias espontáneas de Ossowiecki es Olgierd Missuna, que estaba relacionada con Ossowiecki, siendo nieto del segundo matrimonio de la madre de Ossowiecki. Abogado de profesión, era fiscal estatal desde 1930. Dado que esta función en el sistema legal de Polonia era trabajar estrechamente con la policía, investigar casos criminales y conseguir pruebas, estaba bien preparado para observar y juzgar la calidad del evidencia.
En la década del 60, Missuna publicó una serie de libros sobre varios casos en los que estuvo involucrado, que demuestran sensatez y buena comprensión de la naturaleza humana. También estamos en deuda con por el único relato disponible de los poderes psicoquinéticos de Ossowiecki.
Missuna fue testigo de una de las sesiones de Ossowiecki cuando era niño en Rusia, en 1913, en una casa señorial. Estuvieron presentes varios familiares de Ossowiecki, Jacyna, Krieger y Missuna y sus amigos. La sesión parece haber tenido lugar en una enorme sala, tal vez un salón de baile. Antes de la sesión, se retiraron todos los muebles y las alfombras, lo que causó cierto retraso y molestó a los invitados. El público estaba parado, se colocó una silla pesada en el centro de la sala, y le ataron ambos brazos y piernas a la silla. En el rincón de la habitación quedaba un objeto: un piano pesado. Este era el objeto que el joven psíquico movería por psicoquinesia.
Desafortunadamente, después que los testigos verificaron que Ossowiecki estaba correctamente atado, todos tuvieron que abandonar la habitación en total silencio. Sólo quedó el piano, que estaba a 10 metros. Cinco minutos después se les pidió a las personas que regresaran. Ossowiecki estaba todavía en su silla, pálido por el esfuerzo, y el piano a su lado. Si bien el relato anterior muestra una decepcionante falta de evidencia confiable de paranormalidad, sí demuestra una encomiable falta de creatividad por parte del testigo.
Si bien es inevitable que se hayan escapado algunos datos, la validación e información errónea a veces también puede ocurrir, porque había tantos testigos, las reproducciones reales de dibujos y texto escrito, o ubicaciones precisas de objetos perdidos, no pueden estar sujetas a acusaciones. Sin embargo, sería una lástima que la mentira de Ossowiecki en los casos espontáneos no esté sujeta, como en la mayoría de los casos, al tipo de análisis mostrado en el experimento de Besterman (págs. 65-70). Sería de gran interés investigar en detalle las visualizaciones de Ossowiecki y descubrir qué tan específicas y precisas eran. El mismo Ossowiecki no tenía dudas de que él se hubiera transportado de manera espontánea al sitio apropiado, y muchas de sus declaraciones suenan muy reales y dramáticas. Ya que en muchas de esas ocasiones “vería” el objetivo con éxito, nos ayudaría quizás a comprender mejor los procesos involucrados para saber qué tan exactos eran los detalles de sus visualizaciones. Si bien los testigos a veces dicen que sus descripciones correspondían a la realidad, es difícil aceptar tales afirmaciones sin analizarlas más detalladamente. También vale la pena señalar además, que gran parte de los objetivos presentados a Ossowiecki eran altamente individualizados y que no se pueden adivinar por casualidad, como sería el caso de los estereotipos de la población (una casa, un árbol, un barco, etc.).
Los casos en que Ossowiecki se equivoca son raras; sin embargo, es muy probable que cierta información selectiva esté en juego cuando se trata de experimentos informales, y es imposible decir cuál sería la proporción. Uno de los testigos cita el caso de Ossowiecki contándole a una joven que ella tenía tres hijos y que era feliz en su matrimonio, que con un marido viviría mucho tiempo, cuando en realidad era viuda! (Jacyna, 14/2/71). También hay dos casos anecdóticos citados por Józef Marcinkowski, un clarividente que usaba objetos valiosos perdidos en donde el autor afirma haber corregido el diagnóstico erróneo de Ossowiecki sobre la identidad del ladrón. Sin embargo, en ningún caso Ossowiecki señaló a una persona en particular; más bien, fue el caso de personas involucradas dibujando sus propias conclusiones en base a sus descripciones. En cualquier caso, dado que la mayor parte del tiempo nos enfrentamos a situaciones de la vida real, y los “éxitos” de Ossowiecki no son del tipo que se experimentan por casualidad, el análisis estadístico del tipo empleado en estos estudios a gran escala no parece ser muy útil aquí.
Ossowiecki había manifestado talentos psíquicos en su juventud, que al inicio generó gran confusión en su familia. Ossowiecki (der.) junto a Geley (centro) y al médium Kluski (Der.) en el Instituto Metapsíquico de Paris (circa 1920). Dos notables que acreditaron sus capacidades fueron los médicos franceses Gustav Geley y el Premio Nobel Charles Richet. |
Sin embargo, hay al menos dos situaciones en las que se usaron “grupos control”: Uno es el experimento en donde los otros participantes escriben sus impresiones con el objetivo sellado (pp. 38-39, Experimento 2); el otro es el experimento de Jonky (pp. 80-84), donde un total de 17 clarividentes intentaron adivinar los contenidos de un paquete que eran desconocido para cualquier persona viva. En ninguno de ambos casos, el rendimiento de los grupos control fue comparable al de Ossowiecki.
Como muchos otros psíquicos, Ossowiecki se vio afectado por el ambiente en el que estaba actuando. A veces, cuando estaba de buen humor, pedía que se realizara un experimento; en otras ocasiones trataba de evitarlo o a las personas que querían participar. La actitud de algunos investigadores, especialmente al principio, era descartar los argumentos de “vibraciones negativas” como excusas o formas de distraer a los experimentadores para que introduzcan condiciones que hagan posible el engaño. Esta actitud se parece a una novela de Dickens, David Copperfield, donde el padrastro de David se enoja por la perversa reticencia de David a estudiar sus lecciones a pesar de las frecuentes golpizas. Parecería obvio que la mayoría de las personas se comporta de manera diferente cuando se enfrenta a un ambiente hostil en lugar de amigable, ya sea en una reunión política, en un escenario, en un aula, o en una cena. Afortunadamente, los investigadores modernos ya no esperan que los psíquicos sean inmunes a tales influencias e intentan crear un entorno favorable para sus experimentos sin comprometer las condiciones de control. Este parece haber sido el caso de los investigadores que trabajaron con Ossowiecki, aunque no siempre publicaron el procedimiento formal.
Ossowiecki a veces deliberadamente también se guardaba información, o decía mentiras. Esto lo hizo por razones compasivas: para darle una segunda oportunidad al delincuente “percibido”, o para ahorrarle a los familiares el dolor por saber las horribles muertes que se le aparecían en su mente (Jacyna, 1/71). Obviamente, estos casos pierden mucho su valor probatorio, pero son poco frecuentes y su actitud es normal y comprensible. Sin embargo, en su mayor parte, decía la verdad tal como la veía, y el extracto de una carta que publicamos a continuación describe lo que probablemente fue una impresión típica de entre las muchas que dio durante la guerra:
Imagínate, incluso fuimos a verlo [a Ossowiecki] con Maga [mi hermana]. Recuerdo que era en 1940. Los alemanes se habían llevado a nuestros novios, y estábamos enamoradas. Sucede que un amigo de mi papá conocía bien a Ossowiecki, y le rogamos que le pidiera a Ossowiecki, a través de su amigo, que accediera a vernos para averiguar si nuestros novios aun estaban vivos. Ossowiecki estuvo de acuerdo. Estaba en algún lugar del centro [de Varsovia], pero no recuerdo exactamente dónde: era un apartamento elegante, un mayordomo abrió la puerta. Ossowiecki, un caballero, nos recibió con una sonrisa. Tomó, no recuerdo si fotografías o cartas, creo que fotografías, y dijo con la misma sonrisa: “No se preocupen, ambos aun viven”. Ese fue el final de nuestra visita. Dos o tres años después, cuando se supo que el novio de Maga (que era nuestro primo) estaba en el campamento en Mathausen Gossen, e incluso Maga había hecho contacto con él, recibió un telegrama que notificaba de su muerte. Ella estaba destrozada por la noticia, y algunas personas trataron de consolarla diciendo que podía ser un error, ya que esto ocurre de vez en cuando. Maga le pidió a papá ver a Ossowiecki otra vez y él aceptó [verla]. Cuando vió a Ossowiecki, le dió la fotografía y le preguntó si el sujeto estaba vivo. Ossowiecki le dijo: “Pero si tienes un telegrama en tu bolso, informándote de su muerte” [lo cual era cierto]. Luego ella le dijo que tenian la esperanza que la noticia no fuera cierta, pero Ossowiecki le dijo que era verdad.
Referencias
Borzymowski, A. (1965). Experiments with Ossowiecki. International Journal of Parapsychology, 7, 259-280.
Geley, G. (1919/1924). De l´Inconsient au conscient. Paris: Alcan
Jacyna, J. (1926). 30 lat w stolicy Rosji (1888-1918).[30 años en la capital de Rusia]. Warszawa: F. Hoesick.
Jacyna, Je. (1970-71). Fakty I Legends o Ossowiecki [Hechos y leyendas sobre Ossowiecki]. Tygodnik Demokratyczny, 28/1970-21/2971.
Marks, D. & Kammann, R. (1980). The Psychology of the Psychic. Buffalo, NY: Prometheus Books.
Ossowiecki, S. (1933). Swiat mego ducha I wizje przyszlosci [El mundo de mi espíritu y visiones del futuro.] Warszawa: Dom Ksiazki Polskiej.
Roszkowski, W. (1983). Mesjanizm a masoneria okultystyczna w Drugiej Rzeczypospolitej [Mesianismo y masonería oculta en la Segunda República Polaca]. Przeglad Powszechny, 2/1983, pp. 209-224.
* Este artículo fue publicado originalmente bajo el título “The Life and Times of Stefan Ossowiecki” escrito por Zofia Weaver en el libro A World in a Grain of Sand: The clairvoyance of Stefan Ossowiecki de Mary Rose Barrington, Ian Stevenson and Zofia Weaver (2005). Jefferson, NC: McFarland.
** Zofia Weaver, PhD BA, ha sido miembro de la Society for Psychical Research desde 1982 y se desempeñó como editora de su revista entre los años 1999-2002. Una de sus principales áreas de interés es la investigación de los psíquicos polacos. Junto con Mary Rose Barrington y el difunto Profesor Ian Stevenson, ha escrito un exhaustivo estudio del clarividente polaco Stefan Ossowiecki, publicado en 2005, y en 2015 publicó un libro sobre el medium Franek Kluski. Su actual interés en la investigación de varios médiums y clarividentes.
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