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PERCEPCIÓN EXTRASENSORIAL, PROPENSIÓN A LA ESQUIZOTIPIA Y ESTIMULACIÓN PARENTAL DE LA FANTASÍA EN LA NIÑEZ*
Cristian D. Castro**
La esquizotipia se encuentra íntimamente relacionada con las psicosis, de hecho, el término esquizotipia, o propensión a la psicosis (Chapman, Edell y Chapman, 1980), es considerada como una dimensión normal de la personalidad o un indicador de la predisposición a la psicosis (Claridge, 1997a, 1997b). Varios estudios indican que las experiencias psicóticas se encuentran presentes en la población general, sugiriendo la existencia de un continuo dimensional entre la población normal y dichas experiencias (Johns y van Os, 2001). La esquizotipia se enmarca dentro de este modelo (Claridge, 1997b) abarcando desde la personalidad no patológica (saludable) hasta la psicosis. Las variaciones a lo largo de este continuo describen diferentes grados de predisposición a los trastornos psicóticos. Dicha vulnerabilidad o predisposición a la esquizofrenia se expresa, por tanto, a lo largo de un continuo.
Se han observado dos dimensiones de esquizotipia: La dimensión positiva, conocida como experiencias perceptuales no convencionales o anómalas, que se refiere a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal e incluye varias formas de alucinaciones, ideación paranoide, ideas de referencia y trastornos del pensamiento. La dimensión negativa, conocida como anhedonia o déficit interpersonal, que se refiere a la disminución o déficit en la conducta normal del individuo que tiene dificultades para experimentar placer en el nivel físico y social, aplanamiento afectivo, ausencia de confidentes íntimos y dificultades en sus relaciones interpersonales. Tomando el término sugerido por McCreery y Claridge (2002), es posible hablar de una “esquizotipia feliz” o “esquizotipia sana” con manifestaciones propias de la psicosis pero sin contenido o consecuencia patológica. A pesar de sus peculiaridades estas personas pueden ser funcionales, y pueden tener buena adaptación social. La esquizotipia positiva incorpora factores tales como el pensamiento mágico y las experiencias bizarras, y tienen una asociación con las creencias y las experiencias religiosas y espirituales; por ejemplo, Wolfradt et al. (1999) usando el Anomalous Experiences Inventory (AEI, Gallagher, Kumar y Pekala, 1994) y el Schizotypal Personality Questionnaire (SPQ, Raine y Benishay, 1995) encontraron que la creencia y la experiencia paranormal estaban fuertemente correlacionadas con la esquizotipia positiva.
La médium Cuando niña, la médium Eileen Garrett soportó situaciones de abuso casi cotidianos de su tía. Tuvo la habilidad de ver el aura e incluso la visión de un pariente que había muerto, cuando esa información era totalmente desconocida en su casa en aquel momento. Cuando creció, en su vida adulta, Garrett procuró comprender cómo ella había adquirido sus talentos como médium. |
Tener experiencias paranormales está fuertemente relacionado con mantener creencias paranormales y ambas están fuertemente correlacionadas (Parra y Argibay, 2006), por lo tanto, su presencia no es sinónimo de patología, ni son exclusivas de la personalidad esquizotípica o del espectro de las alteraciones psicóticas. Otros estudios demostraron que tener experiencias paranormales tiene una función adaptativa, e incluso protectora, por ejemplo, menor nivel de ansiedad a la muerte (Lange y Houran, 1997a, 1997b), un aumento de la percepción de significado de la vida (Kennedy, Kanthamami y Palmer, 1994), y una relación entre las experiencias paranormales, creatividad, optimismo y bienestar. detectaron que las experiencias paranormales (pero no las creencias) (Kennedy y Kanthamami, 1995a, 1995b). Esto coincide con un estudio de Williams e Irwin (1991) donde se encontró que el estilo cognitivo difería entre los participantes que tenían creencias paranormales y puntaje alto en esquizotipia positiva. Parece que tener un sistema de creencias puede actuar como mecanismo protector y permite a los individuos aceptar y explicar sus experiencias, mientras que las personas sin ese sistema “estarían bombardeados” por eventos extraños carentes de toda explicación.
Schofield y Claridge (2007) sugieren un modelo de interacción entre los tres factores de esquizotipia (desorganizada, interpersonal y cognitivo-perceptual) para predecir el estilo de comprensión subjetiva de los participantes respecto a sus experiencias paranormales. Los individuos que son cognitivamente menos desorganizados pueden “protegerse” mejor de los efectos potencialmente perturbadores de las experiencias paranormales vía la existencia o la construcción de un sistema donde puedan integrarlos, como las piezas de un rompecabezas, para estos individuos, la esquizotipia positiva podría ser adaptativa y tener un rico pensamiento mágico proporciona una mejor capacidad para crear un sistema creativo eficaz que explique subjetivamente experiencias bizarras, o colocarlas en sistemas de creencia gradualmente mejor organizados (Parra & Argibay, 2006). Para estos individuos, la carencia de una “barrera protectora” va a dar lugar a experiencias consideradas extrañas e insoportables, quizás indicadoras de un trastorno o anormalidad, que luego se transforman en sentimientos negativos, como la angustia, la ansiedad o la depresión.
Propensión a la fantasía
La propensión a la fantasía se define como un tipo de personalidad caracterizado por una profunda implicación en un mundo privado de fantasía, ensoñamiento vívido, recuerdos, experiencias extrasensoriales y experiencias paranormales (Wilson y Barber, 1981, 1983). Un aspecto de las personas propensas a la fantasía era su habilidad para tener alucinaciones vívidas que se experimentan “tan reales como la propia realidad”. Estas experiencias alucinatorias pueden ocurrir involuntariamente, por ejemplo, una mujer entrevistada por Wilson y Barber dijo que mientras conducía, no podía permitirse pensar que un niño se lanzaba a su coche, ya que, por el simple hecho de pensar en ello, podía provocarle dicha alucinación. Algunos investigadores encontraron correlaciones entre sugestionabilidad hipnótica y varias medidas relacionadas con la imaginación (Council, Kirsch y Grant, 1996), en particular reactivos relacionados con experiencias imaginativas en la vida cotidiana y sugestionabilidad hipnótica (Shor, Orne y O´Connell, 1962; Ås, 1963; Lee-Teng, 1965). Tellegen y Atkinson (1974) presentaron el concepto de absorción como un rasgo de la personalidad que permite a la persona implicarse en una variedad de experiencias a través de la imaginación. Las personas con gran capacidad de absorción tienen imaginación vívida y se involucran en experiencias sensoriales o creativas al punto de perder su sentido del Yo (Council, Kirsch, y Grant, 1996).
Las personas que presentan alta absorción también tienen imaginería intensa y vívida, y tienen experiencias sensoriales e imaginativas intensas, al punto de perder su sentido del yo (por ej. ver una película involucrándose tanto en ésta, que se pierde el contexto que lo rodea, incluso si otro le habla). Individuos que tienden a la absorción tuvieron alguna experiencia traumática en su infancia debido a que cierta sensibilidad intensifica sus experiencias (Lynn y Rhue, 1988).
Estimulación Parental de la Imaginación Infantil
El estudio de la estimulación parental de la fantasía en la infancia fue desarrollado por Irwin (1994). Varios investigadores (Lynn y Rhue, 1988; Wilson y Barber, 1983) sostienen que la función parental en la estimulación de la imaginación durante la infancia tiende a aumentar la propensión a la fantasía. Un padre, un abuelo o un maestro puede facilitar la participación del niño en la fantasía, por ejemplo, mediante la lectura de cuentos de hadas, o al interactuar con las marionetas como si fueran personajes animados. Estas actividades pueden reforzar la imaginación del niño a través del juego imitativo. La imaginación también puede ser estimulada animando al niño a participar en diversas artes dramáticas (por ejemplo, música, danza, o actuación). Dada la fuerte similitud entre la propensión a la fantasía y algunos procesos disociativos (Lynn & Rhue, 1988), se podría esperar que el estímulo parental de la imaginación también está relacionado con la disociación y la propensión a alucinar.
Parece que experimentar estrés en la niñez puede aumentar ciertas experiencias perceptuales inusuales, como las alucinaciones. En efecto, un trauma en los primeros años de vida, a veces puede tener efectos indeseables, producir depresión, trastornos en el aprendizaje y en la memoria, y dificultades de relación con los otros. Steiger (1982) encontró que muchos médiums pasan por una serie de crisis personales en su niñez o su adolescencia. Según Greeley (1975), en un estudio sobre más de 1400 norteamericanos, se encontró mayor nivel de tensión familiar durante la infancia, por ejemplo, relaciones difíciles entre sus padres, o de ellos mismos con sus padres.
A principios de los años ochenta e inicios de los noventa, varios psicólogos observaron que las personas que habían soportado estrés severo en la niñez, eran más propensos a tener experiencias perceptuales inusuales (Wilson & Barber, 1983). Una niñez traumática compele a los niños a disociar; esto es, desviar su foco consciente del “aquí y ahora” reposicionando su atención en fantasías. Lawrence et al. (1995) demostraron que existía un lazo más fuerte entre el trauma y la experiencia perceptual inusual, y entre el trauma y la fantasía.
Ring (1992) ha observado que muchos adultos que tienen experiencias cercanas a la muerte y experiencias de encuentros con OVNIs son especialmente propensos a más vulnerables a los abusos y otros eventos traumáticos en su infancia. Sin embargo, sostiene que algunas personas han sido fortalecidas por estas duras experiencias tempranas, y son más perceptivos a realidades alternativas. Según su estudio, un niño que está expuesto a una situación de amenaza a la violencia física, al abuso sexual, o a otros traumas severos, estará más fuertemente motivado a "desconectar" selectivamente estos aspectos de su mundo físico y social disociando. Haciendo esto, es más probable que sintonice con otras realidades.
Las “hadas de Cottingley” recuerda en parte la percepción de amigos infantiles imaginarios. Elsie Wright y su prima Frances Griffith, apasionadas por el mundo de las hadas, las fotografiaron danzando a su alrededor. No fue sino hasta 1978 que el escritor Fred Gettings encontró en el libro The Princess Mary's gift book de 1915, dibujos de ninfas bailando, sospechosamente similares a las hadas tomadas en las fotos de Cottingley, que ambas niñas presumiblemente recortaron o copiaron del libro, y con las que se fotografiaron.
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Eileen Garrett, una de las más importantes médiums del siglo pasado, describió con precisión esta conexión de su propia niñez, acompañada de una entrada positiva a lo paranormal en su vida y el desarrollo de sus habilidades como médium. Cuando niña, Garrett soportó situaciones de abuso casi cotidianos de su tía. Cuando tenía cuatro años, sintió la presencia de lo que luego serían sus "amigos imaginarios". Pronto tuvo la habilidad de ver el aura e incluso la visión de un pariente que había muerto, cuando esa información era totalmente desconocida en su casa en aquel momento. Cuando creció, en su vida adulta, Garrett (2002) procuró comprender cómo ella había adquirido sus talentos como médium:
“Descubrí que el estado de trance quizá sea parte de un patrón para mi propio desarrollo. Comenzé a comprender cómo el dolor y el sufrimiento en mi infancia me había retirado del mundo de las personas... cuando el dolor o el castigo llegaban a ser casi intolerables, podría retirarme dentro de mi misma e ingresar como a un nimbo. Ahora me doy cuenta cómo esta práctica quizás me haya preparado para desarrollar mi estado de trance" (pp. 90-91).
Parece haber una relación entre la aparición de experiencias extrasensoriales y traumas infantiles. Los posibles antecedentes infantiles de las experiencias extrasensoriales no han sido suficientemente investigados. Aunque personas propensas a la fantasía tienen mayor incidencia de experiencias de este tipo (Myers & Austrin, 1985). Algunas investigaciones sugieren que, en realidad, los individuos que tienen experiencias extrasensoriales pueden ser más sanos que quienes no las tienen. Por ejemplo, las experiencias extrasensoriales pueden estar asociadas con afectividad positiva (Greeley, 1975; Haraldsson y Houtkooper, 1991) y con un sentido de significado de la vida (Kennedy y Kanthamani, 1995a; Kennedy, Kanthamani y Palmer, 1994).
Parece haber una relación entre la aparición de experiencias extrasensoriales y traumas infantiles. Aunque personas propensas a la fantasía tienen mayor incidencia de experiencias de este, algunas investigaciones sugieren que, en realidad, los individuos que tienen experiencias extrasensoriales pueden ser más sanos que quienes no las tienen. |
Individuos atemorizados porque están convencidos de haber sido víctimas de un “daño a distancia”, sencillamente buscan a un consultor espiritual que les confirme –mediante algún procedimiento mágico (una práctica adivinatoria)– que realmente existe alguien oculto que desea hacerles daño. Por lo tanto, es evidente que experiencias pseudo-extrasensoriales pueden ocurrir en el contexto de la psicopatología, las creencias ilusorias y una percepción distorsionada de la realidad. Aunque los creyentes generalmente no son individuos marginados sociales (Lester, Thinschmidt y Trautman, 1987), pueden experimentar una sensación de alienación o falta de interés social (Tobacyk & Milford, 1983), parecen levemente narcisistas (Tobacyk y Mitchell, 1987), o están más interesados en el mundo de sus propias experiencias subjetivas que en las necesidades de otras personas (Irwin, 1993a; Schlitz y Honorton, 1992).
De hecho, hay personas que necesitan un sentido de control sobre sus vidas y sobre el mundo: pueden tener fantasías de poder y éxito ilimitados (Tobacyk y Mitchell, 1987) y un deseo de control sobre otras personas. Esta necesidad de control está asociada con experiencias de trauma en la niñez (Irwin, 1992), y algunas veces se expresa bajo la forma de pensamiento mágico (Thalbourne, 1985; Tobacyk y Wilkinson, 1990; Williams y Irwin, 1991), lo cual puede ser la base de pensamientos y actitudes esquizotípicas. Sin embargo, en general, la salud mental de los creyentes en lo paranormal no es disfuncional: su adaptación psicológica es satisfactoria, y no presentan depresión, ansiedad, trastornos en el sueño, o síntomas somáticos indicadores de disfunción psicológica (Irwin, 1991a, 1991b, 1995; Tobacyk, 1982).
Objetivos e Hipótesis
El objetivo general de este estudio es examinar diferencias en la propensión a la esquizotipia, fantasía adulta, y estimulación parental de la fantasía en la niñez en individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales. Específicamente, comparar las puntuaciones en esquizotipia, fantasía adulta, y estimulación parental de la fantasía en la niñez en individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales con quienes no han tenido tales experiencias. Adicionalmente, relacionar la propensión a alucinar, esquizotipia, fantasía adulta, y estimulación parental de la fantasía en la niñez en individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales, y finalmente determinar cual o cuáles de estas variables predice mejor el reporte de experiencias extrasensoriales. En consecuencia, hipotetizamos que (1) individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarán más alto en propensión a la esquizotipia, (2) individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarán más alto en propensión a la fantasía, y (3) individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarán más alto en estimulación parental de la fantasía en la niñez. Estas tres variables, a su vez, están positivamente correlacionadas entre si.
MÉTODO
Muestra
Se aplicó una técnica de muestreo no-probabilística. De los 210 cuestionarios recibidos, sólo 180 (el 85%) fueron útiles para este estudio. La muestra total (N= 180) estuvo compuesta por 58 (32%) varones y 122 (68%) mujeres, con un rango etáreo entre 18 a 73 años (Media= 34,81; DT= 11,87), en su mayoría de religión católica (78%), de un amplio rango de ocupaciones, principalmente comerciantes, profesionales y empleados (25%, 20% y 22%), y solteros (65%).
El tiempo promedio para completar los cuestionarios fue de 20 minutos. Fueron entregados en un sobre, y presentados bajo el pseudo-título “Cuestionario de Experiencias Psicológicas” para evitar distorsiones en las respuestas, de modo contrabalanceado, al azar. Los participantes recibieron una vaga información del objeto de estudio y se los invitó a responder voluntaria y anónimamente en un único momento.
Se introdujo una pregunta específica para agrupar a aquellos que dicen haber tenido experiencias extrasensoriales y aquellos que no las tuvieron: “He tenido la experiencia de captar mentalmente el pensamiento de otras personas o transmitir a distancia mis pensamientos” (de la encuesta de Palmer, 1979). Aquellos que respondieron afirmativamente, fueron agrupados como “Experiencia Extrasensorial” (n= 102, 56%), y quienes respondieron negativamente, fueron agrupados como “Control”, esto es, individuos que no reportaron experiencia extrasensorial alguna (n= 78, 44%).
Criterios de exclusión
Se excluyeron de la muestra aquellos cuestionarios incompletos o respondidos en forma incorrecta, y aquellos bajo tratamiento psiquiátrico actual, consumo de psicofármacos, drogas ilíctas o alcohol al momento de haber tenido la experiencia, o en los últimos seis meses.
Instrumentos
Oxford-Liverpool Inventory Feelings and Experiences (O-LIFE, Mason, Claridge, & Jackson, 1995; alfa de Cronbach= .91). Es un cuestionario autoadministrable de 40 reactivos de valor dicotómico (Si/No) que puede ser administrado en adolescentes y adultos, tanto en población normal como en población clínica. El O-LIFE evalúa cuatro subescalas: (1) Experiencias Inusuales; (2) Desorganización Cognitiva, (3) Anhedonia Introvertida, y (4) Disconformidad Impulsiva. Estas subescalas además tienen alta consistencia interna. Una combinación de las cuatro sub-escalas permiten evaluan dos tipos o “factores” de esquizotípia, e incluso un puntaje total (alfa= .90), que derivan de la suma de los puntajes brutos de las subescalas Experiencias Inusuales / Desorganización Cognitiva (Esquizotipia positiva), y Anhedonia Introvertida / Disconformidad Impulsiva (Esquizotipia negativa). Al menos se observaron dos dimensiones de esquizotipia: La dimensión positiva, conocida como experiencias perceptuales no convencionales/ anómalas o cognitivo-perceptual, se refiere a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal e incluye varias formas de alucinaciones, ideación paranoide, ideas de referencia y trastornos del pensamiento. La dimensión negativa, conocido como anhedonia o déficit interpersonal, se refiere a la disminución o déficit en la conducta normal del individuo que tiene dificultades para experimentar placer en el nivel físico y social, aplanamiento afectivo, ausencia de confidentes íntimos y dificultades en sus relaciones interpersonales.
Cuestionario de Propensión a la Fantasía (Merckelbach, Muris, Horselenberg y Stougie, 2000; alfa de Cronbach= .89). Es un instrumento autoadministrable de 25 reactivos de respuesta dicotómica (Verdadero/Falso) que permite evaluar la tendencia a fantasear (por ej., “Cuando veo escenas de violencia por televisión, me siento tan involucrado en éstas que me provoca mucha inquietud”). Las respuestas son sumadas y se obtiene un puntaje total. Los puntajes altos indican un nivel elevado fantasía. En otros estudios, también se identificó eventos de la niñez imaginarios o escribir acerca de momentos ficticios pueden producir pseudo-recuerdos y generar experiencias alucinatorias (Garry, Manning, Loftus, y Sherman, 1996; Horselenberg et al., 2000; Hyman y Billings, 1998).
Escala de Estimulación Parental de la Imaginación en la Niñez (PAIS) (Irwin, 1996; alfa de Cronbach= .79). La escala examina el rol de los padres (o sus tutores) en estimular la imaginación durante la infancia, por ejemplo “Mis padres/tutores favorecieron la lectura de libros e historietas” o “Mis padres/tutores favorecieron escuchar música.” La escala contiene 20 items cuyas opciones de respuesta tienen una escala desde “Nunca” a “En todas las ocasiones posibles”. La escala no evalua el tiempo que dedicó a estas actividades en la infancia, sino más bien si sus padres/tutores han tratado de fomentar la imaginación, hasta donde lo recuerda.
Análisis
Ninguna de las tres escalas antes mencionadas tienen análisis de validez o confiabilidad, sin embargo, se llevaron a cabo pruebas de confiabilidad (alfa de Crombach) en Argentina, así como normalidad (prueba de Shapiro-Wilks) usando el sofware SPSS (v.20). Los valores del coeficiente de confiabilidad alfa de las puntuaciones totales de cada instrumento (esquizotipia, fantasía adulta, y estimulación parental de la fantasía infantil) fue superior a 0,60. A partir de los valores obtenidos, se asumió una distribución asimétrica de las puntuaciones de los tres instrumentos (p < 0,05). Para el análisis, se decidió emplear estadísticos no paramétricos (U de Mann-Whitney para las comparaciones y Rho de Spearman para las correlaciones).
RESULTADOS
TABLA 1: COMPARACIÓN ENTRE INDIVIDUOS CON EXPERIENCIA EXTRASENSORIAL EN ALUCINACIÓN, ESQUIZOTIPIA, FANTASÍA ADULTA Y ESTIMULACIÓN PARENTAL DE LA FANTASÍA INFANTIL
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Control |
Experiencia Extrasensoral |
|
Variables |
Media |
DT |
Media |
DT |
z |
p |
Esquizotipia (Total) Experiencias inusuales Desorganización cognitiva Anhedonia introvertida Disconformidad impulsiva F1. Esquizotipia Positiva F2. Esquizotipia Negativa |
12,74 2,50 4,27 2,63 3,35 6,77 5,97
|
5,61 2,10 2,81 2,00 2,23 3,83 3,05
|
14,80 4,05 4,59 2,61 3,56 8,64 6,17
|
5,62 2,53 2,67 1,78 2,18 4,23 2,52
|
2,25 4,16 0,84 0,21 0,57 2,94 0,37
|
,024 < ,001 ,400 ,827 ,568 ,003 ,710
|
Fantasía Adulta Estimulación parental de la fantasía infantil |
7,36 34,95 |
3,53 19,55 |
10,84 39,08 |
3,78 17,11 |
5,92 1,70 |
< ,001 ,088 |
Con experiencias n= 102; Sin experiencias (Control) n= 78.
Se comparó las medidas de esquizotipia, fantasía adulta y estimulación parental de la fantasía infantil entre individuos con experiencias extrasensoriales con un grupo control (sin experiencias) mediante estadística no paramétrica (U de Mann-Whittney).
La H1 era que individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarían más alto en propensión a la esquizotipia en comparación con quienes no tenían tales experiencias, lo cual se confirmó: Individuos con experiencias puntuaron significativamente más alto en comparación con quienes no tuvieron experiencias (z = 2,25, pdif = ,024), en particular en la subescala Experiencias inusuales (z = 4,16, pdif < .001).
La H2 era que individuos que dicen haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarían más alto en propensión a la fantasía en comparación con quienes no tenían tales experiencias, lo cual se confirmó: Individuos con experiencias puntuaron significativamente más alto en comparación con quienes no tuvieron experiencias (z = 5,92, pdif = < ,001).
Finalmente, la H3 era que individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales puntuarían más alto en estimulación parental de la fantasía en la niñez, en comparación con quienes no tenían tales experiencias, lo cual no se confirmó, aunque hay una tendencia en dirección hacia quienes tuvieron tales experiencias, sin embargo, la p no alcanza a ser estadísticamente significativas (pdif = .008) (ver Tabla 1).
Luego, se correlacionó las puntuaciones de alucinación, esquizotipia, fantasía adulta y estimulación de la fantasía infantil mediante estadística no paramétrica (Rho de Spearman). De la matriz de correlaciones, se encontraron relaciones positivas entre alucinación con esquizotipia (p < .001) (en particular Experiencias Inusuales y Desorganización cognitiva, y Esquizotipia positiva), y alucinación con fantasía adulta (p = .017), Esquizotipia con Fantasía adulta (p < .001), (en particular (en particular Experiencias Inusuales, Desorganización cognitiva, y Esquizotipia positiva, todas p < .001). Estimulación de la fantasía en la niñez correlacionó negativamente con alucinación (p = .048), Esquizotipia Negativa (en particular Anhedonia introvertida), pero positivamente con Fantasía adulta (p= .013).
Finalmente, para determinar cual de las variables analizadas predijo la ocurrencia de experiencias extrasensoriales, se realizó un análisis de regresión logística binaria. El procedimiento estadístico recomendado empleado fue un análisis por el método de pasos hacia adelante de Wald.
TABLA 2: REGRESIÓN LOGÍSTICA BINARIA
Variables |
â |
E.T. |
Wald |
gl |
P |
Exp(B) |
Paso 1(a)
|
Fantasía Adulta
|
,270
|
,052
|
26,948
|
1
|
< ,001
|
1,31
|
Paso 2(b) |
Exp. Inusuales Fantasía Adulta |
,169 ,236 |
,076 ,054 |
4,971 18,974 |
1 1 |
< ,026 < ,001 |
1,18 1,26 |
a Variable(s) introducida(s) en el paso 1: Fantasía Adulta.
b Variable(s) introducida(s) en el paso 2: Experiencias Inusuales.
De la muestra de 180 participantes, los resultados del mejor modelo (paso 2) mostró que Experiencias Inusuales (subescala de Esquizotipia), en primer orden, era el mejor predictor para la experiencia de experiencias extrasensoriales (con/sin) [ß = 1.69, Wald = 4,97; gl = 1; p < .001; Exp(B) = 1.18; R2 de Nagelkerke´s = ,24], y en segundo orden, la fantasía adulta [ß= .236, Wald = 18,97; gl = 1; p < .001; Exp(B) = 1.26; R2 de Nagelkerke = .28], pero en un grado débil. Esto sugiere que el factor Experiencias Inusuales puede estar por debajo de la diferencia entre ambos grupos, mientras que Esquizotipia y Propensión a la fantasía no resultaron predictoras (ver Tabla 2).
CONCLUSIONES
El objetivo de este estudio fue examinar diferencias en propensión a la alucinación, esquizotipia, fantasía adulta, y estimulación parental de la fantasía en la niñez en individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales en la población general, específicamente la relación entre estas variables y determinar cuál de ellas predice mejor la ocurrencia de estas experiencias en aquellos individuos que las reportan.
De 180 individuos de ambos sexos, se encontró que el 56% (n= 102) indicaron haber tenido experiencias extrasensoriales. La mayoría de estas personas eran mujeres, con una edad promedio de 34 años, en su mayoría de religión católica y con buen nivel educativo (18% profesionales),. Aunque no se llevó a cabo ningun procedimiento para controlar sexo y edad, u otras diferencias demográficas, no se encontraron visiblemente diferencias en las principales características demográficas, tales como diferencias de género, ocupación, religión o estado civil.
Se encontró que aquellos individuos que afirman haber tenido experiencias extrasensoriales tienden a mostrar mayor propensión a la esquizotipia, y tener más experiencias cognitivo-perceptuales inusuales. También se encontró que quienes tienen experiencias son más propensos a fantasear en su vida adulta, pero no han tenido estimulación de su fantasía en su infancia de parte de sus progenitores en comparación con quienes han tenido experiencias. Sin embargo, el dato más relevante en este estudio es que estos individuos puntúan más alto en esquizotipia “positiva”, indicando que son más propensas a experimentar eventos inusuales pero que no tienen las características patológicas o negativas de la esquizofrenia. Esto confirma que quienes tienen tales experiencias pueden ser bizarros en su forma de pensar o actuar, pero sus puntuaciones de esquizotipia no los posiciona en riesgo de padecer una disfunción perceptual o cognitiva como se observa en individuos con síntomas agresivos o de aislamiento social.
Un análisis adicional reveló que aquellos que son propensos a tener experiencias alucinatorias no patológicas mostraban indicadores de esquizotipia positiva, en particular experiencias inusuales, pero –confirmando la comparación anterior con esquizotipia “negativa”– no se encontraron relaciones con indicadores de riesgo. Las experiencias alucinatorias o experiencias perceptuales inusuales también muestran una relación con la fantasía en la vida adulta, y la propensión a la esquizotipia positiva, confirmando nuevamente que la fantasía posiblemente actúe como un “modulador” de ciertas experiencias inusuales, y que el individuo que las experimenta es capaz de distinguir sus fantasias de la realidad. Esta plasticidad posiblemente evita que el individuo sucumba frente a la extrañeza de tales experiencias, cooperando a la construcción de un marco de referencia o un contexto donde interpretarla y darles sentido, y evitar la rigidez de sus convicciones.
Un dato relevante que surge de la estimulación parental de la fantasía en la niñez es que aquellos que han recibido mayor estimulación a través de juegos o relatos de cuentos tienden a mostrar menor riesgo de desarrollar experiencias esquizotípicas negativas y fortalece el desarrollo de una rica vida fantasiosa adulta, que puede ser funcional en el desempeño artístico. |
Aunque la fantasía adulta también está relacionada con la fantasía infantil, es decir, que quienes han sido estimulados en su infancia tienden a fantasear también en su vida adulta, sin embargo, quienes fueron estimulados en su fantasía infantil tienden a mostrar menor propensión a alucinar, y menor número de indicadores “negativos” de esquizotipia. Posiblemente la estimulación de la fantasía infantil neutraliza de algún modo la ocurrencia de experiencias perceptuales inusuales en la vida adulta, aunque no de una manera significativa. Este dato es relevante en términos de considerar que quienes han sido estimulados, por ejemplo, con la lectura de libros e historietas, escuchar música, actitividades creativas (dibujar, pintar, danzar), manualidades, juegos de mesa, o escribir poesías, muestran no sólo mayor creatividad en su vida adulta, sino una vida mucho más rica y menos propensa al aislamiento, y a conductas agresivas típicas de los síntomas negativos de la esquizotipia, en particular, la anhedonia y la impulsividad.
Esto aparece claramente confirmado en las variables predictoras de este estudio, las experiencias inusuales de la esquizotipia y la fantasía adulta mostraron ser dos características o variables que permiten la emergencia del reporte de ciertas experiencias extrasensoriales. Por supuesto, no es posible concluir –con los datos recogidos en este estudio– que aquellos que reportan tales experiencias verídicamente han tenido tales experiencias, o que se puede demostrar con ello la existencia de la telepatía y la precognición, sin embargo, quiza lo más relevante, es que quienes tienen tales experiencias muestran una vida mucho más rica en fantasía que quienes no las tienen.
Un dato relevante que surge de la estimulación parental de la fantasía en la niñez es que aquellos que han recibido mayor estimulación a través de juegos o relatos de cuentos tienden a mostrar menor riesgo de desarrollar experiencias esquizotípicas negativas y fortalece el desarrollo de una rica vida fantasiosa adulta, que puede ser funcional en el desempeño artístico. Futuros estudios deberían examinar estas relaciones sobre poblaciones específicas de artistas, músicos y otros individuos creativos, y poner a prueba si las experiencias perceptuales inusuales ocurren con mayor frecuencia. La ausencia de indicadores negativos claramente confirma estudios previos (Parra, 2011a, 2011b, Parra, 2012a, 2012b; Parra, A. & Corbetta, 2013) y evita la categorización negativa según la cual, quienes las reportan, están desequilibrados o padecen un trastorno mental. Serán necesarios más estudios para confirmar en que médida y de qué forma tales experiencias interactuan con otras variables y comprender mejor sus formas y contenido.
Referencias
American Psychiatric Association (1994/2002). Diagnostic and statistical manual of mental disorders, Fourth edition. Washington, DC: Author.
Äs, A. (1963). Hypnotizability as a function of nonhypnotic experiences. Journal of Abnormal and Social Psychology, 66, 142-150.
Chapman, L.J., Edell, E.W, y Chapman, J.P. (1980). Physical anhedonia, perceptual aberration and psychosis proneness. Schizophrenia Bulletin, 6, 639-653.
Claridge, G. (1997a). Schizotypy: Implications for illness and health. Oxford: Oxford University Press.
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* El presente estudio es una versión abreviada de la tesis de grado defendida en la Universidad Abierta Interamericana para obtener el título de Licenciado en Psicología.
** Psicólogo graduado en la Universidad Abierta. Se ha desempeñado como guardavidas, y es experto en primeros auxilios, y Auxiliar en Kinesiología. Actualmente, se desempeña en el Centro de Atención Resiliencia como terapeuta clínico cognitivo a pacientes que padecen trastornos neuróticos complejos.
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