Instituto de Psicología Paranormal Instituto de Psicología Paranormal
E-BOLETÍN PSI. Vol.10, No.1, Enero 2015

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DESDE EL ESCRITORIO DEL EDITOR…
Bienvenidos a este nuevo ejemplar del E-boletín Psi. Iniciamos 2015 con buenas noticias acerca de eventos en el Instituto de Psicología Paranormal, nuevos proyectos de investigación, actividad educativa, estudios clínicos e históricos, entre otros.

En este número, Alejandro Parra presenta un estudio sobre premoniciones y carácterísticas de personalidad, como neuroticismo, extraversión, empatía y esquizotipia. En particular individuos que reportan haber tenido experiencias premonitorias en sueños y en vigilia. Aquellos que reportaron premoniciones tenían puntuaciones más altas en empatía cognitiva y esquizotipia positiva (por ej. experiencias inusuales). Según Parra, no se encontraron diferencias en la dimensión negativa de esquizotipia en quienes tuvieron experiencias premonitorias.

Noelia Padín también evaluó la esquizotipia y el bienestar espiritual en practicantes de cultos umbanda y cristianos evangélicos. Sus resultados demostraron que los miembros del culto evangélico experimentan mayor bienestar espiritual que los del culto Umbanda, aunque este último grupo mostró mayor propensión a la esquizotipia. Esto podría apoyar la hipótesis de que ciertas prácticas religiosas que parecen disfuncionales fuera del contexto de interpretación del sistemas de creencias del culto, sin embargo, pueden producir patrones salugénicos que sirven a propósitos sociales y culturales de la práctica religiosa.

En el contexto de la Mesa Redonda Magistral 2014 “Visitantes Intangibles”, celebrada por el Museo Roca y el Instituto de Psicología Paranormal, Mauro Vallejo discute el rol del discurso médico en Argentina frente a espiritistas, curanderos e hipnotizadores, la persecución de sanadores populares, el intento por describir en clave patológica la conducta de los sanadores, y el escaso control de tales acciones en la sociedad, en particular, en de los círculos espiritistas. Soledad Quereilhac examina el rol de los médiums en la literatura fantástica argentina, en particular los escritos de Eduardo L. Holmberg, Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Atilio Chiáppori. Quereilhac plantea el abordaje positivo de las ciencias frente al emergente espiritismo, magnetismo y teosofía entre 1890 y 1910. Estas formas del relato fantástico demuestran el interés de dotar de materialidad a aquello que la cultura relega al campo de lo abstracto, lo incorpóreo o lo imaginario. Sebastián Lía analiza experiencias personales de sus propias vivencias como médium.

Finalmente, Carlos S. Alvarado revisa las dos últimas obras de Alejandro Parra Las Alas de Psiqué, y Jorge Villanueva escribe acerca de los últimos títulos en la literatura parapsicológica. Al finalizar este volúmen (10), se cumplen diez años de edición ininterrumpida de nuestro e-boletin Psi. por lo cual produciremos un ejemplar especial relevando un índice de todos los artículos publicados a lo largo de estos 30 últimos ejemplares.

Esperamos que disfruten este e-boletín. Hasta la próxima!



–El Editor


Alejandro Parra, Editor
Alejandro Parra, Editor
rapp@fibertel.com.ar

Investigación I

RASGOS DE PERSONALIDAD ASOCIADOS CON LA EXPERIENCIA PREMONITORIA: NEUROTICISMO, EXTRAVERSIÓN, EMPATÍA Y ESQUIZOTIPIA*

Alejandro Parra**

Alejandro Parra
Alejandro Parra
rapp@fibertel.com.ar


INTRODUCCIÓN

Una premonición puede ser definida como la sensación o impresión de que algo va a ocurrir, especialmente algo siniestro o grave, sin embargo, aparentemente no hay ninguna información al alcance de los sentidos. La precognición se considera una forma de percepción extrasensorial en donde un evento futuro no se puede inferir de los datos conocidos de la realidad presente (Dossey, 2009; Thalbourne, 2003). Aunque se han llevado a cabo varias encuestas sobre experiencias espontáneas (Green, 1960; Hearne, 1984; Rin, 1954; Ryback y Sweitzer, 1990; Saltmarsh, 1934), estudios de casos individuales (Besterman, 1933; de Pablos, 1998; Sondow, 1988), estudios experimentales en laboratorio (Ullman, Krippner, y Vaughan, 1989) y estudios de la fenomenología de la experiencia premonitoria, la investigación sobre los factores psicológicos y personalidad que podrían estar asociados con tales experiencias –en vigilia o en sueños– es bastante escasa (Lester, Thinschmidt y Trautman, 1987; Parra, 2011, 2012; Rattet y Bursik, 2001; Rhine, 1962; Scheidl, 2009; Schmeidler y McConnell, 1958; Sunmola y Adejumo, 2000).

Hay una incidencia relativamente alta de sueños premonitorios. L. E. Rhine (1954) observó que el 75% de sus casos premonitorios ocurrían en sueños, y el otro 25% en vigilia; que la fenomenología de las experiencias premonitorias presenta formas intuitivas (saber que algo está por ocurrir sin poder determinar qué, el 19%), alucinatorias (visiones nítidas de un evento, el 6%), sueños realistas (un evento tal como realmente ocurririá en sueños, el 60%) y sueños simbólicos (o no realistas, representaciones simbólicas, o condensadas en sueños, de un evento futuro, el 15%). La misma tendencia se encontró en otros estudios (Feather y Schmicker, 2005; Green, 1960; Houran & Lange, 1998; Orme, 1974; ver también Irwin y Watt, 2007). La mayoría de los sueños premonitorios en estas colecciones tienden a ser realistas, es decir, el evento precognizado quedó representado en el sueño de una manera bastante coincidente con el evento tal como éste ocurrió.

L. E. Rhine hizo uno de los primeros análisis estadísticos de sus casos premonitorios, y determinó que el 75% ocurría en sueños, otras formas incluía la intuitiva o premonitoria (19%), alucinatoria (6%), y sueños simbólicos (o no realistas, el 15%).
L. E. Rhine hizo uno de los primeros análisis estadísticos de sus casos premonitorios, y determinó que el 75% ocurría en sueños, otras formas incluía la intuitiva o premonitoria (19%), alucinatoria (6%), y sueños simbólicos (o no realistas, el 15%).

En un estudio reciente, Parra (2013a) encontró que de aquellos que tuvieron premoniciones en sueños (N= 92, 21%), el 7% indicó haberlas experimentado al menos una vez en su vida y aproximadamente la mitad (52%) experimentó premoniciones pero éstas no estaban relacionadas con sueños; y sus experiencias premonitorias (en sueño y en vigilia) eran vívidas y claras (36%). En contraste, las premoniciones en vigilia (es decir, presentimientos, corazonadas, y otros signos físicos) eran solamente un poco menos vívidos que sus premoniciones en sueños (56%).

Según Eysenck (1967), si la percepción extrasensorial es una forma primitiva de percepción, la excitación cortical elevada debería ser desfavorable para la señal “débil” de psi; es decir, los introvertidos tienden a tener mayor grado de excitación cortical. Los extravertidos –por el contrario– deberían tener puntuaciones altas en experimentos parapsicológicos. Los individuos con alta excitación cortical “bloquean” la señal psi. De hecho, Rattet y Bursik (2001) encontraron que las personas que decían tener premoniciones eran más extrovertidos que quienes no tenían tales experiencias. Además, Lester, Thinschmidt y Trautman (1987) encontraron que la experiencia precognitiva también está directamente relacionada con el perfil Sensación/Intuición del MBTI de Myers Briggs, es decir, as experiencias paranormales parecen presentarse con mayor frecuencia en individuos que tienen la tipología Sensación, Percepción, e Intuición del MBTI, en línea con aquellos estudios que indican que aquellos individuos que tienen un mayor creencia en fenómenos paranormales, son menos lógicos y más abiertos que los no creyentes.

Otro componente importante es la empatía, un rasgo de la personalidad social, que puede ser funcional a psi, mejorando y reforzando recíprocamente la “fuerza” de estas habilidades y –asi como otras experiencias– aceptando que son "sensibles" a experiencias premonitorias, sobretodo en relación a otras personas, quizá como un mecanismo de protección social o interpersonal. Hay varios tipos de experiencias paranormales que parecen estar relacionadas –e incluso a veces se confunden– con la empatía (Donovan, 1994; Jordan, 2008). De hecho, ciertas experiencias premonitorias están asociadas a acontecimientos que atentan contra la integridad de si mismo o de otros, siendo la empatía una característica de personalidad que contribuye a la capacidad de comprender y responder de forma adaptativa a las emociones de los demás (Parra, 2013a). En consecuencia, es posible que las experiencias premonitorias requieran necesariamente un perfil empático de personalidad como un componente facilitador o conducente para ciertas experiencias psi.

Hans Eysenck, el célebre investigador de la personalidad, sugirió que si la percepción extrasensorial es una forma primitiva de percepción, el arousal cortical debería atentar contra la débil señal psi. En consecuencia, los extrovertidos –que tienen un arousal más bajo- deberían ser mejores receptores de psi, porque están más atentos a las señales del entorno que los introvertidos, quienes, a diferencia, tienden a mostrar mayor <I>arousal</I> cortical, “bloqueando” posiblemente a psi.
Hans Eysenck, el célebre investigador de la personalidad, sugirió que si la percepción extrasensorial es una forma primitiva de percepción, el arousal cortical debería atentar contra la débil señal psi. En consecuencia, los extrovertidos –que tienen un arousal más bajo- deberían ser mejores receptores de psi, porque están más atentos a las señales del entorno que los introvertidos, quienes, a diferencia, tienden a mostrar mayor arousal cortical, “bloqueando” posiblemente a psi.

Otra línea de investigación sugiere que las premoniciones son experiencias perceptuales anómalas que podrían estar asociadas a rasgos patológicos, o a cierto grado de “plasticidad” cognitiva, como por ejemplo, la somatización, la disociación y el límite “fino” que en cierto grado no son disfuncionales, pero que contribuyen como un factor adaptativo frente a ciertos eventos traumáticos. El modelo de esquizotípia "saludable" difiere del criterio cuasi-dimensional de esquizofrenia (Claridge, 1997; McCreery y Claridge, 1995, 2002). Por ejemplo, individuos que reportan experiencias parecen estar no sólo mentalmente integrados a pesar de sus experiencias, sino incluso gracias a éstas (como ejemplo, ver Parra, 2006, 2012). Por ejemplo, Hearne (1984) encontró altos niveles de neuroticismo en personas que respondieron a un anuncio en los medios de prensa pidiendo sueños premonitorios, y Sunmola y Adejumo (2000) encontraron una relación entre frecuencia de sueños premonitorios y una escala de somatización. Desde un punto de vista teórico, parece plausible que aquellas personas que se muestran abiertas a experiencias inusuales y tienen mayor insight a tales experiencias muestran más premoniciones simplemente porque encuentran más coincidencias entre tales experiencias y sus propios sueños (Sondow, 1988).

En consecuencia, nos preguntamos ¿en qué difieren individuos con premoniciones en términos de sus rasgos de personalidad? El objetivo de este estudio es comparar la frecuencia de tales experiencias y variables de personalidad, tales como neuroticismo, extraversión, empatía y esquizotipia. Mi predicción es que aquellos que reportan experiencias premonitorias (en sueños o en vigilia) tenderán a ser (1) más extravertidos, (2) emocionalmente más inestables, (2) más empáticos, y (3) puntuarán más alto en esquizotipia “positiva” (pero no sus rasgos negativos) en comparación con individuos sin experiencias.


MÉTODO

Participantes

De un total de 513 estudiantes universitarios del Departamento de Psicología de la Universidad Abierta Interamericana (Campus Sur) de Buenos Aires, se recibieron 351 cuestionarios completos (68%). La participación fue anónima y voluntaria. La muestra estuvo compuesta por ambos sexos, 175 (49%) mujeres y 176 (51%) varones, de 17 a 54 años de edad (M = 34 años; DT = 13).


Materiales

Cuestionario de Experiencias Premonitorias. Los reactivos de esta escala estuvieron inspirados en la colección de casos de nuestro propio servicio de consultoría en parapsicología (más de 2000 experiencias) del Instituto de Psicología Paranormal (Gómez Montelli y Parra, 2004; Parra y Corbetta, 2013), y los talleres de interpretación de sueños, ambos llevados a cabo en Buenos Aires (ver Parra, 2009, p. 291). La primera parte, “Premonición en sueños”, incluye Frecuencia, Contenido, Símbolos, Vividez, Claridad, Intensidad emocional, Capacidad de discernir entre un sueño “normal” y sueños “premonitorios”, Rango temporal, y Personas involucradas. La segunda parte, “Premoniciones no relacionadas con sueños” (o presentimientos), también incluyen: Frecuencia, Intensidad, Claridad, Capacidad para discernir entre una “anticipación” y una “premonición”, Personas involucradas en las premoniciones y Parientes con experiencias premonitorias previas. Los participantes también podían describir los tipos de experiencias premonitorias que tuvieron, tales como, éxito inusual en el juego, evitar accidentes, asaltos/robos, accidentes, la muerte de alguien cercano, etc. También evalúa cuatro modalidades sensoriales de experiencias premonitorias: Visuales, Sensación súbita (presentimientos), escuchar voces y Percibir indicadores físicos. La Parte 2 también incluye experiencias tales como Emociones negativas/positivas (ver Parra, 2013b para más detalles).

Cuestionario de Personalidad de Eysenck –Revisado para Adultos (EPQR-A) (Eysenck y Eysenck, 1975; Sandin, Valiente, Chorot, Olmedo, y Santed, 2002). Es un instrumento de 94 reactivos de respuesta dicotómica (SI/NO) que mide dos dimensiones de personalidad: Neuroticismo y Extraversión. Individuos que puntúan alto en Neuroticismo son más propensos a experimentar sentimientos de ansiedad, ira, envidia, culpa y depresión, responden desadaptativamente al estrés ambiental, son propensos a interpretar situaciones ordinarias como amenaza, y experimentan frustraciones de menor importancia como situaciones irremediablemente difíciles. Las personas que puntúan alto en Extraversión suelen ser expansivos, impulsivos y desinhibidos; en el otro polo, la introversión, describe a individuos tranquilos, tímidos, e introspectivos, y se muestran reservados y distantes. La escala muestra alta confiabilidad y consistencia interna aceptable.

Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA) (Davis, 1996; López-Pérez, Fernández, y Abad, 2008). Escala autoadministrable de 33 ítems, cuya respuesta contiene una escala Likert de 1 a 5 (1= puntuación baja a 5= puntuación alta). El TECA contiene cuatro subescalas: dos cognitivas y dos emocionales. Las dos primeras son “Adopción de Perspectivas” y “Comprensión Emocional”, que mide la tendencia a tratar de entender cómo otra persona se siente en un momento específico en el tiempo. Las otras dos son “Preocupación Empática” y “Alegría Empática”, que mide la experiencia emocional que se refleja en la alegria o la tristeza de otra persona (López-Pérez, Fernández, y Abad, 2008; Pérez-Albéniz, de Paúl, Etxebarría, Montes, y Torres, 2003). El TECA posee alta confiabilidad (alfa de Cronbach = 0.87) y validez en su versión argentina.

Inventario de Sentimientos y Experiencias Oxford-Liverpool (O-LIFE, Mason, Claridge y Jackson, 1995). Se trata de un cuestionario de 150 reactivos de respuesta dicotómica (SI/NO) que permite evaluar la propensión a la esquizotipia en términos de cuatro dimensiones: (1) Esquizotipia positiva, que evalúa experiencias inusuales y desorganización cognitiva, esto es, la tendencia a la desorganización del pensamiento, creencias bizarras y algo irracionales; y la Esquizotipia Negativa, compuesto por la Anhedonia Introvertida (aislamiento social) e Inconformidad impulsiva (conductas y actitudes agresivas). Los creadores de la escala defienden la teoría que sugiere un continuo de actitudes, experiencias, conductas y creencias en una línea cuasi-dimensional que va desde estados disociativos “normales” a estados más extremos relacionados con la psicosis, en particular, con la esquizofrenia. La disposición a tener percepciones inusuales, y otras experiencias perceptuales, tales como alucinaciones, creencias mágicas o supersticiosas, y sobreinterpretación o distorción de eventos (propensión al delirio), es una característica común en individuos con puntuaciones altas en el O-LIFE (ver Mason, Claridge y Jackson, 1995 y Mason, Claridge y Williams, 1997). La evaluación psicométrica de la O-LIFE ha mostrado buena confiabilidad test-retest (r = 0,80), así como una consistencia interna aceptable (alfa de Cornbach= 0,77). El coeficiente de correlación alfa de Cronbach para la población argentina es de 0,91 (ver Parra, 2011).


Procedimiento

Los participantes completaron la batería de cuestionarios e información sobre los objetivos del estudio (pero no las hipótesis) en un sobre y se les invitó a participar completando las escalas en una sesión única previamente acordada con los docentes. La participación fue voluntaria. También se suscribió un consentimiento informado utilizando un lenguaje razonablemente comprensible (Barden, 2001).


Análisis

La muestra se reagrupó en función de si los encuestados indicaban haber tenido premoniciones en sueños y premoniciones no relacionados con sueños (en vigilia). El análisis estadístico incluyó estadística no paramétrica: Rho de Spearman para correlacionar y U de Mann-Whittney para comparar. Los datos se exportaron a un paquete estadístico (SPSS v.20) para su análisis.


RESULTADOS


TABLA 1:
COMPARACIÓN DE RASGOS DE PERSONALIDAD ENTRE INDIVIDUOS CON Y SIN PREMONICIONES EN SUEÑOS

Sin experiencias
(n= 271)
Con experiencias
(n= 80)
Media DT Media DT z p d de
Cohen
Neuroticismo (EPQR-A) 13,47 5,10 14,43 4,89 1,67 0,09 0,19
Extraversión (EPQR-A) 11,91 3,85 12,04 3,98 0,33 0,74 0,03
Empatía (IRI)

   Adopción de Perspectivas

   Comprensión Emocional

   Alegría Empática

   Empatía Negativa
105,60

25,97

28,90

22,48

28,15
16,75

5,08

5,40

5,38

5,27
111,40

27,61

30,04

23,80

29,73
17,79

5,41

5,28

5,32

5,59
2,89

2,46

1,75

1,85

2,27
0,004

0,01

0,08

0,06

0,02
0,33

0,31

0,21

0,24

0,29
Esquizotipia (O-LIFE)

   Positiva

   Negativa
1,50

0,33

0,39
0,90

0,29

0,44
1,66

0,52

0,34
0,72

0,42

0,15
1,75

4,69

0,56
0,08

< 0,001

0,57
0,19

0,52

0,15



Premoniciones en Sueños

La Hipótesis 1 era que individuos con sueños premonitorios puntuarían alto en extraversión y neuroticismo en comparación con un grupo control (sin experiencias) lo cual no fue confirmada. La Hipótesis 2 era que individuos con experiencias premonitorias puntuarían alto en empatía, lo cual fue confirmada. La media de individuos con experiencias fue significativamente mayor que el grupo control (z = 2.89, p = 0,004, a una cola). Hay dos factores que también mostraron diferencias significativas, esto son Adopción de Perspectivas (z = 2.46, p = 0,014, a una cola) y Empatía Negativa (z = 2.27, p = 0,023, a una cola). La Hipótesis 3 era que individuos con experiencias premonitorias puntuarían alto en esquizotipia, lo cual no confirmada. Sin embargo, puntuaron significativamente más alto en esquizotipia “Positiva” (z = 4.69, p < 0,001, a una cola) y no se encontaron diferencias con la “Negativa” (ver Tabla 1).


TABLA 2:
COMPARACIÓN DE RASGOS DE PERSONALIDAD ENTRE INDIVIDUOS CON Y SIN PREMONICIONES EN VIGILIA

Sin experiencias
(n= 167)
Con experiencias
(n= 184)
Media DT Media DT z p d de
Cohen
Neuroticismo (EPQR-A) 13,96 4,86 13,29 5,34 1,44 0,14 0,15
Extraversión (EPQR-A) 12,00 3,81 11,84 3,99 0,75 0,44 0,01
Empatía (IRI)

   Adopción de Perspectivas

   Comprensión Emocional

   Alegría Empática

   Empatía Negativa
108,50

26,59

29,69

29,16

22,89
16,64

5,14

5,04

5,41

5,35
104,59

25,98

28,37

27,56

22,63
17,66

5,28

5,78

5,19

5,45
2,87

1,06

2,35

3,29

0,52
0,004

0,28

0,018

0,001

0,60
0,35

0,22

0,32

0,22

0,17
Esquizotipia (O-LIFE)

   Positiva

   Negativa
0,41

0,45

0,32
0,34

0,24

0,26
0,31

0,43

0,32
0,31

0,26

0,35
2,78

4,42

0,73
0,005

< 0,001

0,46
0,30

0,52

0,15



Premoniciones en Vigilia

La Hipótesis 1 era que individuos con premoniciones puntuarían alto en extraversión y neuroticismo en comparación con un grupo control (sin experiencias) lo cual no fue confirmada. La Hipótesis 2 era que individuos con experiencias premonitorias puntuarían alto en empatía, lo cual fue confirmada: La media de individuos con experiencias fue significativamente mayor que el grupo control (z = 2,87, p = 0,004, a una cola). Hay dos factores que también mostraron diferencias significativas: Adopción de Perspectivas (z = 2,46, p = 0,014, a una cola) y Empatía Negativa (z = 2.27, p = 0,023, a una cola). La Hipótesis 3 era que individuos con experiencias premonitorias puntuarían alto en esquizotipia, lo cual fue confirmada (z = 2,78, p = 0,005, a una cola). La Esquizotipia positiva (pero no la negativa) fue significativamente más alta en individuos sin experiencias (z = 4.42, p < 0,001, a una cola) (ver Tabla 2).


Análisis de regresión logística

La matriz de coeficientes de correlación de los resultados en la regresión logística (lineal) indicó que el efecto de las variables de personalidad para los dos tipos de experiencia (Premonición en sueños y Premonición en vigilia) debía ser controladas para la edad y el género, porque los resultados pueden ser confundidos por estas dos variables (por ejemplo, las mujeres tienden a reportar más premoniciones y por lo general muestran mayor empatía que los varones, por lo que estos resultados pueden ser producto de un artificio). Para “Premonición en sueños”, la variable Empatía resultó el mejor predictor (R 2 = 0.056, β = 0,027, p = 0,005), y como segundo predictor Esquizotipia positiva (β = 0,72, p = 0,008). Para “ Premoniciones en vigilia”, Empatía también resultó el mejor predictor (R 2 = 0,034, β = 0,02, p = 0,005). Esto sugiere que la empatía puede estar por debajo de la diferencia entre ambos grupos (individuos con y sin experiencias), mientras que las variables Género y Edad no aportaron nada a la predicción.


DISCUSIÓN

El objetivo de este estudio fue comparar medidas de personalidad, como neuroticismo, extraversión, empatía y esquizotipia entre individuos con y sin experiencias premonitorias (en sueños y en vigilia). En línea con otros estudios (Claridge, 1997; McCreery y Claridge, 1995, 2002; Parra, 2006, 2011, 2012, 2013a), los resultados muestran una fuerte asociación con la empatía y la esquizotipia (positiva) para ambos tipos de experiencia, siendo la empatía cognitiva (la capacidad para entender las emociones de los demás) y la empatía positiva (compartir vicario de una emoción positiva) una característica que distingue a individuos con experiencias premonitorias.

Es interesante que los individuos con experiencias no mostraron mayor neuroticismo ni extraversión, pero confirman el efecto de ciertas experiencias perceptuales anómalas (indicadores de esquizotipia no patológica) y la comprensión emocional (empatía cognitiva). Hearne (1984) y Reed (1988) encontraron que la frecuencia de experiencias precognitivas estaban inversamente relacionadas con el neuroticismo, esto es, que quienes tienen experiencias premonitorias tienden a ser emocionalmente más estables. Tal vez este último hallazgo permite explicar el patrón conflictivo relacionado con las experiencias paranormales y el neuroticismo (ver Haight, 1979).

Jung creía que estas coincidencias significativas resultaban en una necesidad vital del individuo de saber acerca de, por ejemplo, la muerte de un familiar o descubrir algun objeto extraviado. Jung (1958) explica que tales “sincronicidades” ocurren cuando un evento experimentado intrapsíquicamente, por ejemplo, un sueño, una visión o una premonición, tiene una correspondencia con la realidad externa, por lo que la representación interna de la experiencia se convierte en realidad.

Por su parte, Rattet y Bursik (2001) no sólo obtuvieron resultados que apoyan las conclusiones de Eysenck, sino que también encontraron una confirmación parcial al modelo Intuitivo-Sensorial de tipología junguiana. En otras palabras, mientras que la extraversión se relaciona directamente con la experiencia precognitiva, quienes reportaron tales experiencias también tienden a ser más intuitivos (usando la escala MBTI de Myers Briggs). Por lo tanto, el tipo de personalidad intuitivo-extravertida tendría más probabilidad de experimentar premoniciones. Pero esta conclusión, sin embargo, no puede ser defendida usando este estudio.

Por otra parte, aunque los rasgos de personalidad esquizotipica se asocian con la experiencia premonitoria, personas con experiencias premonitorias no difieren en la dimensión negativa de la esquizotipia. De acuerdo con resultados previos (McCreery y Claridge, 1995, 2002; Parra, 2011, 2012), las puntuaciones de experiencias estaban asociadas con niveles altos de empatía cognitiva y esquizotipia "saludable" o positiva. Las premoniciones también pueden involucrar la transferencia emocional por medios paranormales, de hecho, la empatía es la capacidad de "ponerse en los zapatos del otro", el compartir vicario de las emociones de otro en uno mismo, como una especie de “resonancia emocional”. ¿Podría esta resonancia ser la clave para comprender ciertas experiencias extrasensoriales, como las premoniciones? Dossey (2009, p. 131) argumenta que la compasión y la empatía se asocian con las premoniciones posiblemente debido al sentimiento de conexión con los otros. La capacidad de utilizar la empatía cognitiva y emocional de manera integral parece importante en muchas experiencias premonitorias, sobretodo en aquellos que practicantes de sanación o ven el aura (Parra, 2013a).

Estas experiencias deben ser estudiadas desde una perspectiva psicológica, permitiendo así comprender mejor su relación con la personalidad y el comportamiento humano. Futuros estudios con otros indicadores clínicos podrán arrojar luz acerca de la congruencia entre otros rasgos de personalidad, como transliminalidad o el límite “fino”, con las experiencia premonitorias.


Referencias

Barden, R.C. (2001). Informed consent in psychotherapy: a multidisciplinary perspective. Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law, 29, 160–166.

Besterman, T. (1933). Report of an inquiry into precognitive dreams. Proceedings of the Society for Psychical Research, 41, 186–204.

Claridge, G. (1997). Schizotypy: Implications for Illness and Health. Oxford, UK: Oxford University Press.

Davis, M. (1996). Empathy: A social psychological approach. Boulder, CO: Westview Press.

De Pablos, F. (1998). Spontaneous precognition during dreams analysis of a one-year naturalistic study. Journal of the Society for Psychical Research, 62, 423-433.

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Dossey, L. (2009). The power of premonitions: How knowing the future can shape our lives. New York, NY: Penguin Books.

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Feather, S.F., & Schmicker, M. (2005). The gift: Extraordinary paranormal experiences of ordinary people. London: Rider.

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Haight, J. (1979). Spontaneous psi cases: A survey and preliminary study of ESP, attitude and personality relationships. Journal of Parapsychology, 43, 179-203.

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Honorton, C.; Ferrari, D., & Bem, D. (1990). Extraversion and ESP performance: meta analysis and a new confirma¬tion. En L. A. Henkel. & G. R. Schmeidler (Eds.), Research in Parapychology 1989 (pp. 35 38). Metuchen, NJ: Scarecrow Press.

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* Psicólogo (UAI), Doctor en psicología (UCES) y psicoterapeuta en la práctica privada. Es profesor graduado en Psicología por la Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires, y docente adjunto e investigador universitario (Categoría IIA. Res. CSN.4140/13). Es consultado regularmente por diversos medios de prensa, grafica radial y TV, locales e internacionales. Fue editor de la Revista Argentina de Psicología Paranormal (1990-2004) y desde 2006 del boletín electrónico Psi (E-boletin Psi). Es Presidente del «Instituto de Psicología Paranormal» y la Agencia Latinoamericana de Informacion Psi. Es autor de doce libros, entre los cuales se destacan Fenómenos paranormales: Una introducción a los eventos sorprendentes (Kier, 2003), Sueños: Cómo interpretar sus mensajes (Kier, 2005), Las Alas de Psiqué (Antigua, 2014), y Alucinaciones: ¿Experiencia o Trastorno? (Teseo/UAI). Ha publicado más de 250 artículos en revistas académicas y de divulgación. Desde 2014, ha sido designado coordinador de la Primer Diplomatura Superior en “Psicoterapia y Espiritualidad” en la Universidad Abierta Interamericana desde 2014.

Investigación II

BIENESTAR ESPIRITUAL Y ESQUIZOTIPIA EN PRACTICANTES DE CREENCIAS RELIGIOSAS*

Noelia S. Padin**

Noelia S. Padin
Noelia S. Padin
padin.noelia@hotmail.com.ar

INTRODUCCIÓN

Se ha reconocido a la espiritualidad como una parte integral del bienestar, la salud y la calidad de vida, y varios autores relacionan el bienestar espiritual con el afrontamiento positivo a las dificultades de la vida (Cederblad, Dahlin, Hagnell, & Hansson, 1995). Según Koenig, la espiritualidad es la búsqueda que realizan las personas para comprender las respuestas a las preguntas referidas a la vida, su significado y la relación con lo sagrado, que pueden o no conducir al despliegue de rituales religiosos (ver Koenig, McCullough y Larson, 2001). Ellison (1983), por su parte, sostiene que el bienestar espiritual es un sentimiento de armonía intrapersonal que incluye la relación con el propio ser, con los otros, con el orden natural o con un poder superior manifiesto a través de expresiones creativas, rituales familiares, trabajo y prácticas religiosas que generan una dimensión existencial (hacia si mismo) y una religiosa (hacia una fuerza superior).

La actividad espiritual afecta a la salud positivamente, así como al sentido de bienestar personal la práctica regular de la oración, leer la Biblia en grupos, disminuye el estrés la hospitalario (Larson, Koenig, Kaplan, & Greenberg, 1989; Koenig, 1993). Las actividades espirituales se han empleado como estrategia de afrontamiento en casos severos de enfermedad y se encuentran asociadas con una menor mortalidad en casos crónicos, quizá por el impacto de la religiosidad en los hábitos de alimentación, consumo de tabaco y alcohol (Zuckerman, Kasl, & Osfeld, 1984), y con menores tasas de cáncer, debido quizá también a mejores dietas alimenticias. Se ha documentado que la espiritualidad ayuda al adulto mayor a afrontar con más éxito el estrés causado por las pérdidas típicas de este período de la vida, y que se asocian con la depresión (Blazer, 2000).

Ferrell (1991) define el bienestar espiritual como la habilidad para mantener la esperanza y alcanzar significado de la experiencia de la enfermedad, e incluye aspectos de trascendencia y mejora a través de la religión y otras fuentes de apoyo social. Las variables estudiadas para medir el bienestar espiritual son la participación en actividades religiosas, participación en otras actividades espirituales: meditación, cambios en la vida espiritual como resultado del diagnóstico de cáncer, incertidumbre o duda en cuanto al futuro, cambios positivos de la enfermedad en la vida, razón para estar vivo y esperanza. En la dimensión de bienestar espiritual se identifica alteración o percepción positiva. Identificando en la percepción positiva la participación en actividades religiosas como rezar, ir a la iglesia o al templo, constituyéndose en un factor protector para abordar la situación.

La esquizotipia se refiere a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal e incluye varias formas de alucinaciones, ideación paranoide, ideas de referencia y trastornos del pensamiento (Wolfradt, Ouibaid, Starube, Bischoff & Mischo, 1999). Para Claridge (1995, 1997) es posible hablar de una “esquizotipia feliz” o “esquizotipia sana” con manifestaciones propias de la psicosis pero sin contenido o consecuencia patológica. A pesar de sus peculiaridades, estas personas pueden ser funcionales, y pueden tener buena adaptación social, aunque será preciso que el resto de los factores de esquizotipia se combinen para dar lugar al perfil esquizotípico de “vulnerabilidad a la esquizofrenia.” La dimensión negativa, en cambio, conocida también como anhedonia, es el aspecto deficitario de la esquizotipia que se caracteriza por la dificultad para establecer relaciones interpersonales, disminución de la conducta afectiva normal del individuo, dificultades para experimentar placer a nivel físico y social, expresar emociones, y ausencia de amigos íntimos.

La dimensión positiva corresponde a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal. Los síntomas positivos son el resultado de una liberación anómala de funciones psicológicas y procesos cognitivos (Lemos Giraldez, 1999). Los síntomas positivos más importantes se refieren a las alucinaciones y pseudoalucinaciones (especialmente auditivas y cenestésicas), ideas delirantes (de temática muy variada y con más frecuencia de autorreferencia), comportamiento extravagante (síntomas catatónicos, estereotipias, ecopraxia, negativismo, mutismo) y trastornos formales del pensamiento (bloqueos o interceptaciones, laxitud asociativa, imposición, difusión y adivinación del pensamiento, pensamiento sonoro, eco del pensamiento).

Los cristianos evangélicos tienen acceso a un sistema de creencias organizado y validado, en consecuencia, un sistema de apoyo social que interpreta sus voces de manera más positiva. Sus experiencias de oír la “voz de Dios” o mensajes del espiíritu santo tiene un significado religioso positivo, de ahí que están más motivados a continuar en la iglesia. La contención y guía que reciben de sus pastores e iglesia le permite interpretar estas voces en forma positiva.
Los cristianos evangélicos tienen acceso a un sistema de creencias organizado y validado, en consecuencia, un sistema de apoyo social que interpreta sus voces de manera más positiva. Sus experiencias de oír la “voz de Dios” o mensajes del espiíritu santo tiene un significado religioso positivo, de ahí que están más motivados a continuar en la iglesia. La contención y guía que reciben de sus pastores e iglesia le permite interpretar estas voces en forma positiva.

Existe una coincidencia entre la propensión a la esquizotipia asociada con creencias y experiencias religiosas y espirituales; por otro lado, la esquizotipia “negativa” o patológica, es un indicador de riesgo para la salud mental. Un gran número de estudios demostró una función adaptativa –e incluso protectora– de ciertas experiencias espirituales. Estas disminuyen el nivel de ansiedad a la muerte, y se asocian a un aumento de la percepción del significado de la vida, el optimismo y el bienestar. Por ejemplo, Lukoff, Lu, y Turner (1992) propusieron que esta categoría incluya el diagnóstico a problemas religiosos o espirituales para compensar la tendencia que existe entre los profesionales de la salud mental a ignorar o patologizar problemas religiosos y espirituales, produciendo mayor iatrogenia (Lukoff, Lu, & Turner, 1992).

Davies, Griffin y Vice (2001) encontraron que el 27% de los individuos en un grupo control (“normal”, creyentes pero no devotos) también había tenido la experiencia de oír voces, pero la experiencia de estas personas no era negativa; de hecho, el puntaje promedio de la experiencia de oír voces estaba del lado positivo de la escala Likert (4 y 5, donde 1 negativa y 7 positiva), mientras que el grupo de psicóticos calificó la experiencia más positiva que el grupo control, y éste, a su vez, encontró la experiencia menos positiva que el grupo cristiano. También, se examinó la experiencia de oír voces en miembros de movimientos religiosos que defienden creencias más extremas y raras que los miembros de las iglesias cristianas evangélicas tradicionales. Es probable que los evangelistas tengan acceso a un sistema de creencias organizado y validado, o un sistema de apoyo social que los miembros de movimientos neo-religiosos, quienes interpretan a sus voces de manera más positiva.

Otros estudios mostraron que las creencias religiosas podían están asociadas con la esquizofrenia premórbida (Margolis y Elifson, 1983), esto es, los que escuchan voces están en una fase premorbida de psicoticismo, y continuan produciendo síntomas psicóticos. En este sentido, si la creencia religiosa fuera un indicador de psicosis premórbida, los grupos evangélicos indicarían mayor proporción de alucinaciones como el grupo de psicóticos, pero las reacciones afectivas son diferentes, y por lo tanto, significativamente más positivas en el grupo evangélico que en el grupo de psicóticos. El grupo evangélico interpretaba su experiencia inicial de oír voces y asignaba un significado religioso positivo, de ahí que estaban más motivados para continuar en la iglesia (una explicación por refuerzo); o bien su experiencia inicial de voces es negativa y pueden ingresar a la iglesia como una forma de interpretar, y luego, ocultar estas experiencias (una explicación por encubrimiento). De modo que la contención y guía que reciben de su iglesia le permite interpretar las voces en forma positiva; de hecho, para los evangelistas su última experiencia era más positiva que lo que había sido la primera (ver los estudios de Margolis y Elifson, 1983).

Además se ha podido observar la aparición de cultos no tradicionales, como la religiosidad afro-brasileña. Los cultos afrobrasileños se caracterizan por el estado de "posesión", pues en sus ceremoniales los adeptos “incorporan” o dicen ser poseídos por orishas (espíritus), caboclos, pretos velhos, exús y otras entidades del culto. Esas incorporaciones se ponen en evidencia mediante estados de trance en que caen los médiums durante sus rituales (Klein, 2006; Pi Hugarte, 1998).

Una de estas expresiones es el culto Umbanda, una religión brasileña, espiritualista y magista (Castillo, 2005) originada en 1904, en el sureste de Brasil, incorporó los nombres yorubas de las divinidades, su teogonía (conjunto de divinidades de un pueblo), su teofanía (aparición o revelación de una divinidad), su cosmogonía (teoría de la fundación del mundo) y su androgenesía (el desenvolvimiento físico y moral de la especie humana), al igual que el contenido de religiones proviene de naciones africanas tales como Congo, Angola, y Guinea. En la actualidad, este culto ocupa un lugar relevante por el que gran cantidad de personas, por diversos motivos, acuden a sus templos para sobrellevar situaciones personales, duelos, divorcios, conflictos familiares y laborales, y problemas de salud. Un grupo particular de interés son los individuos pertenecientes a los cultos religiosos o los nuevos movimientos religiosos (NMR).

Se han realizado varios estudios sobre las características de la personalidad y salud mental de los miembros de los nuevos movimientos religiosos (Richardson, 1995). Se ha recogido una gran cantidad de datos sobre sus antecedentes personales y actitudes (Richardson, Stewart, & Simmonds, 1979; Latkin, Hagan, Littman, & Sundberg, 1987), así como también tests de personalidad, como el Inventario Myers-Briggs y el Inventario Multifacético de Personalidad de Minnesota (Ross, 1983; Poling & Kenny, 1986). Diversas medidas de bienestar subjetivo como percepción de estrés, asistencia social y autoestima han sido reportados (Latkin et al., 1987), así como varios aspectos de la salud mental, como depresión, ansiedad, perdida de comportamiento/control emocional y satisfacción con la vida (Weiss, 1987; Weiss & Comprey, 1987). En general, los miembros de estos movimientos religiosos muestran puntuaciones indistinguibles de las muestras normales y algunas medidas incluso muestran una mejor salud mental y adaptación (para una revisión, ver Richardson, 1995).

Si bien estos estudios demuestran que los miembros de los NMR no son –como grupo– patológico, no se han empleado evaluaciones de psicosis o esquizotipia. Sin embargo, Rust (1992) evaluó la esquizotipia en los miembros de grupos ocultistas, usando el Inventario de Esquizotipia Cognitiva (ver Rust, 1988). Sus resultados fueron concluyentes, dado que las nueve sectas estudiadas mostraron puntuaciones atípicas. Sin embargo, Rust sugirió que los ocultistas podían ser clasificados en dos grupos, uno que caracterizado por la devoción a una autoridad divina, y el otro por un inetrés compartida como grupo mágico. Por desgracia, no fue posible determinar que grupo pertenecía a qué categoría, dado que la confidencialidad impidió que el autor pueda nombrar las sectas estudiadas.

Otro estudio descubrió que, aunque esas personas no muestran delirios “floridos” como los pacientes psicóticos, no podían ser diferenciados de los del grupo con delirios, de acuerdo a un números de elementos de ideación delirante del Inventario de Delirios de Peters (PDI, Peters, Day, McKenna, y Orbach, 1999), o en los niveles de convicción de esas creencias (Peters, Day, McKenna & Orbach, 1999). Sin embargo, estaban significativamente menos angustiados y preocupados por sus experiencias, lo que sugiere que el contenido de las creencias (el “que”) no es tan determinante a la hora de diagnosticar patología que la forma de la creencia (el “cómo”).

La mediumnidad no debe ser considerada una manifestación psicopatológica, sino como una actividad mental que cumple una función social en el contexto del culto. Las experiencias disociativas de sus miembros, asociadas a experiencias perceptuales inusuales y sistemas de creencia cultural, refuerzan el nucleo positivo de la esquizotipia en contraste con elementos mas disfuncionales.
La mediumnidad no debe ser considerada una manifestación psicopatológica, sino como una actividad mental que cumple una función social en el contexto del culto. Las experiencias disociativas de sus miembros, asociadas a experiencias perceptuales inusuales y sistemas de creencia cultural, refuerzan el nucleo positivo de la esquizotipia en contraste con elementos mas disfuncionales.

Un número importante de estudios realizados en America Latina (Moreira Almeida, 2004, 2007; Lewis Fernandez et al, 2009; Negro, Palladino-Negro, y Louza, 2002), ha demostrado cierta prevalencia de experiencias psicóticas relacionadas con vivencias espirituales, pero estas experiencias espirituales pueden ser confundidas con episodios psicóticos y no padecer trastornos psicóticos. Getz et al. (2001) examinó a 131 pacientes en Cincinnati, y constataron que la frecuencia en la participación en actividades religiosas, como ir a la iglesia y participar en grupos de estudio religioso, se asociaba a mayor tasa de delirios religiosos. Lindgren y Coursey (1995) sugieren que las creencias religiosas son usadas para lidiar con el estrés que la dolencia mental puede causar. Peters, Day, McKenna, y Orbach (1999) señalan que la experiencia espiritual también puede considerarse como un proceso creador y de "resolución de problemas", desempeñando un papel específico en la integración de la vida mental de un individuo.

En consecuencia, la hipótesis de una conexión entre esquizotipia y experiencia espiritual plantea que, en la población normal, tener esquizotipia elevada está correlacionada con niveles de experiencia espiritual relativamente altos. Siguiendo este razonamiento, se podría decir que individuos psicóticos –que por definición son esquizotípicos– también deberían tener niveles altos de experiencia espiritual relativamente benigna. El objetivo de este estudio es evaluar la propensión a la esquizotipia e indicadores de bienestar espiritual en practicantes de creencias religiosas (en este caso cristianos evangélicos, practicantes del culto umbanda y un grupo “control” de individuos creyentes no devotos), más específicamente, comparar el grado de bienestar existencial y espiritual y propensión a la esquizotipia positiva y negativa en religiosos y creyentes no devotos.


Hipótesis

H1. Miembros del culto evangélico puntúan más alto en bienestar espiritual que miembros del culto Umbanda.

H2. Miembros del culto umbandista puntuará más alto en esquizotipia en comparación con el grupo evangélico y los creyentes no devotos.

H3. Miembros del culto Umbanda puntúan más alto en esquizotipia negativa que miembros de grupos evangélicos.

H4. Miembros del culto evangélico puntuan más alto en esquizotipia positiva que creyentes no devotos.


MÉTODO

Participantes

Se examinaron tres muestras. Una compuesta por 50 practicantes activos del culto Umbanda de ambos sexos, 30 (60%) mujeres y 20 (40%) varones, entre 21 a 60 años (Media= 33,22; DT= 9,92), provenientes del templo Centro Afro-umbandista Cristina de Oxum. La segunda, una muestra de practicantes cristianos (no-católicos), compuesta por 50 miembros activos de un culto evangélico de ambos sexos, 32 (64%) mujeres y 18 (36%) varones, entre 21 y 60 años (Media= 39,02; DT= 13,49) provenientes de un culto evangélico de la Iglesia Evangelica El Buen Pastor, de la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. La tercera, un grupo de creyentes en Dios (no devotos) pero que no adhieren a un culto específico, compuesto por 50 individuos de ambos sexos, 26 (52%) mujeres y 24 (48%) varones, entre 21 y 60 años (Media= 30M; DT= 9,98), también de la zona sur de la PBA. Los practicantes del culto evangélico (52%) tienden a tener más participación semanal en el culto que el grupo umbandista (42%), incluso cotidiana en este grupo (30%), aunque ambos cultos desempeñan activamente alguna tarea en sus respectivos templos.

Se aplicó una técnica de muestreo no-probabilística. Ninguno de los participantes recibió compensación económica y todos completaron dos cuestionarios en forma individual en un encuentro autorizado y agendado por sus autoridades. Las autoridades de ambos cultos recibieron información acerca de los objetivos generales del estudio (pero no de las hipótesis), y se los invitó a participar en forma voluntaria y anónima.


Criterios de inclusión/exclusión

Se excluyeron de la muestra aquellos cuestionarios incompletos o respondidos en forma incorrecta. También aquellos miembros con menos de 12 meses de participación en la confesión religiosa o a quienes indiquen un grado de pertenencia mínimo o nulo, y a menores de 21 años.


Instrumentos

Inventario Oxford-Liverpool de Sentimientos y Experiencias (O-LIFE) (Mason, Claridge & Williams, 1997). Es un cuestionario autoadministrable de 40 reactivos de valor dicotómico (Si/No) que puede ser administrado en adolescentes y adultos, tanto en población normal como en población clínica. Ofrece alta validez interna (Alfa de Cronbach= .70) y alta confiabilidad test-retest de (r = .82). El O-LIFE evalúa cuatro subescalas: (1) Experiencias Inusuales (10 items); (2) Desorganización Cognitiva (10 ítems); (3) Anhedonia Introvertida (10 ítems) y (4) Disconformidad Impulsiva (10 ítems). Estas subescalas además tienen alta consistencia interna (Media de alfa = 69).

Una combinación de las cuatro sub-escalas permiten evaluan dos tipos o “factores” de esquizotípia, e incluso un puntaje total (alfa= .90), que derivan de la suma de los puntajes brutos de las subescalas Experiencias Inusuales / Desorganización Cognitiva (Esquizotipia positiva), y Anhedonia Introvertida / Disconformidad Impulsiva (Esquizotipia negativa). Al menos se observaron dos dimensiones de esquizotipia:

1. La dimensión positiva, conocida como experiencias perceptuales no convencionales/ anómalas o cognitivo-perceptual, se refiere a un funcionamiento excesivo o distorsionado de un proceso normal e incluye varias formas de alucinaciones, ideación paranoide, ideas de referencia y trastornos del pensamiento.

2. La dimensión negativa, conocida como anhedonia o déficit interpersonal, se refiere a la disminución o déficit en la conducta normal del individuo que tiene dificultades para experimentar placer en el nivel físico y social, aplanamiento afectivo, ausencia de confidentes íntimos y dificultades en sus relaciones interpersonales.

Escala de Bienestar Espiritual de Ellison (Ellison, 1983; Bufford, Paloutzian, & Ellison, 1991; Daaleman & Frey, 2004; Lascano & Coppolillo, 2010), que mide la dimensión existencial y religiosa del bienestar espiritual. Es un instrumento de 20 ítems con una escala de tipo Likert, siendo 1= Totalmente en desacuerdo a 6= Totalmente de acuerdo. La escala se compone de dos subescalas: 1. Dimensión Existencial (por ej.: “Creo que la vida es una experiencia positiva” y (2) Dimensión Religiosa (por ej. “Creo que Dios me ama y se preocupa por mi”). La escala ha sido administrada en poblaciones de diferentes culturas, traducida y validada en diferentes idiomas, incluidas la comunidad latina y en idioma español. Tiene un coeficiente de confiabilidad de r= .93 (BE), y r= .96 (BR). Tiene una adaptación argentina suficientemente confiable y válida (Lascano & Coppolillo, 2010).

Un cuestionario inicial con el fin de determinar sexo, edad, grado de pertenencia a la creencia religiosa y rol dentro de la iglesia o templo.


Análisis

Los datos fueron cargados y procesados mediante el paquete estadístico SPSS 18. Se realizó un contraste de hipótesis sobre la normalidad de las variables mediante un análisis de Shapiro Wilks (N < 50). Los valores obtenidos muestran que se puede asumirse una distribución asimétrica para las variables de ambos cuestionarios de los tres grupos. Los análisis estadísticos fueron evaluados a una cola mediante estadístico no paramétrica (H de Kruskall-Wallis y U de Mann-Whittney) para comparar grupos.


RESULTADOS


TABLA 1:
COMPARACION ENTRE CULTO UMBANDA, EVANGELICO Y NO DEVOTOS EN BIENESTAR ESPIRITUAL (a)

No devotos Umbanda Evangélica
Variables Media DT Media DT Media DT X 2 p (a)
1. Factor Existencial

2. Factor Espiritual

Bienestar Espiritual
46,28

31,34

77,62
5,84

10,71

12,10
45,62

42,32

87,94
3,71

5,14

7,57
45,98

46,18

92,16
5,53

7,02

9,45
0,41

51,20

39,67
,81

< .001

< .001
a Prueba de Kruskal-Wallis


Se llevó a cabo una comparación entre el grupo umbanda, evangélico y no devotos para determinar diferencias en bienestar espiritual. La H1 era que miembros del culto evangélico puntuarían más alto en bienestar espiritual que miembros del culto Umbanda, lo cual se confirmó. El bienestar espiritual en el grupo evangélico (Media= 92,16) resultó significativamente más alto, tanto para el grupo umbandista (Media= 87,94) como para los creyentes no devotos (Media= 77,62, pdif < .001).


TABLA 2:
COMPARACION ENTRE CULTO UMBANDA, EVANGELICO Y NO DEVOTOS EN ESQUIZOTIPIA (a)

No devotos Umbanda Evangélica
Variables Media DT Media DT Media DT X 2 p (a)
1. Experiencias Inusuales

2. Desorganización Cognitiva

3 Anhedonia Introvertida

4. Disconformidad Impulsiva
2,60

3,56

3,18

3,44
2,19

2,34

1,60

2,00
7,58

3,00

3,16

3,10
1,75

2,23

1,71

2,08
4,12

4,00

2,82

2,06
2,30

2,11

1,50

1,96
74,74

5,28

1,45

13,44
< 0,001

0,07

0,48

0,001
Factor Negativo

Factor Positivo
6,62

6,16
2,55

4,01
6,26

10,58
2,56

2,96
4,88

8,12
2,56

3,46
11,92

33,93
0,003

< 0,001
O-LIFE (Total) 14,22 5,61 18,16 4,08 14,24 5,07 19,18 < 0,001
a Prueba H de Kruskal-Wallis



Se llevó a cabo una comparación entre el grupo umbanda, evangélico y no devotos para determinar diferencias en esquizotipia. La H2 era que miembros del culto Umbanda puntuarían más alto en propensión a la esquizotipia que miembros del culto evangélico, lo cual se confirmó. La esquizotipia en el grupo Umbanda (Media= 18,16) resultó significativamente más alta que en el grupo evangélico (Media= 14,24), y no devotos (Media= 14,22; pdif < 0,001).

La H3 era que miembros del culto Umbanda puntuarían más alto en esquizotipia negativa que miembros del culto evangélico, lo cual no se confirmó. Contrariamente a tal predicción, se obtuvo una diferencia significativa hacia el grupo de creyentes no devotos (Media= 6,62) en comparación con el culto Umbanda (Media= 6,26) y el evangélico (Media= 4,88; pdif = 0,003).

La H4 era que miembros del culto evangélico puntuarían más alto en esquizotipia positiva que el culto Umbanda, lo cual no se confirmó. Incluso a la inversa de la tal predicción, la puntuación de la esquizotipia del grupo umbanda (Media= 10,58) fue significativamente más alta tanto en el grupo evangélico (Media= 8,12), como en los creyentes no devotos (Media= 6,16 M; pdif < 0,001).


El culto umbanda focaliza la práctica de la mediumnidad, especialmente aspectos psicológicos (cognitivos y afectivos) que podrían estar presentes en los médiums y relacionarlos con factores de naturaleza socio-cultural.
El culto umbanda focaliza la práctica de la mediumnidad, especialmente aspectos psicológicos (cognitivos y afectivos) que podrían estar presentes en los médiums y relacionarlos con factores de naturaleza socio-cultural.

CONCLUSIONES

El objetivo de este estudio fue evaluar la propensión a la esquizotipia e indicadores de bienestar espiritual en miembros de confesiones religiosas evangélicas y umbandistas, específicamente, determinar diferencias entre síntomas positivos y negativos de esquizotipia en un grupo de “religiosos” en comparación con una muestra de creyentes no devotos. Los resultados permiten concluir que los miembros del culto evangélico experimentan mayor bienestar espiritual que los miembros del culto Umbanda y que los creyentes no devotos. Esto probablemente debido a las prácticas religiosas del culto evangélico, mayor conexión familiar y social que promueve el compartir, amar y ser compasivo. El culto evangélico estimula la sensación de una fuerza que ayuda a las personas a trascenderse a sí mismos, que los acompaña en el día a día y los ayuda a enfocarse en lo que es considerado como sagrado para cada uno en su vida.

Por otro lado, los miembros del culto Umbanda mostraron mayor propensión a la esquizotipia. El culto umbanda focaliza la práctica de la mediumnidad, especialmente aspectos psicológicos (cognitivos y afectivos) que podrían estar presentes en los médiums y relacionarlos con factores de naturaleza socio-cultural. Los ritos del culto umbanda requieren el entrenamiento de mediums con mayor facilidad en el control de ciertos mecanismos cognitivos en función de las demandas individuales (afectivas) y colectivas. La mediumnidad no es considerada una manifestación psicopatológica, sino como una actividad que cumple una función individual y social en el contexto del culto, experiencias disociativas de sus miembros, asociadas a experiencias perceptuales inusuales y sistemas de creencia asociadas a los factores positivas de la esquizotipia.

Es interesante notar que el grupo de creyentes no devotos mostró mayor propensión a la esquizotipia “negativa”, caracterizados por dificultades para experimentar placer a nivel físico y social, aplanamiento afectivo, ausencia de confidentes íntimos y dificultades en sus relaciones interpersonales, en comparación con el culto umbanda y evangélico; en tanto que el culto umbanda mostró mayor esquizotipia positiva que el grupo evangélico. Esto podría apoyar la hipótesis de que ciertas prácticas religiosas que parecen disfuncionales fuera del contexto de interpretación del culto, sin embargo, forman parte de patrones salugénicos que sirven a propósitos sociales y culturales en la práctica religiosa (como la “posesión espiritual” de partes de las entidades que se observa en este cultos), y que es una variable poco considerada –o incluso menospreciada– en las teorías psicológicas que consideran a las prácticas religiosas como iatrogénicas para sus miembros.


DISCUSIÓN

Como demuestra este estudio, la naturaleza de la relación entre la experiencia espiritual benigna y los episodios psicóticos presentan una paradoja intrigante; por un lado, algunos investigadores plantean que estos últimos son fenomenológicamente semejantes como para sugerir la operación de un “mecanismo psicológico común”; por otro, están asociados con consecuencias pragmáticas opuestas: los "frutos" de la experiencia son el aspecto distintivo de la experiencia espiritual (humildad, sabiduría, discernimiento, altruismo, y creatividad) versus los aspectos deficitarios de la psicosis (empeoramiento funcional, baja autoestima, dificultad de funcionamiento social o profesional). Esta paradoja se potencia a causa de la yuxtaposición de cosmovisiones científico-culturales y religiosas potencialmente amenazadoras de una para con la otra. No debe sorprender que las discusión es sobre este punto han sido no menos que polémicas.

Entre estos extremos, otros autores (Cederblad, Dahlin, Hagnell, & Hansson, 1995; Koenig, McCullough y Larson, 2001) sugieren formulaciones más integradoras, que procuran reconocer y justificar la diversidad de los fenómenos, y las similitudes y diferencias entre ambos. Estos implican el concepto general según el cual –a cierto nivel– subyacen los mismos procesos psicológicos en ambas clases de fenómenos, pero que los contextos (sean psicológicos o ambientales) en el cual ocurren van a determinar sus efectos pragmáticos sobre el individuo. La hipótesis actual es que las experiencias espirituales benignas pueden ser expresiones fenomenológicas de altos niveles de esquizotipia, de la misma forma que las experiencias psicóticas son las expresiones patológicas. En otras palabras, la misma constelación de rasgos de esquizotípicos pueden predisponer tanto a una experiencia espiritual benigna como a un brote psicótico.


AGRADECIMIENTOS

A los miembros y líderes del templo afro-umbandista Cristina de Oxum, a los miembros del culto cristiano El Buen Pastor, y a todos aquellos cuya colaboración no podría haber sido posible este estudio. También a Alejandro Parra, por su cooperación como tutor y para procesar estadísticamente los datos aquí presentados.


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* El presente estudio es la versión abreviada de la tesis para obtener el grado de Licenciado en Psicología otorgado por la Universidad Abierta Interamericana, en 2013.

** Psicóloga clínica en la práctica privada graduada por la Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires, Argentina. Obtuvo un bachillerato con orientación en Gestión y Administración de Empresa y es posgraduada en psicoanálísis y práctica clínica con niños, adolescentes y adultos en “Fundación Buenos Aires”, “Aluba: Asociación de Lucha Contra la Bulimia y la Anorexia”, “Clínica Privada Uno”, “Evolución”, y “Casa Azul.” Se ha desempeñado en varios institutos de salud mental.



Ensayo I

UN ABORDAJE COMPARATIVO DE LA TEORÍA DE LA PSICOPRAXIA:
SU APLICACIÓN EN PARAPSICOLOGÍA*


Lance Storm**

Lance Storm
Lance Storm
lance.storm@adelaide.edu.au


INTRODUCCIÓN

El término "psicopraxia" proviene de dos palabras griegas: psique, que significa "alma" o "mente", y praxia, de donde proviene la palabra "práctica" (derivado de prattein, que significa "realizar” o “para llevar a cabo"). La teoría de la psicopraxia intenta unificar la psicología normal con la paranormal, así como la acción motora y la cognición de manera de eliminar la distinción conceptual entre percepción extrasensorial y psicokinesis debido a que ambos extremos de la dicotomía son ejemplos de “acción”.

Brevemente, la teoría ponen énfasis en cuatro aspectos fundamentales de acción, ya sea que esta acción se produzca endo-somáticamente (dentro del cuerpo) o exo-somáticamente (por fuera del cuerpo):

1. El Yo es el denominador común de toda experiencia y el co-agente de toda acción (esta descripción permite un agente adicional del componente inconsciente del Yo).

2. La "proactitud": Dentro de esa amplia categoría se incluye objetivos, deseos, intenciones, necesidades, preferencias y disposiciones, sean conscientes o inconscientes. También se postula que el psi missing (error psi) es el resultado de una proactitud, tal vez inconsciente, de tener puntuaciones bajas, o significativamente por debajo del azar. Existe una jerarquía de proactitudes, donde la más potente tiene mayor ventaja. Se dice que el Yo "adopta" una pro-actitud.

3. El objetivo alcanzado, sea en lo "mental" como en lo "físico", es irrelevante.

4. El conjunto de condiciones necesarias intervinientes están mediando entre el Yo y su proactitud y el estado-objetivo (Storm y Thalbourne, 2000, p. 280).

Hasta ahora, la teoría de la psicopraxia de Thalbourne (2004) no ha sido totalmente bienvenida entre los investigadores en parapsicología (por ejemplo, ver Alvarado, 1983; Beloff, 1985, 1988; Braud, 1983; McBeath, 1985). Los análisis psicológicos y filosóficos provienen de un pequeño puñado de investigadores (por ejemplo, Storm, 2003a, 2003b, 2005; Storm y Thalbourne, 2000) y la principal razón de esta deficiencia tiene que ver con el hecho de que la psicopraxia (Thalbourne, 2004) no ha tenido mucha divulgación. También es posible que los investigadores todavía estén discutiendo las implicaciones teóricas y prácticas de la psicopraxia; un desafío a la comprensión del fenómeno parapsicológico. Estos problemas sólo se podrán resolver con el tiempo, pero para tomar impulso e iniciar un debate, este ensayo tratará de demostrar la contribución de la teoría de la psicopraxia a la parapsicología. Para ello será de gran ayuda cristalizar la idea central de la teoría para que puedan compararse con las teorías de la parapsicología.

Sólo serán consideradas para tal comparación las teorías similares a la teoría de la psicopraxia (que se describirá a lo largo de este ensayo, es decir, la teoría de la sincronicidad de Carl G. Jung (1960) y el modelo Respuesta Instrumental Mediatizada por Psi (Psi Meditated Instrumental Response, PMIR) de Rex Stanford (1974a, 1974b, 1990). Las comparaciones de las diferentes teorías de psi pueden posicionar mejor a los parapsicólogos para decidir por sí mismos cómo hacer para probar la hipótesis psi. La primera comparación será psicopraxia y sincronicidad, y la segunda psicopraxia con el modelo PMIR.


PSICOPRAXIA Y SINCRONICIDAD

Entre los años 1930 y 1940, el psiquiatra suizo C.G. Jung supo de la labor del parapsicólogo J.B. Rhine. Jung mantuvo correspondencia con Rhine y conocía los términos percepción extrasensorial (PES), psicokinesis (PK) y psi (por ejemplo, ver Mansfield, Rhine-Feather, y Hall, 1998). A principios de la década del cincuenta, Jung (1960) publicó dos importantes libros sobre lo paranormal, y consideraba a la PES y a la PK como esencialmente un proceso, al que denominó "sincronicidad". Dos o más eventos constituyen sincronicidad cuando entre ambos eventos hay una conexión significativa, pero sólo es sincronístico cuando la significación es el principio de conexión eventos, carente de toda conexión mecánica causal entre ambos (Jung, 1960, pp.849-850).

Jung (1960, p. 965) creía que la sincronicidad dependía de un arquetipo (los arquetipos son puntos nodales o los componentes estructurales del inconsciente que rigen o influyen en nuestros modos de percepción y pautas de comportamiento). El arquetipo forma la subestructura de la sincronicidad, que conecta ambos eventos (uno exo-psíquico, otro endo-psíquico) con un tema común, actuando como una cualidad que se va definiendo a lo largo de la experiencia y la intensidad de la significación (Jung, 1960, p.912). Mansfield, Rhine-Feather, y Hall (1998) argumentaron que la sincronicidad es –por sus características– diferente de psi (es decir, la PES y la PK) porque psi es "científicamente" causal (por ejemplo, hay una demostración experimental), mientras que los fenómenos sincronísticos son demasiado "espontáneos e impredecibles" (p. 20) como para ser considerados científicamente causales (es decir, experimentalmente, escapan a la detección).

Sin embargo, Storm (1999, pp. 262-264) argumentó que la sincronicidad experimental es posible, y dió razones y casos. No sólo la sincronicidad y psi tienen mucho en común (Storm, 1999, pp 264-266), sino que la teoría de Jung también presta atención a las variables psicológicas que han sido ignoradas hasta ahora en parapsicología, en particular el significado de los acontecimientos paranormales donde lo emocional y/o los estados cognitivos de la mente se representan en el mundo físico como eventos significativamente similares (PES o PK). Aunque Jung utilizó las categorías de Rhine, impulsó la parapsicología teórica al proponer cierta similitud entre la PES y la PK, que fuera originalmente propuesta por Thouless y Wiesner (1947). Sin embargo, la única manera de determinar si la PES y la PK son un proceso sincronístico unitario, como sugiere la teoría de Jung, es demostrar cómo éstas son sistemáticamente condicionadas a la coincidencia y al significado. Actualmente, la evidencia es pobre pero sin duda, el abordaje experimental de la sincronicidad (por ejemplo, ver Braud, 1983) no sustituye necesariamente a los términos PES y PK. De acuerdo a Jung, la sincronicidad prescinde de las causas (ver Irwin, 1999).

Los eventos psi (que Jung clasificó como casos específicos de sincronicidad [Jung, 1960]) ocurren de manera aleatoria, y su aparición se caracteriza sólo por su significatividad. Storm (1999) argumentó que los arquetipos son contingentes con los efectos paranormales que no son mecánicamente causales por derecho propio, y que, por el contrario, operan de manera "meta-causal" (p. 259). Además, sostiene que las condiciones conductoras e inhibidoras de psi son también meta-causales en el sentido de que se relacionan con la facilitación de psi, pero no son causas en sí mismas:

Si [...] una causa es sólo una de las causas cuando ésta "contiene" las condiciones necesarias para que un efecto tenga lugar, entonces las condiciones facilitadoras de psi son meta-causales, siendo éstas las condiciones necesarias de una causa real o causas aún desconocidas. Son éstas […] condiciones las que provocan sus propiedades causales [Storm, 1999, p. 260].
Este argumento cumple con los requisitos de la física convencional, que sólo exigen que el axioma filosófico: Si A, entonces B sea probado. Por lo tanto, las condiciones son científicamente causales (es decir, meta-causales) pero no “mecánicamente” causales.

La contingencia del arquetipo en la sincronicidad está en paralelo con la psicopraxia por la condición necesaria (es decir, la meta-causa). Tengamos en cuenta que el arquetipo y las condiciones psicoprácticas no siempre pueden ser equivalentes. Por lo tanto, parece que el principio psicopráctico fundamental de la condición necesaria puede no ser diferente del principio sincrónico de contingencia. Este paralelismo entre los factores cruciales de la teoría de la psicopraxia y la teoría de la sincronicidad resultan de gran interés para la parapsicología porque Storm (1999) argumentó que la sincronicidad experimental es posible (Beloff, 1990; Irwin, 1999).

Por medio de la reelaboración de las terminologías utilizadas en ambas teorías, parece que éstas tienen una meta-causa común: en la sincronicidad hay un arquetipo meta-causal; en la psicopraxia hay condiciones meta-causales. A medida que el parapsicólogo identifica una meta-causa, siendo a la vez arquetipo y condición que provoca un objetivo (ya sea una meta psicopráctica o sincrónica), ambas teorías, la sincronicidad y psicopraxia, se hacen más compatibles y plantean esencialmente el mismo fenómeno: el factor meta-causal subyacente del proceso psi.

Hay otra similitud entre sincronicidad y la psicopraxia: Tanto Jung como Thalbourne consideran al proceso paranormal como orientado hacia el objetivo. Hay que tener en cuenta que Thalbourne prefiere una "pro-actitud al servicio" en lugar de “guiado por el objetivo”. Jung (1960) dice que el objetivo de la sincronicidad es sobretodo una transformación de la personalidad. Jung (1987) aclara este punto:

... La probabilidad de una curación, o un cambio de perspectiva, puede darse cuando se produce la sincronicidad... En última instancia, el resultado es algún cambio en la personalidad, lo que Jung llamó la realización del proceso de individuación, que tiene por objetivo el desarrollo de la personalidad del individuo [p. 757].
Pocos dirían que las experiencias paranormales no afectan la personalidad, como las experiencias de la exo-psicopraxia. La pregunta es: ¿Cuál es el propósito que se cumple? La definición de Thalbourne de objetivo se refiere a una representación mental del objetivo y no el objetivo en si mismo. Jung estaría de acuerdo con Thalbourne porque la transformación de la personalidad es siempre un proceso continuo de "individuación" (un sentido de totalidad o de integración) en lugar de una cosa en sí misma que llega a su fin después un período o hacia el final de la existencia. Por lo tanto, para Jung, el objetivo sería una representación mental de lo que podría llegar a ser, sin garantía alguna de que la persona en realidad alcance dicho objetivo.

Pero como Jung estaba más interesado en el desarrollo de su teoría de la personalidad, el problema es que los fenómenos psi que ocurren durante ese proceso pueden ser secundarios al proceso de individuación (Jung dá ejemplos de fenómenos psi que sirven simplemente como interpretaciones significativas de cómo la vida interior está de alguna manera “enlazada” con el mundo exterior [ver, por ejemplo, Storm, 1999, pp.251-253]). La diferencia aquí es que el parapsicólogo, en su rol de "defensor de la sincronicidad" consideraría a psi como el objetivo (el resultado paranormal), mientras que para el psicólogo junguiano, el psiquiatra, o el analista profundo, en su rol de "defensor de la sincronicidad," consideraría a la individuación como el objetivo (el resultado “normal”). Esta diferencia refleja no sólo un prejuicio acerca de la naturaleza del objetivo, sino también cómo el concepto mismo de “objetivo” debe ser definido o reinterpretado.

Este dilema es un problema tanto para la teoría de la psicopraxia como para la teoría de la sincronicidad, o la teoría de la personalidad. En cualquier caso, cualesquiera sea el abordaje, podemos hablar de consecución de objetivos, si no conseguimos nada demasiado específico. Este problema no significa que sincronicidad y psicopraxia sean necesariamente incompatibles en este punto, sino que la sincronicidad experimental buscará significatividad en el evento sincronistico, la psicopraxia experimental buscará una proactitud focalizada en el logro de una meta, cualesquiera sea ésta (Stanford [1990] también hay un problema con los caprichos del objetivo en sí, ¿qué significa realmente un objetivo?)

En resumen, una teoría no puede sustituir a otra. A pesar de la posibilidad de que la terminología esté relacionada con las contingencias, las condiciones y las causas que pueden ser más una cuestión semántica que otra cosa. La sincronicidad requiere identificar tal significatividad, mientras que la psicopraxia no está centrada en la identificación de una relación significativa entre una imagen interna y otra externa del objetivo.

Sin embargo, a medida que un objetivo psicopráctico manifiesto se torna cada vez más como significativo porque se ha identificado categóricamente con una imagen interna (como por ejemplo, una proactitud, sea o no consciente), la psicopraxia y la sincronicidad son una sola cosa. Entonces, como creía Jung, la PES y la PK (y, por lo tanto, la exo-psicopraxia) comparten la misma fenomenología que la sincronicidad. El parapsicólogo tradicional, por lo tanto, puede tener a veces la opción de considerar su efecto psi como un ejemplo de PES, PK, exo-psicopraxia o sincronicidad, dependiendo las circunstancias.


PSICOPRAXIA Y LA RESPUESTA INSTRUMENTAL MEDIATIZADA POR PSI (PMIR)

Décadas después de que Jung propuso su teoría de la sincronicidad, Stanford (1974a, 1974b), trató de fusionar la PES y la PK al modelo PMIR; aunque, en aquella epoca, no se consideraba a la PES y la PK como un mismo proceso. Al describir el modelo PMIR, Stanford (1974a) propuso que:
el organismo utiliza sin intencionalidad a psi para “escanear” su entorno de objetos o eventos relevantes, o para satisfacer las necesidades de información vital relacionada con tales eventos, y cuando la obtiene, el organismo tiende a actuar de manera que satisface necesidades jugando un rol decisivo en relación con el objeto o el evento en cuestión [p. 35].
Recordemos que Stanford posteriormente descartó el “mecanismo de escaneo” del modelo PMIR (Stanford, 1990, pp. 57-59) y amplió su definición para incluir a los fenómenos de PK. Luego desarrolló su modelo de conducta de conformidad que "incluye a ambos, la PES y la PK" bajo un único modelo (Stanford, 1978, p. 198). Cualquier proceso paranormal será por tanto tipificado como modelo de "conformidad" (es decir, un resultado que satisface una necesidad) si responde a la "necesidad" de un individuo (p. 207). La teoría de la conformidad conductual reconoce tanto a la PES como la PK como un objetivo más que como una información (pp. 203, 208). Kennedy (1995) argumentó:

La hipótesis básica de psi orientado al objetivo asume que los fenómenos psi (a) dependen de la motivación de una persona o se benefician de los resultados de un evento aleatorio, y (b) no dependen de la complejidad o del procesamiento de información del proceso aleatorio [p. 47].
Irwin (1999) describió el objetivo como no mediacional (es decir, que no requiere un flujo de información por otros medios, como los que se postulan en las teorías "cibernéticas", según la cuales se requiere algún tipo de transferencia mecánica, o procesamiento de información, para que el efecto ocurra).

Tiempo después, Stanford (1990m pp. 58-59) comenzó a creer cada vez menos en el carácter “orientado” del objetivo en los procesos psi pero lo conservó en parte en su modelo PMIR. Stanford (1990) también abandonó el modelo de conformidad comportamental; pero a pesar de que ahora el modelo PMIR dice que los mismos elementos son necesarios para obtener efectos de PES y PK (por ejemplo, un sistema "dispuesto"), los sigue considerando procesos claramente diferentes (ver Stanford, 1990 sobre la PES, y Stanford, 1974b, sobre la PK) 2 . Por ejemplo, Stanford (1974b) sostiene que "la guía extrasensorial implícita" es la "parte integral" (pp. 326-328) de muchos eventos PK y que la telepatía es como un “agente activo" (p. 344) y puede ser una forma peculiar de PK. De modo que Stanford identifica diferencias cualitativas entre la PES y la PK, y dice que no se puede fusionar ambos en un proceso realmente unitario.

Stanford (1978) describe situaciones que son similares a la sincronicidad, en las que ciertas "ocurrencias espontáneas, mientras no representen evidencia convincente de que no son otra cosa que 'coincidencias', bien podrían ser ejemplos de respuestas mediatizadas por psi que operan al servicio de satisfacer las necesidades de un individuo" (p. 201).

De hecho, Stanford (1977) demostró que las experiencias PMIR son significativas: "las coincidencias extrañas de la vida cotidiana... parecen tener significado e importancia para las personas que participan de éstas" (pp. 840-841). Stanford se refiere a este tipo de "coincidencias fortuitas" como "mediatizadas por psi" (1977, p 841); de ahí el término respuesta instrumental mediatizada por psi. El paralelo entre el modelo PMIR y la teoría de la sincronicidad de Jung es bastante clara (de hecho, Stanford mismo [1977, p. 851], admite este paralelo), y se verá que también hay paralelismos entre el PMIR y la exo-psicopraxia.

Rex Stanford demostró que las experiencias PMIR son coincidencias extrañas de la vida cotidiana que parecen tener significado e importancia para las personas que participan de éstas. Stanford se refiere a este tipo de coincidencias fortuitas como mediatizadas por psi. Hay un paralelo entre el modelo de Stanford y la teoría de la sincronicidad de Jung. Suponiendo que el organismo tiene ciertas necesidades, éste escanea el medio ambiente utilizando psi como vehículo para la información pertinente a esta situación.
Rex Stanford demostró que las experiencias PMIR son coincidencias extrañas de la vida cotidiana que parecen tener significado e importancia para las personas que participan de éstas. Stanford se refiere a este tipo de "coincidencias fortuitas" como mediatizadas por psi. Hay un paralelo entre el modelo de Stanford y la teoría de la sincronicidad de Jung. Suponiendo que el organismo tiene ciertas necesidades, éste escanea el medio ambiente utilizando psi como vehículo para la información pertinente a esta situación.

Sin embargo, hay también algunas diferencias entre el PMIR y la sincronicidad y entre el PMIR y la exo-psicopraxia. Stanford (1977) propuso que "el organismo utiliza psi (como la PES) como otro recurso sensorial, para escanear su entorno" (p. 841) a fin de satisfacer al máximo sus necesidades, pero, como señalé antes, Stanford (1990) luego rechazó el concepto de "escáner" (pp. 57-58). Si bien, nunca ofreció una razón de "cómo" el organismo produce un cambio favorable a las circunstancias sino que sólo dijo que "ocurre" (p. 208), no hay ninguna sugerencia acerca del mecanismo psi si dejamos el componente del escaneo. Sin embargo, en su forma actual, el modelo PMIR de Stanford (1978) podría ser clasificado como un modelo de conformidad comportamental como otro ejemplo de teoría no cibernética (Irwin, 1999, pp 169-170).

De acuerdo a lo antedicho, el modelo PMIR (Stanford, 1990, p. 59) describe a psi como un proceso orientado al objetivo, sin embargo, Stanford es crítico de esta hipótesis (si bien, irónicamente, conserva cierta simpatía por ésta). Stanford vé la necesidad de "evidencia de buena calidad" en lugar de una "orientación hacia" y, por tanto, defiende la hipótesis de psi orientado al objetivo como una "hipótesis de trabajo" (Stanford, 1990, p.59). Stanford tiene dudas acerca de este proceso, debido a su ambiguedad y a las cualidades cuasi-mágicas que posee (Stanford, 1990, p. 157) y, por lo tanto, dice que se debería desarrollar mecanismos de ocurrencia que no dependa de este supuesto" (p. 59). Stanford en realidad va más allá, diciendo que "sea lo que sea el factor psi, la información que suministra influye en el organismo" (p. 60).

Por lo tanto, el engaño en el modelo PMIR es que no es un modelo de procesamiento de información; lo atractivo de un psi orientado hacia el objetivo radica en su elegancia como modelo eliminando el problema de postular y describir un "mecanismo de filtrado" que reduce el ruido externo, redundante e irrelevante, y permite que penetre sólo la señal psi. Sin embargo, Stanford (1990, p. 59) no evita recurrir a la evidencia de lo contrario (por ejemplo, Vassy, 1986, demostró que la complejidad informativa afecta a psi). Jung vió a la sincronicidad como un proceso orientado al objetivo; Stanford sostiene que ésta es una apuesta segura. Thalbourne (2004) deja abierta la posibilidad de que la información facilite a psi, pero no adopta la misma posición que Stanford, porque remite a una posición única al definir a psi como un proceso de "proactitud de servicio", en oposición a un proceso "orientado al objetivo". Thalbourne argumentó que algunos fenómenos paranormales se presentan de manera tal que hacen sugerir la hipótesis del proceso orientado hacia el objetivo, dejando abierta la posibilidad de que también puedan ocurrir procesos de información sutiles. En sintesis, el modelo PMIR deja al investigador en una zona intermedio en cuanto a si realmente están ocurriendo procesos cibernéticos o no cibernéticos, mientras que el modelo de la psicopraxia sugiere un proceso cibernético.

Incluso si el Yo no "escanea", Stanford acepta su componente inconsciente (Stanford, 1977, Stanford 1974a, en referencia a lo intencional y no intencional, es decir, un psi inconsciente) que no entra en conflicto con Thalbourne (2004, p. 53), quien es claro que la proactitud se produce consciente o inconscientemente. Para Jung (1960, p. 912) también, el componente inconsciente está inherentemente en sincronía con los arquetipos involucrados.

Hay una razón por la cual no tiene mucho sentido discutir si hay o no desacuerdo entre los tres teóricos sobre el agente consciente e inconsciente, pero no se puede resolver aquí si el Yo (a) puede escanear inconscientemente (usando sus sentidos normales y psi) o (b) no es necesario escanear para "percibir" sus entorno porque es relativamente omnisciente (es decir, el "inconsciente cognitivo nunca deja de funcionar"; ver Parker, 2001). Sin embargo, hay un problema terminológico a resolver. El concepto de Stanford de psi "no intencional" es correcto sólo en la medida en que el organismo no esté consciente del proceso psi que se va a producir. Ciertamente, a los fines de un experimento, es necesario calificar qué aspecto del agente consciente del yo "potencialmente" empírico utiliza el "inconsciente cognitivo" que se está jugando aqui. Hay situaciones en las que el término se vuelve problemático. No hay casos donde el yo, en su aspecto inconsciente, es claramente intencional de un efecto psi.

No hay casos en que el Yo, en su aspecto inconsciente, es bastante intencional de producir un efecto psi. La idea de Thalbourne (2004) de la pro actitud permite esta posibilidad porque las actitudes favorables pueden ser inconscientes. De hecho, no hay ningún evento psi que pueda considerarse no intencional, ya que, en términos de preferencia del organismo por un resultado, la pro actitud exitosa es siempre la pro actitud preferida por el Yo que no se limita al Yo consciente. Un ejemplo que ilustra este punto es el caso normal de cuando uno se revuelca en el sueño.

La conducta normal es la proactitud que está al servicio de minimizar los calambres y molestias en el sueño. A pesar de que es un conducta inconsciente y, por tanto, no intencional, a otro nivel nunca es no-intencional. Está totalmente dirigido por el organismo o, más precisamente, por un sistema autónomo que es capaz de percibir y monitorear su entorno en un grado muy superior al del Yo durmiente. Por lo tanto, parece que el concepto de intención está relacionado con el concepto de proactitud. Si el PMIR está "para satisfacer necesidades" (Stanford, 1978, p. 197), la psicopraxia es la "proactitud de servicio" (Thalbourne, 2004, p. 54). Stanford y Thalbourne coinciden bastante en este punto. Stanford originalmente (1977) se refirió a una "necesidad-fuerza" o la "importancia de la necesidad" para lograr el objetivo o el evento, y propuso una relación entre tales necesidades y la "disposición" del organismo. Luego generalizó el término "necesidad" a "disposición a la respuesta" (p. 851), aunque no abandonó del todo el término "necesidad" (ver Stanford, 1990, p. 91). Stanford introdujo el término "disposición" en razón de que algunas manifestaciones de psi no necesariamente se producen sólo para satisfacer las necesidades per se, sino que el organismo podría estar dispuesto a recibir información psi porque es relevante a ese organismo (1990, p. 60). Thalbourne (2004) estuvo de acuerdo con esto y dió un ejemplo donde una coincidencia era un "resultado psi", pero al parecer no era resultado de una voluntad, motivación o necesidad actual de [su] parte; sin embargo, era algo hacia lo cual [se] puede decir había una proactitud" (p. 54).

Por último, es necesario examinar las condiciones “psicoprácticas” del modelo PMIR de Stanford para ver a estas dos teorías en perspectiva. Stanford no sólo menciona las condiciones de inhibición (ver Stanford, 1977), sino también si ciertas condiciones permiten alcanzar –o ayudar a lograr– el PMIR (Stanford, 1977). Por ejemplo, Stanford se refiere a una "excitación emocional", "focalizar la atención", y a otras motivaciones psicofisiológicas que pueden ser -o son- el factor desencadenante para “la producción de PMIR" (p. 842), y pone en evidencia estos efectos (Stanford, 1977, p. 842). Teniendo en cuenta que estas condiciones son consideradas preparatorias o productivas, es necesario o conducente dar a entender que su ausencia interrumpe u obstaculiza la PMIR. Thalbourne (2004) defiende explícitamente la idea de que las condiciones necesarias y conducentes pueden ser "psicofisiológicas" (p. 61). Por lo tanto, hay acuerdo entre Stanford y Thalbourne sobre la cuestión de las condiciones.


RESÚMEN DE LAS TRES TEORÍAS

Las tres teorías antes mencionadas tienden a variar en formas sutiles y no tan sutiles. Hay similitudes entre la endo-psicopraxia y exo-psicopraxia y la PMIR. Stanford, aunque incierto, prefiere tentativamente admitir que la PMIR sea considerada como una teoría no cibernética (como la sincronicidad), pero Thalbourne (2004) considera a la exo-psicopraxia como cibernética. Aunque parece haber ambigüedades en las afirmaciones de Stanford, esto nos lleva a preguntar si prefiere describir a la PMIR como cibernética o no cibernética.

Las tres teorías reconocen procesos inconscientes, pero el concepto de la no intencionalidad de la PMIR podría ser engañosa. La disposición al servicio es similar a la proactitud de servicio (psicopraxia). Se puede considerar a la disposición y a la proactitud como facilitadoras y necesarias, e incluso suficientes. La teoría de la sincronicidad plantea patrones arquetípicos, pero que no causan un evento sincrónico. Puede haber un sentido en el que todo tipo de condiciones son meta-causales e incluso pueden haber estructuras arquetípicas que amplían nuestra concepción del yo más allá de los límites y la definición de un organismo biológico.

De este modo, al parapsicólogo se le puede dar la opción de considerar al efecto psi como un ejemplo de sincronicidad, exo-psicopraxia o PMIR y debe haber un componente significativo en el efecto psi para que se lo pueda llamar sincronicidad. Si no se lo encuentra, entonces se recurre a la exo-psicopraxia o al PMIR como explicación. Si el efecto no parece ser significativo, pero puede no ser cibernético, un investigador indeciso podría tentativamente considerarlo como evidencia de PMIR, pero no debe decir nada en sí mismo porque la conclusión no es más que sacar provecho de la apuesta de Stanford. Sin embargo, si el efecto psi parece ser cibernético porque "el factor psi... suministró información que puede influir en el organismo" (Stanford, 1990, p. 60), el investigador más podría considerarlo confiablemente como prueba de PMIR. Una teoría debería proponer que psi es un proceso cibernético (o no) de antemano para que el experimentador pueda poner a probar la hipótesis. De lo contrario, la teoría no dice nada del proceso psi. Donde hay dos opciones –que un efecto puede estar “orientado hacia el objetivo” o “por mediación”; cibernético o no cibernético– una teoría tiene que plantear estos factores para reclamar el efecto. De este modo, en el caso de la teoría de Thalbourne, si un efecto psi es cibernético, esto apoyaría la teoría de la psicopraxia, pero si no es cibernético, no habría ninguna duda de que el efecto no es psicopráctico. Teóricamente, en términos de las proposiciones fundamentales de la psicopraxia y la PMIR, no hay gran diferencia.


PSICOPRAXIA Y SU APORTE A LA PARAPSICOLOGÍA

Habiendo presentado antes una comparación formal de la teoría de psicopraxia con la sincronicidad y el PMIR, voy a dar respuestas a las siguientes preguntas con el fin de evaluar más a fondo la contribución de esta teoría al campo de la parapsicología:

1. ¿La teoría de psicopraxia evita decir esencialmente lo mismo que la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR?

2. ¿La teoría de la psicopraxia simplifica nuestra comprensión de la psi en comparación con la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR sin perder ningún detalle cualitativo?

3. ¿La teoría de la psicopraxia introduce terminología que describe con mayor precisión a psi como lo hace la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR?

4. ¿La teoría de la psicopraxia ofrece interpretaciones de psi que la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR no hace?

5. ¿Las respuestas afirmativas para una o varias de estas preguntas pueden ser suficientes en sí mismas para llegar a una conclusión respecto a los méritos de la teoría de la psicopraxia?

6. ¿La teoría psicopraxia evita decir esencialmente lo mismo que la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR? (Respuesta: "Incierto")

Estas preguntas buscan una respuesta a la posibilidad de que la teoría de la psicopraxia es "funcionalmente equivalente" a otras teorías paranormales (Stokes, 1987, p. 78). Por supuesto, no hay que olvidar que la teoría que Thalbourne propone para explicar los fenómenos normales también busca respuestas. Si se encuentra una teoría similar a la de Thalbourne, necesariamente tendría que hablar de fenómenos normales. Por lo tanto, sincronicidad y PMIR quedan excluídos. No obstante ello, no hay nada que impida a los parapsicólogos preferir una teoría viable que explique solamente psi, y muchos pueden no ver la importancia de una teoría paranormal que plantee fenómenos normales, sin importar el hecho de que unifica los dos tipos de acción humanos.

Como fuere, el componente teórico de la exo-psicopraxia (el componente de la teoría de la psicopraxia que habla de fenómenos paranormales) puede ser comparado con la teoría de la sincronicidad y el modelo PMIR. Ya se dijo que la exo-psicopraxia y sincronicidad describen a psi de manera similar, pero la sincronicidad solo propone que la significación debe prevalecer a todo fenómeno psi. La psicopraxia, por otra parte, propone un mecanismo más sofisticado que una sincronicidad, lo cual parece ser un fenómeno que tan sólo ocurre. Sin embargo, dada la gran similitud entre las teorías de Thalbourne y la de Stanford, los parapsicólogos podrían tener dificultades para expresar una preferencia por cualquiera de ambas, y se podría argumentar que las dos teorías son operativamente equivalentes en alto grado. Sin embargo, Stokes (1987), al hablar de la teoría psi en general, señala que "considerar a esta teorías como equivalentes puede ser un poco chauvinista de nuestra parte" (p. 78), tan limitados como nuestros "sentidos y técnicas de investigación" pueden no ser capaces de hacer una distinción, pero puede ocurrir que "algún observador privilegiado sea capaz de distinguir entre ambas" en algún otro momento (p. 78).

El psiquiatra suizo C.G. Jung, conocía los términos percepción extrasensorial, psicokinesis y psi. Jung (1960) publicó dos importantes libros sobre lo paranormal, y consideraba a la PES y a la PK como un proceso al que denominó sincronicidad: Dos o más eventos constituyen sincronicidad cuando entre ambos eventos hay una conexión significativa, pero sólo es sincronístico cuando la significación es el principio de conexión eventos, carente de toda conexión mecánica causal entre ambos (Jung, 1960, pp.849-850).
El psiquiatra suizo C.G. Jung, conocía los términos percepción extrasensorial, psicokinesis y psi. Jung (1960) publicó dos importantes libros sobre lo paranormal, y consideraba a la PES y a la PK como un proceso al que denominó "sincronicidad": Dos o más eventos constituyen sincronicidad cuando entre ambos eventos hay una conexión significativa, pero sólo es sincronístico cuando la significación es el principio de conexión eventos, carente de toda conexión mecánica causal entre ambos (Jung, 1960, pp.849-850).

2. ¿La teoría de la psicopraxia simplifica nuestra comprensión de psi en comparación con la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR sin perder ningún detalle cualitativo? (Respuesta: un tentativo "sí"). Stokes (1987) se refiere al hecho de que, si dos teorías son similares, al menos una de ellas debe buscar "no multiplicar entidades más allá de lo necesario" (p. 79). La teoría que logre este fin puede ser la teoría que más atraiga la atención. En el caso del PMIR de Stanford (1990) pasa más tiempo (págs. 62-153) en los aspectos cualitativos de su teoría. Tal ejercicio podrá dejar a Stanford más vulnerable que otros teóricos que tienen menos que decir acerca de psi, simplemente porque Stanford pudo haber multiplicado sus entidades más allá de lo necesario.

Stanford podría estar en lo cierto en lo que dice, y su contribución, por tanto, podría ser digna de contener a todos los aspectos en torno a los fenómenos psi, pero también significa que Stanford no da la posibilidad de que psi pueda llegar a ser menos complejo de lo que se piensa. La teoría de la sincronicidad de Jung, por el contrario, puede ser un concepto más simple en el sentido de que requiere una comprensión de un concepto único que la coincidencia significativa actua con independencia de si ésta puede ser aceptada por los teóricos tal como se dice que podría funcionar psi o lo que es realmente psi (Braude, 1979, y Storm, 1999). La teoría de la psicopraxia con sus cuatro conceptos básicos (es decir, el yo, la proactitud, las condiciones necesarias, y el estado del objetivo), puede incluso ser más fácil de entender que la teoría del PMIR a pesar de las muchas diversas contingencias que rodean la aparición del PMIR, como queda expresado por toda una gama de posibles escenarios en los cuales psi puede ser mediatizada (ver Stanford, 1990, pp 62-153).

Sin embargo, en esencia, no hay garantía alguna de que los conceptos de Thalbourne sean más fáciles que los de Stanford. La pregunta ontológica, por ejemplo, es un enorme desafío para los investigadores convencionales que no pueden salirse de una mentalidad dualista. En lo que se refiere a las dos teorías, la naturaleza del objetivo requerirá más elaboración. Los parapsicólogos también tienen que decidir si investigar y/o defender el modelo más simple de “proactitud de servicio" de la psicopraxia o esperar hasta que se resuelva la dicotomía objetivo orientado/basado en la información del PMIR.

3. ¿La teoría de la psychopraxia introduce terminología que describe con más precisión a psi que lo que lo hace la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR? (Respuesta: Una tentativo "Sí".) Además de la expresión "coincidencia", la teoría de la sincronicidad tiene un término importante que es descriptivo de psi, y que el concepto de significatividad puede describir con precisión a psi ("significado" según Stanford, 1977), y el significado bien puede representar un aspecto crucial de psi, es exagerado afirmar que la descripción de Jung de psi es más precisa que la descripción de Stanford. Además de la terminología filosófica y psicológica utilizada para presentar su teoría, Jung ha mantenido las cosas relativamente sencillas (tal vez a una falla). Cuando Jung toma prestado términos de Rhine (es decir, ESPESP y PK), sólo lo subsume bajo el rótulo de sincronicidad.

Al igual que Jung, Stanford también toma prestados términos del Rhine, PES y la PK. El error en el uso de estos términos, sin embargo, radica en la forma en que Stanford (1974b), a su modo, los comparó y criticó, pero no hizo frente a la exitosa dicotomía identificada como PES-PK. En otras palabras, el modelo PMIR continua usando los términos PES y PK a pesar de que pueden carecer de precisión. Thalbourne se refiere a los términos de Rhine para ilustrar el hecho de que la dicotomía PES-PK podría ser inviable, pero al menos intenta resolverla mediante la introducción de nueva terminología. Stanford se basa en la expresión "respuesta instrumental mediatizada por psi" y "orientada al objetivo." Su término original, "respuesta instrumental mediatizada por psi," es casi una tautología en el sentido de que su definición describe lo que psi produce a través de los procesos psi sin explicar cómo. El otro término, "orientada hacia el objetivo" todavía se está poniendo a prueba en forma experimental, por lo que todavía no tenemos mejor comprensión en cuanto a la naturaleza del proceso de la hipótesis psi. Thalbourne presenta dos términos importantes (es decir, "pro-actitud" y "condiciones necesarias"; los términos "yo" y "orientado al objetivo" no son originales). Lo original de Thalbourne es describir a psi como un proceso que depende intrínsecamente del agente, pero las dificultades asociadas con el concepto de agente y las condiciones necesarias, conducentes, o suficientes, requieren mayor elaboración (ver Storm, 2005).

4. ¿La teoría de la psicopraxia ofrece métodos de interpretación de psi que la teoría de la sincronicidad y/o el modelo PMIR no hacen? (Respuesta: "Sí") Ya se ha dicho que la sincronicidad experimental es posible (Storm, 1999) y Stanford (1990) sostiene que la teoría demuestra ser comprobable. El presente ensayo también demuestra que psicopraxia es comprobable. En lo que se refiere a la interpretación, sin embargo, la explicación de cómo funciona PMIR de Stanford es vaga (Stanford, 1990, p. 102). Una lectura atenta de Stanford en realidad no da ninguna idea de un mecanismo, y realmente está creando las condiciones propicias, necesarias y/o suficientes para psi (como lo hace Thalbourne), y es casi como si (en algunos casos de PMIR) estuviéramos obligados a aceptar sin más que debemos invocar una confianza en nuestra intuición sin saber conscientemente qué es y actuar en consecuencia a fin de que psi se manifieste siempre y sin excepción (es decir, la "vía rápida" de Stanford, 1990, pp 102-103). En cierto sentido, la intuición (al menos en los ejemplos dados por Stanford) se presenta como una función infalible, pero seguramente debe haber casos en los que la confianza en la dependencia incuestionable de la intuición puede tener graves consecuencias.

En este mismo punto, la teoría de Stanford se basa principalmente en material anecdótico. Thalbourne (2004) hace esto en cierto momento, pero Stanford (1974a, 1978) depende de él continuamente, incluso esa creación de la teoría parece ser tan generalizada o formalizada declaraciones acerca de psi que es más descriptiva que explicativa. La teoría de Thalbourne a veces se presenta de la misma manera, pero al menos sus proposiciones son más especulativas (Thalbourne, 2004, capítulo 5).

También es importante que una teoría capte la atención de los investigadores en base a los términos y definiciones que se entienden para que la puesta en marcha de los experimentos sea fácil de llevar a cabo. Si una teoría no estimula el interés puede ser porque sus términos no estén claros. La sincronicidad ha recibido poca atención en las últimas décadas, pero los experimentos que ponen a prueba la operacionalización de coincidencias significativas no han demostrado ser difíciles en absoluto (Braud, 1983). Stanford (1990), sin embargo, critica los experimentos que se han realizado para probar psi no intencional (pp. 96-102). Parece que es muy difícil realmente saber lo que Stanford quiere decir si los experimentadores continuan equivocados, a pesar de sus grandes esfuerzos por aclarar hasta el último detalle. Por supuesto, una nueva teoría no puede ser juzgada por tales normas –la psicopraxia no es tan antigua como el modelo PMIR, pero los resultados hasta el momento (por ejemplo, Storm, 2002, 2003a,b; Storm y Thalbourne, 2005) no han ridiculizado a la teoría de la psicopraxia, aunque no siempre se ha encontrado apoyo a sus hipótesis (por ejemplo, Storm y Thalbourne, 2003; Thalbourne y Storm, 2005).

Hay otras preguntas que se pueden formular para determinar los méritos de una teoría, pero los cuatro anteriores serían los más importantes. Es discutible si la tarea actual de evaluación de las teorías es justa o ética. Sin embargo, con el tiempo, todas las teorías se terminan evaluando de alguna u otra manera, por lo que ninguna teoría escapa a este proceso. Por supuesto, habría otras formas de argumentar para cada una de las tres teorías. Por lo tanto, no hay garantía de que las respuestas resulten de la misma manera si las preguntas fueran formuladas a otro crítico.

CONCLUSIÓN

Las comparaciones antes realizadas han identificado fortalezas y debilidades potenciales de las tres teorías paranormales analizadas. A pesar que las diferentes teorías pueden dar lugar a diferentes interpretaciones de psi, lo cual podría ser una ventaja cuando los resultados ambiguos requieren una explicación teórica, lo más importante es que los parapsicólogos entiendan las limitaciones de las diversas teorías para luego proceder con cautela y hacer sus agregados teóricos con mayor grado de discreción.

Por supuesto, la verdad del asunto es que los parapsicólogos son libres de poner a prueba cualquier teoría que elijan, y no debe haber ningún límite sobre que teoría es o no adecuada. El objeto de este ensayo no es validar la teoría de la psicopraxia a expensas de otras teorías. Sin embargo, a partir de los argumentos antes expuestos, la teoría de la psicopraxia merece más atención por parte de los parapsicólogos. En el análisis final, sólo mas investigciones de la teoría permitirán decidir si la teoría puede contribuir más a la parapsicología de lo que lo ha hecho hasta el momento.


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NOTAS


1. El autor agradece a Michael A. Thalbourne por su asesoramiento para este ensayo, que fue adaptado a partir de la tesis doctoral de Lance Storm (2001). Las investigaciones realizadas fueron posibles gracias a una beca de la Fundación Bial de Portugal.

2. Stanford (1990, p. 57) se refiere al modelo PMIR en términos de efectos psicokinético(Stanford, 1974b, pp 348-351).

3. Los procesos cibernéticos o de mediacionales implican algún tipo de transferencia mecánica, o el procesamiento de información, que se considera necesario para que un efecto tenga lugar.

4. Edge (1985) sostiene que la filosofía actual en parapsicología es esencialmente dualista. Algunas formas de dualismo, como dualismo sustancial y el interaccionismo, postulan una propiedad no-física de la mente, que permite efectos no espaciales/no temporales de la PES y PK. Sin embargo, las otras dos ontologías, el idealismo y el materialismo, también figuran en el debate sobre la terminología, pero aquí se argumenta que la tendencia es aplazar hasta el modelo dualista más favorecido. La teoría de la psicopraxia ofrece a los parapsicólogos un enfoque ontológico neutro a interpretación de psi.




* Publicado originalmente en Advances in Parapsychological Research 9 editado por Stanley Krippner (Jefferson, NC: McFarland, 2013). Traducido del inglés por Alejandro Parra.

** Doctor en psicología graduado en 2002 por la Universidad de Adelaida, en Australia, ha publicado en las revistas Psychological Bulletin, Journal of Parapsychology y la revista junguiana Quadrant. Es miembro del Consejo Editorial de Australian Journal of Parapsychology, y es miembro Parapsychological Association y el Australian Institute of Parapsychological Research. Ha escrito un libro sobre la psicología y simbología de los números desde una perspectiva junguiana. Es co-ganador, junto a Michael Thalbourne, del Premio D. Scott Rogo de Literatura en Parapsicología (2002). En 2003, gana el Gertrude R. Schmeidler Student of the Year Award por su trabajo en parapsicología. Es co-editor del libro Parapsychology in the Twenty-First Century (2005). Actualmente, como investigador, está llevando a cabo la investigación parapsicológica en el Departamento de Psicología de la Universidad de Adelaida, donde contribuyó junto al Dr. Michael Thalbourne a fundar la Anomalistic Psychology Research Unit.


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Alejandro Parra
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El pasado 22 de Noviembre se celebró la Sexta Mesa Redonda Magistral bajo el título del epígrafe, presentado por Juan Manuel Corbetta y coordinado por Alejandro Parra en el Museo Roca –Instituto de Investigaciones Históricas como parte del Programa “Patrimonio y Creencias”. Los expositores invitados fueron el psicoanalista y psicólogo Mauro Vallejo, la historiadora Soledad Quereilhac y el médium Sebastián Lia, argentino que radica en Santiago de Chile.

Las experiencias de apariciones han perturbado –pero también fascinado– a artistas, religiosos, científicos, escritores, e historiadores a lo largo de la evolución humana. Una aparición es la manifestación de espíritus, esencias, o “energías” de aquellos que han dejado su huella en la tierra; capaces de ser percibidos a través de una singular sensibilidad: la mediumnidad. Las experiencias con tales visitantes, cuyas raíces se pierden en la historia de los tiempos a través de profetas, místicos, mediums, y esoteristas, ocupan un amplio espectro que hila la cordura –en un extremo– y la locura –en el otro. Las apariciones, o los así llamados “fantasmas”, son vestigios de un remoto pasado cuya ínfima vida se consume en el tiempo, y cuestionan los límites de lo que consideramos real, y –al menos para quienes tuvieron encuentros con éstas– hoy parecen incuestionables.

Existe una variedad de experiencias en diferentes períodos históricos y sociedades, de acuerdo con la función social que alimenta la creencia en apariciones. Sin embargo, no existe total certeza respecto de si tales variedades existen por la experiencia en sí misma o solamente por la reconstrucción cognitiva de los testigos y su descripción al narrar la experiencia.

Detalle del público participante en la Sexta Mesa Redonda Magistral 2014 “Visitantes Intangible”.
Detalle del público participante en la Sexta Mesa Redonda Magistral 2014 “Visitantes Intangible”.


De izq. a derecha: Alejandro Parra, Sebastián Lía, Soledad Quereilhac y Mauro Vallejo.
De izq. a derecha: Alejandro Parra, Sebastián Lía, Soledad Quereilhac y Mauro Vallejo.




VOCES DEL MÁS ACÁ: ESPIRITISTAS Y MÉDICOS EN LA CULTURA CIENTÍFICA DE BUENOS AIRES (1880-1900)

Mauro Vallejo*

Mauro Vallejo
Mauro Vallejo
maurosvallejo@gmail.com

Durante largas décadas, la confluencia de dos matrices interpretativas referidas a la cultura científica finisecular produjo un opacamiento de los elementos que aquí interesan. Nos referimos, de un lado, a la caracterización de los científicos de Buenos Aires, particularmente de los médicos, como un grupo homogéneo y compacto, cuyo rasgo central estaba dado por la defensa de una perspectiva positivista. Rechazo del espiritualismo, creencia en lo cuantificable y afán de regeneración social conformaban el trípode que, siempre según esas viejas lecturas, aglutinaba a los representantes de una corporación médica que, merced a exitosas estrategias de conquista de poder, había cumplido una función esencial en la faena de constitución del Estado Nacional y de modernización de sus instituciones sanitarias y pedagógicas. Cabe ubicar, de otro lado, a los relatos que, a la hora de abordar la presencia de corrientes o credos alternativos (espiritismo, esoterismo, etc.), o bien insistían en ubicarlos en espacios marginales del entramado cultural, o bien los tomaban como meros receptores de las medidas represivas o difamatorias de la ciencia hegemónica.

José María Ramos Mejía (1842-1914) fue un médico, escritor y político argentino, que en 1873 fundó el Círculo Médico Argentino, y se especializó en enfermedades mentales y en los tratamientos para la neurosis. Para Ramos Mejía: “La creencia en los espíritus no es sino un caso de atavismo intelectual favorablemente fecundado por las aptitudes cerebrales viciosas de la inocente credulidad de otros siglos. Son débiles de la mente los espiritistas, porque son cerebros que han evolucionado incompletamente por razones de herencia mórbida” (Ramos Mejía, 1889).
José María Ramos Mejía (1842-1914) fue un médico, escritor y político argentino, que en 1873 fundó el Círculo Médico Argentino, y se especializó en enfermedades mentales y en los tratamientos para la neurosis. Para Ramos Mejía: “La creencia en los espíritus no es sino un caso de atavismo intelectual favorablemente fecundado por las aptitudes cerebrales viciosas de la inocente credulidad de otros siglos. Son débiles de la mente los espiritistas, porque son cerebros que han evolucionado incompletamente por razones de herencia mórbida” (Ramos Mejía, 1889).

Ahora bien, en los últimos años hemos aprendido a ver con otros ojos esas dos zonas de la vida cultural de Buenos Aires. Hemos aprendido sobre todo a valorar de otro modo las comunicaciones y mutuas porosidades entre dos territorios que hasta hace poco eran vistos como infinitamente distantes. En primera instancia, algunas investigaciones nos han ayudado a tomar a la ciencia médica como un rompecabezas complejo y policromo, plagado de zonas grises y tensiones. El retrato de los médicos formando un clan disciplinado y seguro de sí mismo ha debido ser abandonado, y de a poco reemplazado por una representación más escarpada, en la cual ni los médicos gozaban de tanta autoridad en los espacios sanitarios y políticos que habitaban, ni la disciplina quedaba exenta de contaminaciones y negociaciones constantes con otros saberes y tradiciones que le disputaban sus prerrogativas (Di Liscia, 2003; Pita, 2012). En segunda instancia, la irrupción reciente y casi simultánea de trabajos provenientes de distintas disciplinas u orientaciones, han modificado de modo radical la visión que se poseía sobre la presencia en la cultura finisecular de actores, creencias, discursos y prácticas ligadas a lo “esotérico”, lo “paranormal” o las “ciencias ocultas” (Bubello, 2010; Quereilhac, 2010; Gimeno, Corbetta & Savall, 2013). Uno de los valores esenciales de esos trabajos reside en que restituyeron a esos hechos su su legítima presencia en el desenvolvimiento de la cultura porteña, incluso de la cultura letrada. Las creencias y argumentos de esas tradiciones alternativas no solamente formaban parte de la vida cotidiana de muchas personas (que asistían a sesiones espiritistas, que se mantenían informadas sobre literatura kardeciana o teosófica, que ante problemas de salud consultaban a médiums, magnetizadores o curanderos, etc.) sino que aportaban asimismo objetos, conceptos y nociones a a escritores, artistas, intelectuales y científicos.

El objetivo de este trabajo es de alguna forma continuar esa senda ya trazada. En esta oportunidad nos concentraremos particularmente en el modo en que los miembros de la Sociedad espiritista Constancia participaron activamente de algunos debates y controversias en los que también tomaron parte los médicos de la ciudad. Nuestro designio será revisar las estrategias retóricas y argumentativas con las que los kardecianos porteños de fines de siglo hicieron oír su voz en algunos episodios resonantes de la cultura científica del período. A esa meta responde el título de este breve artículo. Más que equiparar a los espiritistas con las voces del más allá -sintagma que, de modo voluntario o no, sirve para expulsar sus quehaceres de la cultura terrenal en que estaban activamente insertos-, resulta legítimo reconstruir con qué eficacia dieron forma a una voz del más acá. Los kardecianos lograron edificar un emplazamiento de enunciación original y sofisticado, desde el cual fueron capaces de intervenir legítimamente en debates referidos a problemas capitales de la cultura científica. A través de sus debates y controversias con los médicos porteños, los espiritistas supieron diagnosticar puntos sensibles del discurso galénico. A través de sus contiendas con los profesionales, se comportaron como eximios descubridores de zonas sintomáticas de un saber médico que en la mayoría de los casos les era adverso.


EL POSITIVISMO EN SU PROPIA TRAMPA

Cuando se piensa en las relaciones que pudieron haber mantenido los médicos porteños y los espiritistas a fines de siglo, una travesía unidireccional surge espontáneamente como la respuesta necesaria y suficiente. De hecho, no faltan documentos para reconstruir de qué manera los galenos de Buenos Aires, sumando su voz a la de otros científicos y sobre todo a la de la Iglesia, realizaron distintos ensayos para denunciar la naturaleza mórbida de las prácticas espiritistas. Las creencias y los rituales kardecianos fueron desde muy temprano interpretados por los doctores, ya sea como factores que indefectiblemente provocaban la locura, ya como fenómenos que solamente podían lograr aceptación en mentes que de antemano estaban aquejadas por estados patológicos. Al desarrollar esos argumentos, los médicos se alienaban claramente con los tribunos del catolicismo. En efecto, una nítida línea de continuidad podría trazarse entre los enunciados que los defensores del catolicismo dedicaron al credo kardeciano y los planteos -menos numerosos, por cierto- con que los médicos colaboraron en esa campaña.

Desde bien temprano la Iglesia local decidió presentar batalla contra el espiritismo. En lo que constituye el primer tratado sobre magnetismo publicado en el país, la obra escrita en 1872 por el presbítero Miguel Angel Mossi contiene de alguna forma muchos de los preceptos con que los católicos condenarán al espiritismo durante largas décadas (Mossi, 1872). Mediante el establecimiento de una analogía entre espiritismo y magnetismo, el autor efectuaba una condena moral de ambos elementos, acusándolos de poseer una naturaleza diabólica 1 .

Los médicos se sumaron poco después a esa empresa. Cabe hablar sobre todo de Lucio Meléndez, director del Manicomio de hombres (Hospicio de las Mercedes, hoy Hospital Borda) y el alienista más prestigioso del período. A través de breves escritos impresos en la revista de medicina más importante de la ciudad, el doctor rápidamente se transformó en uno de los enemigos más recalcitrante que el espiritismo local tuvo entre los científicos. En 1882 lanzó su primer dardo mediante el relato de un paciente internado en el asilo a su cargo (Meléndez, 1882). Se trataba de un joven estudiante que, según el médico, tenía una fuerte predisposición hereditaria a la enfermedad. Su aproximación a los textos y las sesiones espiritistas había operado por disparador de ese fondo patológico. El texto no brindaba empero demasiadas precisiones sobre el mecanismo o los síntomas de la enfermedad, demorándose en cambio en irónicos comentarios contra las teorías de Kardec o la figura de Cosme Mariño. Con el correr de los años, Meléndez daría a la imprenta escritos del mismo tenor (véase, por ejemplo, Meléndez 1886).

Esa batalla entre los galenos y los kardecianos alcanzaría su máxima expresión en un libro de casi 500 páginas publicado en 1889. Nos referimos al volumen Espiritismo y locura. Sus relaciones recíprocas escrito por un joven profesional, oriundo de Córdoba, llamado Wilfrido Rodríguez de la Torre. Dejamos para otra ocasión el análisis pormenorizado de las tesis contenidas en esas páginas. Nos alcanza con subrayar que el cometido del autor era mostrar la naturaleza alucinatoria de los fenómenos espiritistas. Valiéndose de innumerables ejemplos extraídos de algunos tratados clásicos de la psiquiatría francesa, Rodríguez de la Torre recorría con espíritu parsimonioso los trastornos que podían aquejar a cada uno de los sentidos, y buscaba indicar a cada instante la homogeneidad de las alteraciones mórbidas y los hechos de los acólitos del kardecismo. Resulta más que sorprendente que esa obra no haya recibido hasta el momento la atención de los historiadores de la medicina o de la psiquiatría a nivel local. En un contexto en que el mercado editorial vernáculo, para el lamento reiterado de los escritores e intelectuales, era sobremanera modesto, la publicación de un libro de psiquiatría era, si no una excepción, sí al menos una rareza. Máxime si tenemos en cuenta el generoso volumen del libro en cuestión. Dejando de lado las revistas del gremio y los informes sanitarios financiados por el gobierno, los médicos porteños rara vez publicaban un libro; debían contentarse con imprimir unas pocas decenas de ejemplares de sus tesis (normalmente escuetas y superficiales), que difícilmente lograban circular por fuera de las paredes de la Facultad de Medicina. Muy de tanto en tanto lograban superar esas limitaciones, sobre todo cuando ensayaban articulaciones entre el saber médico y problemáticas ligadas a la política, la historia, la criminalidad o el destino de la Nación -fue el caso sobre todo de José María Ramos Mejía, quien ya en 1878, con su prematuro ensayo sobre los hombres célebres, inauguró una fecunda tradición.

Miembros de la Sociedad espiritista Constancia participaron activamente de algunos debates y controversias sobre el espiritismo en los que también tomaron parte los médicos. Constancia fue una de las primeras revistas de espiritismo en América Latina.
Miembros de la Sociedad espiritista Constancia participaron activamente de algunos debates y controversias sobre el espiritismo en los que también tomaron parte los médicos. Constancia fue una de las primeras revistas de espiritismo en América Latina.

No es momento de lanzar conjeturas que expliquen el rápido olvido en que cayó el libro de Rodríguez de la Torre. Su inmediato fallecimiento fue seguramente lo que más colaboró para que su nombre se borrara rápidamente de la memoria de sus contemporáneos 2. La razón por la cual nos detenemos en ese volumen es que su aparición produjo por parte de los espiritistas de Constancia el tipo de intervenciones que nos interesa rastrear en esta oportunidad. De hecho, la respuesta se efectuó en dos tiempos: hubo una primera reacción inmediata, impresa apenas el libro comenzó a circular por la ciudad; y una segunda, tres años después, mucho más elaborada. De todas formas, en aras de comprender esa reacción, es menester recordar que Espiritismo y locura llevaba una larga introducción de Ramos Mejía –a quien, por otro lado, estaba dedicado el libro. Dicho en otros términos, el volumen del médico joven y con una carrera promisoria, fue presentado en sociedad con un fuerte respaldo de quien por ese entonces era uno de los médicos más prestigiosos del salud, y uno de los científicos más conocidos por fuera de su círculo específico 3. Más aún, lejos de ser una introducción diplomática y vacía, el escrito de Ramos Mejía presenta una densidad teórica destacable, y respecto de la condena del kardecismo, su mensaje era tal vez más contundente y demoledor que el del propio libro. Como nunca antes en su obra escrita, Ramos Mejía se muestra en esa introducción como un férreo defensor de un determinismo hereditarista. Siguiendo al pie de la letra los postulados de la teoría de la degeneración, entiende que los espiritistas son los miembros de una rama degradada de la especie, que por sus características se ve empujados a abrazar creencias y prácticas que no son sino resabios de antiguos ritos y supersticiones 4.

Esas consideraciones de Ramos Mejía fueron el objetivo primordial de la primera reacción de los redactores de Constancia ante la aparición del libro editado en 1889. Esa temprana respuesta figuró en la primera página del ejemplar de la revista distribuido el 31 de Octubre de 1889. Al revisar ese breve texto, un contraste resulta tan sorprendente como ilustrativo. Elogiosas palabras dedicadas a Rodríguez de la Torre comparten espacio con irónicos ataques al prologuista de la obra 5. Así, de este último se afirma que “...se ha creído en el caso de decir algo sobre la materia, y como tratándose de espiritismo cualquiera es bueno para rebatirlo y las paparruchas se presentan a los ojos (alucinados íbamos a decir) de las multitudes, como gigantescas verdades descubiertas por la ciencia, de ahí que el doctor Ramos Mejía desempeñe su papel con más confianza en su propio prejuicio que en los hechos que desconoce, y los desconoce porque los desprecia”. Valen aquí dos comentarios sobre ese curioso contraataque. De un lado, es evidente que una vez más los espiritistas se sintieron complacidos por el hecho de que alguien del mundo de la ciencia hubiera decidido ocuparse de sus doctrinas y acciones. Al igual que en los enfrentamientos con Puiggari y Peyret (en 1881 y 1885 respectivamente), los kardecianos, con sobrada astucia, vieron en esas batallas la ocasión ideal para dar visibilidad pública a sus teorías (Mariño, 1933; Quereilhac, 2010). ¿No constituyó el libro de Rodríguez de la Torre el último soldado de esas ansiadas peleas? Bajo esa luz resulta comprensible no solamente el tono respetuoso con que los redactores de Constancia trataron al joven médico, sino el hecho de que planearan redactar un libro -anunciado para unos meses después, pero nunca concretado- en respuesta a Espiritismo y locura. De otro lado, la estrategia implementada para con Ramos Mejía podría ser vista del siguiente modo. La distancia entre la alabanza a Rodríguez de la Torre y la embestida contra el prologuista puede ser traducida, a fin de cuentas, como el hiato que separa el aprecio por los hechos y el desdén por las especulaciones o prejuicios desinformados. Desde nuestro punto de vista, en su respuesta a Ramos Mejía los espiritistas se apropiaron de la crítica que normalmente les era enrostrada –la de desconocer los fenómenos y guiarse solamente por sus creencias. El autor del libro era visto como alguien que, al igual que los propios miembros de Constancia, se había tomado el trabajo de analizar de cerca los hechos, mientras que Ramos Mejía, por el contrario, era de esos que, movidos por sus pasiones, hablaban sin saber, sustentados solamente por especulaciones y preconceptos.

La respuesta definitiva llegó con una larga demora, en octubre y noviembre de 1892. Dada esa tardanza, y dado que esta vez el destinatario exclusivo de las columnas de Constancia era Ramos Mejía, cabe la sospecha de que ese nuevo ataque contra el médico se debió a la edición de Estudios clínicos sobre las enfermedades nerviosas y mentales, libro que compilaba diversos trabajos científicos y pericias, y reproducía el prólogo de 1889 6. El primer artículo, aparecido el 30 de octubre, se encargaba de desarrollar en extenso las viejas críticas sobre el proceder meramente especulativo del médico 7. Le reprochaban sobre todo que al diagnosticar que los espiritistas se correspondían con la categoría de “degenerados del carácter”, incurría en una visible inconsistencia, pues la más superficial de las observaciones dejaba en claro que ninguno de los rasgos de la degeneración eran detectables en los miembros del kardecismo. La continuación se imprimió en el número siguiente, y en ese segundo artículo la objeción recaía, en parte, en la debilidad de los fundamentos de la teoría que Ramos Mejía quería aplicar. En efecto, desde Constancia su puso de relieve el carácter irreal de la teoría de la herencia, compartida por amplios sectores de la comunidad científica de fines de siglo: “...una herencia psíquica, que los sabios no pueden todavía acertar de dónde arranca, pero sí de que sois víctimas de ella. (...) Por lo demás, la teoría de la degeneración del carácter que el Dr. Ramos Mejía le hace extensión a los espiritistas, no es científica, porque no se funda en hechos ni en observaciones de ningún género” 8.

Sería forzado ensayar una línea de continuidad entre esas palabras impresas en Constancia en 1892 y otro ataque que Ramos Mejía recibiría tres años más tarde a propósito del mismo punto, el más doloroso de su carrera. Nos referimos a la introducción que Paul Groussac escribió en 1895 para su libro La locura en la historia (Groussac, 1895). En esas páginas del director de la Biblioteca Nacional todos y cada uno de los postulados de la teoría hereditaria pregonada por el médico eran demolidos con paciencia y erudición. Decíamos que sería osado pretender que la crítica de Goussac ya estaba de alguna forma anunciada en las páginas de la revista espiritista. El punto que sí nos gustaría poner de manifiesto -y el aspecto que pretendemos ilustrar mediante el análisis de otros dos episodios de la cultura científica de esa década- es la posibilidad y la pertinencia de incluir esos enunciados de los kardecianos en el contexto más vasto de su tiempo. No solamente supieron responder a los embates de los médicos porteños, sino que dando fe de una lectura aguda y minuciosa de los movimientos de los doctores, construyeron diagnósticos muy precisos y reveladores sobre zonas de tensión, debilidades y núcleos conflictivos de la disciplina galénica. Dicho con otras palabras, el día en que se rearme el mapa exhaustivo de los debates suscitados por la medicalización instaurada en Buenos Aires en el último cuarto del siglo XIX, la voz de los espiritistas deberá figurar en ese relato como un protagonista privilegiado.


VINDICACIÓN DE LOS CURANDEROS

El primer caso a analizar concierne a las controversias generadas en octubre de 1891 cuando un curandero muy popular de la ciudad, Mariano Perdriel, fue acusado de ejercicio ilegal de la medicina por el Departamento Nacional de Higiene. A raíz de esa imputación, diversos periódicos realizaron una completa cobertura informativa del episodio, y de inmediato se instaló un debate entre dos de ellos, El Diario y La Nación. Al respecto, haremos un doble recorrido. En primer lugar, ofreceremos un análisis sucinto del modo en que el diario fundado por Mitre salió en defensa de Perdriel. En segundo lugar, destacaremos los puntos de contacto entre los enunciados de ese órgano de prensa de los sectores letrados y las opiniones que sobre el mismo particular vertieron los espiritistas.

El día 9 de octubre se imprimió la primera de las numerosas crónicas entusiastas sobre Perdriel 9 . Además de lamentar los “errores de apreciación” de su colega El Diario, el redactor de esa nota se dedicaba a dejar asentados los siguientes puntos. Primero, que los representantes de la ciencia, en vez de mirar con recelo al curandero, deberían más bien observar y estudiar de cerca los fenómenos. Segundo, que su labor no supone una competencia a los médicos, pues se dedica a “aquellos que los médicos reputan incurables”. A ese respecto, el redactor informaba que el Consejo de Higiene ya lo había citado con anterioridad, luego de la denuncia de un médico extranjero. Luego de oírlo y persuadirse de que su tratamiento no acarreaba los peligros del curanderismo, decidieron no aplicarle multa alguna. El periodista insistía, en efecto, que Perdriel no recetaba brebajes peligrosos, y que por ende su labor no implica un riesgo para la salud general. Tercero y último, la nota contenía una frontal recriminación a la actitud de aquellos que se burlaban de fenómenos que no comprendían -y no es aventurado sospechar que esa crítica iba dirigida en parte a los médicos-: “¡Qué mucho que se burlen del hombre que cura con la mano cuando hace pocos años se consideraba charlatanes de feria á los magnetizadores! No hace mucho que después que hombres competentes observaron y comprobaron los fenómenos de la sugestión, se dió entrada en el reino de la ciencia al hipnotismo”.

Al día siguiente, en el mismo espacio del diario, el periodista publicaba una presunta carta recibida a propósito de Perdriel, firmada con el pseudónimo de “Profano” 10. Esta vez la diatriba contra la corporación médica aparecía sin velos. Merced a un tono burlesco e irónico, el autor se dirigía al sanador para destacar cuán superior eran sus conocimientos a los de los egresados de la escuela de Medicina: “Los médicos no saben otra cosa que hacer experiencias en el cuerpo de cualquiera. Se acercan á la cama de los enfermos con aire grave, se calan los lentes con mucha gracia (...), y después de tomar el pulso, de manosear al paciente, estrujarlo, ordenarle hacer visajes como quien guarda buches de agua, le sueltan muy frescos y convencidos de su ciencia e importancia, esta sentencia amarga: parálisis, apoplejía, enemas, ventosas y diez purgas (...). Estudian para borricos, escriben tesis para envolver patatas...época de barbarie... V. triunfará, Panza Santa!”. Profano proponía luego cerrar las facultades de medicina, pues según su opinión nadie necesitaba de los médicos. Ese ataque a los galenos concluía con dos argumentos que estaban a la orden del día. En primer lugar, se cuestionaba el derecho de las autoridades a inmiscuirse en las elecciones individuales y los hábitos: “¿y mis derechos? ¿acaso no puedo yo disponer de mi pellejo á mi antojo y curarme con cualquier sustancia? ¿Por qué han de intervenir los médicos en mi casa y han de obligarme á que siga un régimen de tanta higiene, de tanto aseo y?... ¡macanas! es la embrolla que ellos hacen para tener su cabida donde ya sobran tantos”. En segundo lugar, se apelaba a la dudosa veracidad de la teoría de los microbios. Según el autor de la misiva, los médicos mismos eran quienes criaban microbios para luego esparcirlos y garantizarse su clientela. Para colmo de males, los galenos están tan convencidos de la existencia de esos microorganismos, que “hoy tiene V. microbios hasta en la hostia sagrada”.

El día 11 apareció una tercera columna, a modo de respuesta a Profano 11 . Las ulteriores columnas de La Nación son, empero, las más valiosas. Fundamentalmente porque en ellas se filtra, con mediaciones más o menos marcadas, la propia voz de Perdriel. El día 13 se publica una larga entrevista al sanador, en la cual él es descrito como un hombre sencillo, de aspecto modesto, desprovisto de la aparatosidad o el exotismo que cabría esperar de un curandero 12. En sus declaraciones, Perdriel combina de forma astuta críticas bien claras a la corporación médica y la intención de no enfrentarse con las autoridades de ese gremio. De un lado, al declarar que siente como un deber aplicar su poder curativo sobre “pobres enfermos que muchas veces no tienen ni para pagar el médico”, denuncia el estado de cosas que desde siempre había tornado natural la pervivencia del curanderismo. De otro lado, ante la pregunta sobre qué haría si el consejo de higiene le prohibiese proseguir con sus curas, respondió que simplemente obedecería, pues él no pretendía contrariar a las autoridades. Por último, interrogado sobre los ataques de los que era víctima, Perdriel, sin decirlo abiertamente, aprovechaba para sostener que el peligro no era él, sino los curanderos y médicos extranjeros que llegaban al país solamente para enriquecerse: “Yo soy hijo de esta tierra, criollo puro y no vengo á estafar á nadie, como muchos sinvergüenzas. ¿Y mis compatriotas me tratan así?”.

La batalla entre médicos y espiritistas se publicó en Espiritismo y locura un libro de casi 500 páginas publicado en 1889 por el psiquiatra Rodríguez de la Torre, que llevaba una larga introducción de Ramos Mejía.
La batalla entre médicos y espiritistas se publicó en Espiritismo y locura un libro de casi 500 páginas publicado en 1889 por el psiquiatra Rodríguez de la Torre, que llevaba una larga introducción de Ramos Mejía.

Al día siguiente, el mismo periódico publicó una extensa crónica de la entrevista que un día antes el curandero había tenido con los miembros del Consejo de Higiene 13. Según el informe, Perdriel había asistido acompañado de un abogado, y en el lugar se hallaban varios diputados, médicos y periodistas que tenían interés en seguir de cerca los sucesos. El Consejo tenía la voluntad de aplicarle el castigo que correspondía por ejercicio ilegal de la medicina. El letrado que patrocinaba a Perdriel replicó que este último no ejercía el arte médico como curandero, pues no recetaba ningún remedio. Siempre según el informe, los médicos labraron un acta luego de deliberar, en la cual consideraban que el sanador sí ejercía la medicina. Lo más interesante es que, de acuerdo con la crónica, mientras todo esto sucedía el consejo invitó a Perdriel a demostrar sus poderes curando un dolor que aquejaba a uno de los miembros del Consejo. Aproximó su mano a la zona dolorida, y el médico dijo sentirse curado. Luego de eso, las autoridades volvieron a discutir, decidiendo aplazar para una futura reunión una resolución sobre el caso. Cuando la sesión concluía tuvo lugar una última escena: al retirarse, Antonio Piñero, uno de los médicos más prestigiosos de la ciudad, dijo: “-El señor no es médico, es un medicina. Si soy una medicina, contestóle al punto D. Mariano, recétenme ustedes y estamos del otro lado”. El cronista agregaba al respecto que: “Efectivamente, D. Mariano es un hombre medicina, é inspirándose los médicos en un espíritu humanitario, desprendiéndose del amor propio y de la preocupación de escuela, deberían recetar a sus enfermos incurables las manipulaciones de D. Mariano”.

Los documentos relativos al caso Perdriel, además de prestar confirmación a lo que ya se sabía sobre las dificultades que existían para poner fin al accionar de los curanderos, tienen el mérito de iluminar hasta qué punto podía formar parte del debate público la potestad de los médicos para regular y controlar el campo de la salud. Muchos intelectuales y periodistas del período -caracterizado, por cierto, por profundas transformaciones del aparato sanitario y por una creciente “medicalización” de aspectos de la vida cotidiana- cuestionaron y criticaron frontalmente el proceder de los doctores. Al hacerlo, hacían eco o duplicaban argumentos que los kardecianos porteños publicitaban desde sus revistas. En este caso en particular, es posible subrayar la absoluta confluencia entre los escritos de la prensa cotidiana y los puntos de vista lanzados desde Constancia. Veamos, a modo de ejemplo, un fragmento de un escrito aparecido en la revista espiritista a propósito del sanador: “Mientras exista el exclusivismo de los sistemas y de las sectas, la intolerancia que ellos entrañan han de conservar la confusión y el error, deteniendo el progreso de la verdad en todas sus manifestaciones. Sucede que el fundamento de estos errores proviene del egoísmo y de la vanidad que tanto mal nos hacen, (...) Así la medicina oficial ha resistido y sigue resistiendo los sistemas de curación llamados homeopático y magnético, y para ello le basta sonreír desdeñosamente, segura como está, de que la sociedad vive más de preocupaciones que de verdades. Pero no se detiene en esto; conociendo la importancia de tales sistemas se ha dado leyes restrictivas y coercitivas para detener a los osados que con las pruebas a manos llenas llegan a convencer a las multitudes. Bajo el pretexto de mirar por la salud pública, comete abusos de todo género, imponiendo multas y prisiones aún a aquellos que prueben no curar sino con la simple imposición de manos -es decir, con un imposible según ellos. Y si todo esto es una ilusión, ¿qué mal puede hacer al paciente?” 14


LA MAGIA TRIUNFANTE Y LA MEDICINA DESENMASCARADA

El episodio con el que quisiéramos cerrar este escrito atañe a un hecho del que nos hemos ocupado en otras oportunidades (Vallejo, 2013, 2014). En marzo de 1895 llegó a Buenos Aires un ilusionista e hipnotizador llamado Onofroff, que permaneció en la ciudad durante tres meses y brindó numerosos shows de telepatía y fascinación en teatros y en algunos salones privados de la elite. Aquí nos gustaría analizar un aspecto del que no nos habíamos ocupado en nuestras publicaciones anteriores, referido al modo en que los espiritistas vieron en el visitante un elemento que podía colaborar en su propia empresa.

Los actos del ilusionista rápidamente se transformaron en el centro de atracción de la prensa y de los médicos de la ciudad, sobre todo de las autoridades sanitarias, que en vano buscaron evitar que Onofroff realizara ejercicios de hipnotismo durante sus espectáculos. Por otro lado, célebres doctores de Buenos Aires usaron las columnas de los periódicos para desentrañar la explicación de los fenómenos que el visitante ponía en juego cada noche en los teatros. Al tiempo que algunos pocos profesionales no veían en esas experiencias otra cosa que fraudes escénicos o actos reprensibles –pues la hipnosis debía ser prohibida en los teatros. Otros médicos, incluso los de más renombre, plantearon en cambio que valía la pena estudiar de cerca a Onofroff. Además de Domingo Cabred –heredero de Meléndez en la dirección del Manicomio de hombres-, que invitó al ilusionista a realizar demostraciones de hipnotismo con los pacientes de su hospital, se ubica en este último grupo nada menos que Ramos Mejía. Este último se desempeñaba como director del Departamento Nacional de Higiene cuando Onofroff estuvo en la ciudad, y por ese motivo tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente, pues el ilusionista fue convocado por esa oficina para ser informado sobre algunas regulaciones existentes respecto del hipnotismo. En una entrevista que concedió luego de haber visto personalmente las capacidades telepáticas de Onofroff, Ramos Mejía confesaba públicamente que él creía en la existencia de esos poderes, y que no dudaba que el ilusionista los poseía de manera legítima. Citemos un fragmento de aquel diálogo: “¿Cómo explica la ciencia esa facultad, doctor? ¿La de trasmitir el pensamiento? Indudablemente es este un misterio bastante difícil de descifrar; pero lo explican los sabios, y esto es lo mas probable, de la manera siguiente: así como reside en el aire, en la luz y en todos los elementos de la naturaleza, una sustancia que los propaga y los hace trasmitir entre sí, reside en el pensamiento algo parecido, una chispa que se trasmite al cerebro ageno, produciendo un choque de ideas, que trae, como consecuencia, que sienta, el que posee mas sensibilidad cerebral, la impresión del pensamiento, de la idea ajena, obedeciéndola, como en el caso de Onofroff, por impulso” (Tribuna, Marzo 15, 1895). En esos mismos días, otro de los médicos de mayor reputación, Antonio Piñero, director del asilo de mujeres locas, escribió una serie de textos en La Nación para explicar, con las hipótesis de la neurología más reciente, los poderes del ilusionista.

Es notorio, entonces, que la presencia de Onofroff puso sobre el tapete disensos y fracturas al interior del campo médico, pues las reacciones de los galenos fueron disparejas e incluso contradictorias entre sí. Ahora bien, es interesante comprobar de qué manera, una vez más, los espiritistas de Constancia fueron capaces de advertir esa situación. Sus escritos acerca de Onofroff se transformaron inmediatamente en una denuncia de las aporías en las que caía el saber médico respecto de asuntos de esa naturaleza.

Haciendo un rápido resumen de la mirada que los espiritistas posaron sobre Onofroff, podríamos concluir que ella tuvos dos dimensiones. La primera de ellas estuvo centrada en celebrar que los diarios vieran con buenos ojos fenómenos como la telepatía, que tradicionalmente eran despreciadas por los órganos de prensa porteños. El ilusionista llegó a la ciudad en un período en que los espiritistas tenían cada vez mayor dificultad para establecer contactos con otros estratos de la cultura científica. Los espiritistas vieron en el éxito del ilusionista, y en la aceptación que sus poderes lograban por parte de los esquemas mentales de muchos porteños, la ocasión ideal para emprender una contraofensiva que fuera capaz de revertir tantos años de incomunicación. En la primera noticia sobre Onofroff que hallamos en la revista Constancia, se perciben con nitidez los ejes fundamentales de la estrategia desplegada para transformar la popularidad del ilusionista en auxilios para la propia causa: “El adivinador de pensamientos, Onofroff, ha llamado intensamente la atención de la Sociedad Bonaerense, con sus numerosos experimentos realizados con suma pulcritud de procedimientos (...). Las personas llamadas á presenciar de cerca estos fenómenos de adivinación, han sido unánimes en declararlos auténticos (...). Sin entrar á analizar estos fenómenos, muy explicables por cierto por todo aquel que los juzgue con el criterio espiritista, no podemos menos que alegrarnos de su realización, pues han venido á plantear para el público, problemas que no puede quizás resolver, pero que dadas las condiciones de claridad y limpieza con que se han efectuado, no puede tampoco tachar de… habilidades teatrales. Es para muchos el primer paso realizado hacia la aceptación científica de lo que ayer aún formaba en el campo de lo sobrenatural. En horabuena se multipliquen estas llamadas al buen sentido popular, pues matarán poco á poco en el público profano estas creencias absurdas en lo sobrenatural que forman el criterio con el cual se juzgan tan irracionalmente el Espiritismo y todas las ideas nuevas que en algo se alejan de la rutina” 15

El ilusionista e hipnotizador Onofroff, y brindó numerosos shows de telepatía y fascinación en teatros y en algunos salones privados de la elite.
El ilusionista e hipnotizador Onofroff, y brindó numerosos shows de telepatía y fascinación en teatros y en algunos salones privados de la elite.

La segunda dimensión del interés que los miembros de Constancia mostraron por Onofroff tiene que ver precisamente con su pelea con los médicos. Dando fe de una lectura muy atenta de los escritos que los doctores habían publicado en los diarios sobre el ilusionista, los principales integrantes de la sociedad espiritista redactaron largas columnas en que pusieron de manifiesto los callejones sin salida en que aquellos habían caído. En esas páginas no solamente dejaron en claro que ellos eran portadores de un saber científico o racional alternativo -y mejor preparado para explicar o describir los hechos en cuestión-, sino que el discurso de sus competidores pecaba de flagrantes inconsistencias. Ello se observa con mucha claridad en un trabajo de Pedro Serié 16. Podríamos afirmar que todo el trabajo de Serié tiene como meta la crítica del intento llevado a cabo por los médicos para brindar el fundamento de los actos de Onofroff. Más aún, el ataque lanzado contra los profesionales es más profundo, pues abarca tanto su actitud ambivalente o paradójica hacia los fenómenos telepáticos –pues con el correr de los días han aceptado a regañadientes la realidad de hechos que poco antes negaban con altiva indiferencia– como la debilidad de los ensayos teóricos construidos sobre los mismos: “Se ha podido observar después de las primeras sesiones de Onofroff, la crítica que se elevó desde el seno de nuestros sábios doctores, los cuales no desperdician una ocasión de combatir todo lo que no sea reconocido y aceptado por la ciencia. No faltó quién aconsejara al concejo de higiene por vía de los diarios, que prohibiera en absoluto las sesiones de Onofroff por considerarlas perjudiciables para la salud de los que se prestaban (voluntariamente) á los experimentos, además de constituir estos un espectáculo repugnante para el público. Con el espíritu hostil y de oposición que los caracteriza, acogieron con mucha incredulidad los primeros experimentos, atribuyéndolos al charlatanismo; poco á poco tuvieron que convencerse por la realidad de los hechos, y abandonando el terreno de la negativa, se propusieron dar una explicación de estos que no podian negar por más tiempo sin temer de caer en el ridículo. Al respecto se publicaron varias teorías emitidas, y como es de suponer, ninguna pudo darnos una explicación racional sobre la causa y modo como se producen estos fenómenos” 17

Al respecto, Serié acomete un lectura muy lúcida de uno de los artículos de Antonio Piñero impresos en La Nación. Sin jamás comunicar el nombre del autor de aquella nota, Serié realiza una prolija exégesis del texto que el director del asilo de mujeres había publicado el día 21 de marzo. El espiritista ve en ella un claro ejemplo de explicación “científica-materialista” con que los médicos de la ciudad pretendían hallar el secreto de los poderes de Onofroff. Piñero, sin demasiado astucia, intentaba describir del siguiente modo el accionar del ilusionista: “¿Cómo percibe Onofroff estos movimientos cuando no tiene contacto alguno con el guía? (...) Onofroff tiene una hiperestesia sensorial, y nada tiene de imposible que sienta á distancia las modificaciones respiratorias, y demás fenómenos que presenta el guía como efecto de la contención mental. Esta es una simple conjetura, pero que no carece de lógica” (Piñero, 1895). Pues bien, Serié supo ver que allí residía el punto más débil del discurso de su contrincante. A fin de cuentas - razona el defensor del espiritismo- el despliegue de erudición realizado por el médico era completamente en vano, pues ninguno de los argumentos e hipótesis esgrimidos servía para echar la más mínima luz sobre los fenómenos en cuestión. A modo de comentario de la confesión de Piñero de que toda su elucubración se aplica a los casos en que existe un contacto físico, Serié agrega con fina ironía: “Nos place la franqueza con la cual, reconoce la ineficacia de su teoría para explicar los hechos”. En efecto, el redactor de Constancia aprehendió en el recurso poco covincente de Piñero -¿a quién quería persuadir el médico sobre la habilidad de Onofroff para sentir desde lejos los cambios en el ritmo respiratorio de los demás? el síntoma incontestable de las falencias del materialismo. Un puente inmediato podía trazarse desde esa denuncia hacia la conclusión de que otro tipo de discurso era necesario para aclarar los fenómenos: “En vano quieren explicarlo todo por la materia, los que niegan el espíritu, tendrán forzosamente que caer en el error y en la contradicción. Los espiritistas sabemos que la trasmisión del pensamiento y sugestión á distancia, son hechos innegables, subordinados á la voluntad, y cuya explicación no podrán dar los sabios, mientras niegan la existencia del alma, y no estudian sus facultades, y los fenómenos inherentes á su naturaleza. La influencia que ejerce el magnetizador sobre un sujeto no es debida á ningún acto material, sinó á la irradiación voluntaria del fluido peri-espiral emitido por el magnetizador. Onofroff poséé una gran fuerza de voluntad, y extraordinaria concentración de espíritu, lo cual constituye una especie de mediumnidad (no muy común por cierto) que lo hace apto, para atraer y absorver la corriente de voluntad emitida por el guía.” 18


A MODO DE CIERRE

En estas páginas hemos buscado retratar unos pocos episodios ligados al cruce entre los espiritistas y los médicos en Buenos Aires a fines del siglo XIX. A contrapelo de los enfoques tradicionales, no hemos hecho hincapié en las lecturas patologizantes que los doctores ensayaron acerca de los kardecianos, sino en el surco inverso. Nos hemos detenido en la mirada que los propios espiritistas dirigieron a los profesionales. Creemos que las evidencias aportadas hasta aquí podrían servir de puntapié para futuras reconstrucciones referidas a las voces que resistieron el avance de la medicina en una sociedad en proceso de modernización. A tono con otras voces del campo letrado o de sectores contestatarios, los espiritistas siguieron de cerca los movimientos de los médicos, y supieron leer los síntomas y los puntos problemáticos de una profesión en pleno proceso de expansión. Dado que los espiritistas tenían plena participación en zonas de la cultura científica que estaban en boga -desde la práctica de sanaciones a cargo de profanos, pasando por el conocimiento de fenómenos extraños como el hipnotismo, hasta el sopesamiento de nuevas formas de lo existente y lo posible que resultaban de adelantos técnicos como el fenógrafo o los rayos x-, es natural que hayan sabido edificar un sofisticado discurso que además de dar consistencia a una cientificidad alternativa, se transformó en un diagnosticador de los síntomas de los saberes que competían con él.


Referencias

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1 “Consta pues que la naturaleza del magnetismo es su última acepción, es verdaderamente diabólica, y aunque Dios por sus altos juicios puede permitir que un alma buena o mala aparezca a alguna persona bajo de cualquier figura, empero no es lícito el provocar su presencia, como consta de la Escritura que se prohíbe en términos formales buscar la verdad por medio de los difuntos: non queres á mortuis veritatem” (Mossi, 1872: 17; cursivas en el original).

2 El 23 de abril de 1890 se publicó en las columnas del diario Sud-América una necrológica de Rodríquez de la Torre, firmada por Ramos Mejía y dirigida al padre del fallecido. Allí, el futuro autor de La locura en la historia, afirmaba: “Yo me congratulo de ser el intérprete de mis consocios y me permito agregar el sentimiento de trsiteza que la desaparición de uno de mis mejores y más queridos amigos ha impreso en mi espíritu”.

3 Ramos Mejía se desempeñaba por ese entonces como diputado nacional, pero su mayor popularidad como hombre político y de acción la había adquirido a mediados de la década, cuando en calidad de director de la Asistencia Pública había mentenido graves altercados con el Intendente (Torcuato de Alvear), los cuales fueron seguidos de cerca por los diarios de mayor circulación.

4 “La creencia en los espíritus no es sino un caso de atavismo intelectual favorablemente fecundado por las aptitudes cerebrales viciosas de la inocente credulidad de otros siglos. Son débiles de la mente los espiritistas, porque son cerebros que han evolucionado incompletamente por razones de herencia mórbida” (Ramos Mejía, 1889).

5 “Esta Obra está escrita con gran acopio de datos, y su elaboración ha sido indudablemente muy pensada y lenta (...). Mientras tanto, complácenos felicitar al distinguido médico dr. Rodríguez de la Torre por la altura con que desciende al terreno de la discusión, demostrando que su único anhelo es servir á la sociedad, entregándole por completo su talento y sus mejores horas” (“Espiritismo y Locura”, Constancia. Revista quincenal, espiritista bonaerense, Año XII, N° 189, p. 369).

6 Si bien en la tapa del libro figura 1893 como fecha de edición, es posible que haya aparecido a fines del año anterior.

7 “Hétenos pues juzgados y condenados por un jurado que procede a priori, llevándose de la propia neurosis adivinatoria de que también a su vez psíquicamente está contaminado. (...) ni en dr. Ramos Mejía ni ningún otro sabio oficial ha de probar lo que afirman con más derroche de imaginación que de observación y análisis científico” (“Degenerados del carácter”, Constancia, Año XV, N° 279, pp. 273-274).

8 “La neurosis espiritista”, Constancia, 15, 280, p. 281.

9 “Mariano Perdriel. El hombre que cura con las manos”, La Nación, Octubre 9, 1891.

10 “Mano Santa - Panza Santa - Pata Santa. Tres personas distintas y un solo prodigio verdadero. Los médicos se van. ¡Ni falta que hacen!”, La Nación, Octubre 10, 1891.

11 “Mariano Perdriel. El hombre que cura con la mano”, La Nación, Octubre 11, 1891.

12 “Mariano Perdriel. Mano Santa. Apuntes biográficos. Habló el buey y dijo mu”, La Nación, Octubre 13, 1891.

13 “D. Mariano ante el Consejo. Sesión a puerta cerrada. Prueba al canto. Contestación oportuna”, La Nación, Octubre 14, 1891.

14 Esa larga cita presenta numerosos puntos de coincidencia con la opinión que otro diario de la ciudad, Sud-América, había esbozado sobre la relación entre los médicos y Perdriel: “Ahora bien, falta saber hasta qué punto está el consejo de higiene en su derecho. Si ejercer la medicina consiste en administrar toda clase de porquerías y hacer detripamientos a la alta escuela -ambas cosas que requieren una práctica y una pericia a toda prueba-, forzoso es convenir que no están de más ni el consejo ni las facultades autocráticas de que está investido. Mas si por el contrario se puede ejercer la medicina, o sea curar las dolencias físicas de la doliente humanidad sin apelar a ninguno de los recursos que requieren una ciencia adquirida a fuerza de estudios y observaciones, oh! entonces me parece que el H. Consejo se sale de la raya, y demuestra lo que desgraciadamente es una convicción arraigada en la generalidad del público, a saber: que la medicina patentada elimina mayor cantidad de pacientes que los que buenamente desaparecerían entregados a la exclusiva acción de la naturaleza (...) De dos cosas una: o los doctos miembros del Consejo de Higiene piensan que con la imposición de las manos no se hace pasar ni un dolor de cabeza, o aceptan la posibilidad de semejante terapéutica. En el primer caso Perdriel no ejerce la medicina, desde que ejercer la medicina significa hacer aplicación de medios reconocidos eficaces, es decir poseyendo la virtud de alterar el funcionamiento natural del organismo. Si por el contrario deciden los mismos señores que imponer las manos puede surtir un efecto curativo, carecen si no de lógica, por lo menos de caridad cristiana, al prohibir que se produzcan tan benévolas manifestaciones; y para ser consecuentes en un todo deben mandar apercibir a una infinidad de gente que poseela facultad de calmar dolencias físicas con solo colocar la mano sobre la parte afectada.” (Plum, “En plena medicina. El Consejo de Higiene versus Perdriel”, Sud-América, Octubre 15, 1891).

15 “Boletín de la Semana”, Constancia. Revista Semanal Sociológico-Espiritista y Órgano de la Sociedad “Constancia”, 18, 405, Marzo 31, 1895, pp. 102-103.

16 Pedro Serié, “Onofroff”, Constancia. Revista Semanal Sociológico-Espiritista y Órgano de la Sociedad “Constancia”, 18, 406, Abril 7, 1895, pp. 108-109.

17 Ibíd., p. 108.

18 Ibíd., p. 109.



* Doctor en Psicología graduado en la Universidad de Buenos Aires e Investigador del CONICET. Se desempeña como docente en la Cátedra de Historia de la Psicología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeñó como docente e investigador en Berlín, París y México. Es autor de los libros Incidencias en el psicoanálisis de la obra de Michel Foucault (Letra Viva, 2006), Los miércoles por la noche, alrededor de Freud (Letra Viva, 2008) y La seducción freudiana (Letra Viva, 2012). Es co-editor del libro Inconsciente e historia después de Freud: Cruces entre filosofía, psicoanálisis e historiografía (Prometeo, 2010), y ha editado, junto con Fernando Rodríguez, El estructuralismo en sus márgenes (Ediciones del Signo, 2011). Ha escrito más de cincuenta artículos sobre historia del psicoanálisis, medicina y psiquiatría.



MÉDIUMS, ESPÍRITUS Y ESPECTROS EN LA LITERATURA FANTÁSTICA ARGENTINA DE ENTRESIGLOS

Soledad Quereilhac*

Soledad Quereilhac
Soledad Quereilhac
solquerei@gmail.com

Durante el último tercio del siglo XIX, cuando surgieron en la argentina las primeras sociedades espiritistas y teosóficas, y cuando las noticias sobre el desarrollo de estas corrientes en Europa y Estados Unidos ya circulaban en los medios de prensa, la literatura fantástica encontró nuevos motivos sobre los cuales ensayar variaciones imaginarias. Fue sobre todo uno de los aspectos de estas corrientes espiritualistas secularizadas lo que logró un amplio impacto en el terreno literario: sus ambiciones científicas o, dicho de otro modo, el interés que los variados fenómenos espirituales, paranormales, extrasensoriales o simplemente extraños despertaron en numerosos científicos de los años de entresiglos, y el lugar que este tipo de acontecimientos fue ganando progresivamente como objeto de estudio científico.

El cruce entre las inquietudes sobre entidades tradicionalmente ligadas a lo abstracto o lo incorpóreo (como el espíritu, la inteligencia, la “mente” o la vida después de la muerte) y una voluntad de estudio guiada por parámetros materialistas y positivos (es decir, científicos) ofreció motivos de especulación a la incipiente literatura fantástica argentina. En efecto, es de la mano de este tipo de cruces, de este imaginario casi oximorónico de lo espiritual-material, que nace en el país el modo o género de la “fantasía científica”, una forma claramente decimonónica de lo que será más adelante la ciencia ficción, pero ajustada a los parámetros más laxos e inestables respecto de qué se consideraba “ciencia” en la época.

Eduardo L. Holmberg,  (1852-1937) médico, naturalista y escritor argentino, fue autor de las primeras fantasías científicas de nuestro país. En una de sus novelas, Viaje maravilloso del Sr. Nic-Nac (1875) Holmberg hace viajar a su personaje, Nic-Nac, gracias a Friederich Seele, médium alemán que tiene la capacidad de provocar y guiar desprendiéndose de sus cuerpos terrenales; son sus espíritus quienes viajan, a través de un accionar poco ortodoxo del médium alemán.
Eduardo L. Holmberg, (1852-1937) médico, naturalista y escritor argentino, fue autor de las primeras fantasías científicas de nuestro país. En una de sus novelas, Viaje maravilloso del Sr. Nic-Nac (1875) Holmberg hace viajar a su personaje, Nic-Nac, gracias a Friederich Seele, médium alemán que tiene la capacidad de provocar y guiar desprendiéndose de sus cuerpos terrenales; son sus espíritus quienes viajan, a través de un accionar poco ortodoxo del médium alemán.

En 1877, se funda la primera sociedad espiritista, llamada “Constancia”, de escasos siete miembros al comienzo pero de importante convocatoria en años posteriores, cuando asume su presidencia Cosme Mariño. En 1892, surge la primera sociedad teosófica del país y de Latinoamérica, “Luz”, presidida por Alejandro Sorondo y Federico Washington Fernández. Ambas sociedades publicaron sus respectivas revistas, Constancia, cuya publicación se prolongó por varias décadas, y Philadelphia, acotada a los años 1898-1902, y allí reseñaron buena parte de sus actividades, debates y figuración pública. Pero la gravitación de estos espiritualismos con ambiciones científicas no se redujo al ámbito de sus sociedades. En la prensa eran frecuentes las noticias de variada índole sobre el espiritismo, la teosofía y otras ciencias ocultas (el término es de la época), como “El espiritismo en Buenos Aires. Curiosas fotografías de espíritus materializados”,1 “¿Espiritismo o prestidigitación?”,2 y “La teosofía en Buenos Aires”,3 o los artículos relacionados con los experimentos de Richet publicados en La Nación 4 . Y en la mayoría de los artículos periodísticos, cuando el foco no estaba puesto en el titeo o en la denuncia de supuestas supercherías, se hacía hincapié en la posibilidad de que, con el avance de las investigaciones, los fenómenos del espíritu constituyeran una nueva forma de la investigación científica. En el diario La Prensa de Buenos Aires, se afirmaba:

Nuestro distinguido colaborador, el señor L. A. Vasallo (Gandolin), director del Secolo XIX de Génova y corresponsal de La Prensa, acaba de publicar una reseña completa de los experimentos medianímicos efectuados en el círculo de Minerva de aquella ciudad, en presencia de personas que ocupan un lugar prominente en las ciencias, quienes, como Lombroso, Morselli, Porro y otros estudiosos de las disciplinas psicofísicas, han reconocido que la medianidad, el llamado espiritismo, ha salido ya del campo de la charlatanería y, tal como sucedió con el hipnotismo, forma parte integrante de aquellas grandes incógnitas, cuyo velo ha de levantar la experimentación moderna. 5

Ahora bien, esta renovada mirada cientificista para concebir la mediumnidad fue representada, asimismo, en clave literaria. En muchos relatos fantásticos de entresiglos, es posible detectar escenas en las que entidades espirituales hablan, viajan o actúan a través de un médium, y lo curioso es que esas escenas suelen enmarcarse en explicaciones racionalizadas, y no como acontecimientos mágicos.

El caso más llamativo es el del naturalista y escritor Eduardo L. Holmberg, autor de las primeras fantasías científicas de nuestro país. En una de sus primeras novelas breves, Viaje maravilloso del Sr. Nic-Nac (1875) imagina el primer viaje interplanetario de la literatura argentina. Pero en lugar de especular con naves espaciales, Holmberg hace viajar a su personaje, Nic-Nac, gracias a las acciones de un médium alemán llamado Friederich Seele (Federico Alma), médium que en lugar de recibir en su cuerpo un espíritu, tiene la capacidad de provocar y guiar una trasmigración ajena. Tanto Nic-Nac, Seele y el médico de Nic-Nac que supervisa toda la operación viajan a Marte desprendiéndose de sus cuerpos terrenales; son sus espíritus quienes viajan, a través de un accionar poco ortodoxo del médium alemán.

La hipótesis fantástica de este relato no sólo recae en las prácticas mediumnicas que ya tenían amplia difusión en la ciudad 6 , sino que en líneas generales se apoya en el cruce de dos discursos: la astronomía y el espiritismo. El primero, relacionado a las discusiónes sobre de la existencia de vida en otros planetas 7 ; el segundo, en lo relativo a la evolución del espíritu después del paso por la tierra y su eventual migración hacia otros planetas. Seele le explica a Nic-Nac que “después de la muerte, el espíritu se separa de la materia, conservando los sentidos y la imagen” 8 ; y es justamente esa imagen-sensible la que logra viajar a Marte luego de desprenderse de su cuerpo físico a fuerza de ayuno, y la que, junto a su guía Seele, descubre que, en realidad, todos los habitantes del planeta rojo fueron alguna vez habitantes de la Tierra, y que en el futuro, cuando envejezcan, sus espíritus volverán a migrar hacia otros planetas del sistema solar. 9

Dos décadas más tarde, Holmberg publica La casa endiablada (1896) y allí vuelve a recurrir a la práctica de la mediumnidad, pero en un sentido más clásico. El suceso anormal que articula la narración es la presunta presencia de fantasmas en una casa abandonada y su manifestación mediante ruidos; pero lo interesante es que el caso aparece estratégicamente reforzado por una gran cantidad de datos del contexto sociocultural, desde la abundancia de nombres de científicos, ocultistas y espiritistas reales, hasta la reproducción de notas atribuidas a periódicos porteños. Más en línea con una representación atenta a la creciente adhesión al espiritismo de ciertos habitantes de Buenos Aires, que a una invención fabulada de personajes, esta narración logra como pocas hacer coincidir lo fantástico con su realidad histórica.

El suceso extraño se transforma rápidamente en un caso policial y ello se debe a la intervención de los espiritistas de la Sociedad Constancia, algunos de cuyos miembros reales como Cosme Mariño y Felipe Senillosa son aquí personajes que se mezclan con otros ficticios, como la novia del escéptico protagonista, una poderosa médium. Si al comienzo conviven muchas hipótesis sobre los ruidos, una vez celebrada la sesión espiritista en la casa se devela que los ruidos son provocados por el espíritu de un sujeto asesinado allí mismo, que habla a través de la medium. Espiritismo y enigma policial comienzan a entrecruzarse a partir de este momento, y a la utilización de técnicas como la lectura de las huellas dactilares o la interpretación inductiva de pistas, propias de la investigación policial, se suma este particular interrogatorio a un ser del más allá, concretamente, el propio asesinado, cuyo nombre y apellido ni la médium ni los espiritistas podían conocer. Por supuesto que el espíritu no llega a nombrar a su asesino, pero su irrupción basta para reorientar las pesquisas y llegar a buen resultado.

Ante lo asombroso de los acontecimientos, el narrador informa sobre las diferentes posiciones que adoptaban los personajes: “Cuál más, cuál menos, todos creían que allí había algo. Para unos, había estado presente el espíritu de Nicolás Leponti [el asesinado]; para otros, el fenómeno era inexplicable, pero evidente; y para algunos, era explicable, pero momentáneamente, inaccesible.” 10 Esta suma de puntos de vista era muy frecuente en la época y claramente el relato de Holmberg interpelaba ese horizonte.

En esta historia y en muchas otras, entre ellas Nelly (1896), Holmberg logra incorporar a su literatura un repertorio de temas que quedaba definitivamente excluido de su ejercicio profesional de la ciencia. Los temas del espiritismo, de las fuerzas psíquicas, de los fenómenos paranormales, nunca fueron objeto de su interés científico, ni parecieron despertar en él la suficiente curiosidad como para cruzar esa frontera que otros científicos del siglo XIX cruzaron, como el naturalista Alfred R. Wallace, el astrónomo Camille Flammarion o el químico William Crookes, los tres conocidos por Holmberg y citados, de hecho, en sus relatos. A diferencia de Leopoldo Lugones, como veremos más adelante, Holmberg no formó parte de ninguna sociedad espiritista o teosófica. Pero por su formación y sus lecturas, estaba ciertamente al tanto de las pretensiones científicas de los espiritualismos y de la asidua publicación en la prensa de los resultados de investigaciones con médiums, sensitivas y otros sujetos capaces de concretar proezas psíquicas. Y si bien nunca declaró haber ensayado personalmente la corroboración de estos fenómenos, es claro que sí los consideró material productivo para la creación de sus fantasías científicas.

En este sentido, Holmberg representa al naturalista que, a diferencia de Wallace, no buscó aunar sus ambiciones científicas con sus inquietudes espiritualistas en el mismo terreno, sino que reservó para su labor literaria el tratamiento de aquellas cuestiones que no encontraban cabida en su ejercicio de la ciencia positiva. Es por ello que los relatos de Holmberg parecen ser el resultado de la “calaverada” del científico decimonónico, una fuga hacia el juego y el derroche de la ficción fantástica.

Cosme Mariño (1847-1927) fue clave para la divulgación del Espiritismo en el Río de la Plata, especialmente en Argentina. Se lo denominó El Kardec Argentino. Cosme Mariño y otro líder espírita -Felipe Senillosa- se inoculan en la novela de Holmberg La casa endiablada (1896) junto a una médium, en una trama espírita-policial.
Cosme Mariño (1847-1927) fue clave para la divulgación del Espiritismo en el Río de la Plata, especialmente en Argentina. Se lo denominó "El Kardec Argentino". Cosme Mariño y otro líder espírita -Felipe Senillosa- se “inoculan” en la novela de Holmberg La casa endiablada (1896) junto a una médium, en una trama espírita-policial.

Muy diferente es el caso de Leopoldo Lugones, miembro de la rama “Luz” de la Sociedad Teosófica porteña desde 1898 y teósofo convencido. La publicación de los primeros relatos fantásticos de Lugones coincide con los años en que entra formalmente en contacto con los teósofos. De hecho, uno de los relatos que luego integraría su famoso libro Las fuerzas extrañas (1906) se publicó en Philadelphia. 11

“La teosofía en Lugones fue algo muy serio, y por sus senderos llegó a encaminarse hacia su propio orientalismo”, asegura el poeta Arturo Capdevilla, discípulo y amigo del escritor, en su libro Leopoldo Lugones 12 . Conocedor, como pocos, de las primeras actividades de los teósofos en Buenos Aires, y miembro, también, de la Sociedad Teosófica, Capdevilla asegura que el amplísimo repertorio teosófico “le brindaba [a Lugones] una fiesta intelectual, casi, casi sobrehumana”. Cuando reconstruye las reuniones que los teósofos llevaban a cabo todos los domingos, hacia fines de la década de 1890, en una casa de la avenida Las Heras, a las que asistían, entre otros, Alejandro Sorondo, Manuel Frascara, Alfredo Palacios y el propio Lugones, Capdevilla recuerda que se discutía allí sobre ciencia oculta y ciencia “materialista”, sobre religión, sobre magia negra y blanca, y que siempre había lugar para “las narraciones macabras” 13 . Según Capdevilla, la teosofía le brindó a Lugones extraordinarias visiones de una nueva Cosmogénesis.

Esa nueva Cosmogénesis no fue incumbencia exclusiva de sus tempranos ensayos publicados, asimismo, en Philadelphia, sino que también ingresó a sus cuentos, articulando la dimensión fantástica. A diferencia de Holmberg, que gustaba concebir personajes científicos que fueran, a la vez, espiritistas (y su modelo era, acaso, otro naturalista como él, el ya mencionado Alfred R. Wallace), Lugones privilegió la figura del experimentador ocultista, aquel científico de sólida formación positivista que realizaba sus investigaciones por fuera de las academias oficiales y que se interesaba por los fenómenos “inexplicables”. Si bien Lugones no poseía la formación en ciencias de Holmberg, fue asiduo lector de la bibliografía científica de su época (Darwin, Spencer, Haeckel, Einstein, entre otros), pero esta lectura era propiciada por su adhesión a la teosofía, por los inherentes diálogos y discusiónes que los teósofos mantenían con la ciencia positivista, en su defensa del estudio científico de la dimensión espiritual del universo. Su adhesión a esta visión de mundo resulta clave para entender el tipo particular de fantasía científica que el autor cultivó en sus relatos de Las fuerzas extrañas y en muchos otros publicados en diarios y revistas 14 . Sus relatos son verdaderos ejercicios conjeturales de imaginación, que hipotetizan sobre las posibles consecuencias de que un sujeto entrase en contacto con las fuerzas desconocidas del cosmos, aquellas fuerzas que superaban en potencia y en autonomía a todas las otras fuerzas conocidas por la ciencia contemporánea.

La fuerte impronta teosófica de sus relatos no se manifiesta solamente en aquellos de corte explícitamente cientificista. Los relatos centrados en episodios bíblicos, como la destrucción de Gomorra (“La lluvia de fuego”), en el origen de la vida en la Tierra (“El origen del diluvio”) y o aquellos otros que retoman misterios faraónicos (“El vaso de alabastro”), son concebidos desde la convicción teosófica acerca de que el mundo antiguo albergaba las claves del mundo actual. La veneración de lo antiguo como reservorio de un conocimiento perdido por la racionalización moderna es una de las insistencias teosóficas con las que Lugones demostró comulgar en muchos de sus ensayos, tanto en sus tempranos artículos de la revista teosófica Philadelphia, como los ensayos Prometeo, El payador y Elogio de Ameghino 15 .

Es justamente en estos relatos sobre la antigüedad que aparece la figura del médium y se narran episodios de comunicación con entidades del más allá. En “La lluvia de fuego”, incluido en Las fuerzas extrañas, el narrador en primera persona muere durante la historia (y por lo tanto, pone en jaque la posibilidad misma de la narración), pero en realidad es un médium quien da cuenta de lo acontecido, al “ser hablado” por el muerto. El subtítulo de ese relato es “Evocación de un desencarnado de Gomorra”, y en la palabra “desencarnado” (de uso frecuente tanto entre espiritistas como teósofos) está la clave de la enunciación y del verosímil: quien habla es un espíritu o una forma de vida que pasó por la Tierra, y que ahora vaga por el cosmos. A través de ese recurso, Lugones puede recrear, con una dimensión estética, un episodio bíblico experimentado por un sujeto particular.

Leopoldo Lugones (1874-1938), poeta, ensayista, periodista y político argentino, fue miembro de la Sociedad Teosófica. La publicación de sus relatos fantásticos, tales como Las fuerzas extrañas (1906), coincide con su contacto con los teósofos.
Leopoldo Lugones (1874-1938), poeta, ensayista, periodista y político argentino, fue miembro de la Sociedad Teosófica. La publicación de sus relatos fantásticos, tales como Las fuerzas extrañas (1906), coincide con su contacto con los teósofos.

Con similar estrategia, “El origen del diluvio” lleva por subtítulo “Narración de un espíritu”, y en el cuerpo del relato se da cuenta explícitamente del accionar de una médium que transmite el mensaje a los presentes, y que hacia el final, incluso, produce una materialización. La diferencia con las sesiones espiritistas es que aquí no se entra en comunicación con una persona fallecida, sino con una entidad espiritual primitiva, que presenció la formación de la vida en la Tierra y que puede dar cuenta de ese proceso, narrado en un cruce entre el discurso cientificista y el mítico. La entidad espiritual asegura que los habitantes primitivos del planeta fueron “especies de monos gigantescos y huecos”, que podían “expandirse como fantasmas hasta volverse casi niebla” y que eran “los gigantes de que hablan las leyendas” 16 . Destruida esa primera especie o “esbozo de hombres”, surgieron, venidos de la luna, los primeros seres humanos que eran “organismos del agua, monstruos hermosos, mitad pez, mitad mujer, llamados después sirenas en las mitologías” 17 . La materialización que produce la médium es, justamente, una pequeña y perfecta sirena, que aparece muerta en la casa. Es decir, se materializa un ser proveniente del origen de la humanidad.

En este relato, la mediumnidad es vista como una forma de acceder a una revelación, a un conocimiento sobre los orígenes, en fin, como un medio de acceso a la Cosmogénesis. En línea similar, el relato “Ensayo de una Cosmogonía en diez lecciones”, también apela a la figura de la “mediación” para acceder y luego trasmitir un conocimiento sobre los orígenes del mundo, aunque en este caso, el médium no es el tradicional, sino que quien ocupa ese lugar es el narrador. Tras mantener largas conversaciones con una especie de chamán habitante de la Cordillera de los Andes, que reconstruye, en diez sesiones, la formación del universo en todas sus etapas, el narrador dice: “yo fui tomado como agente para comunicar tales ideas” 18 . El relato es, nuevamente, resultado de una mediación espiritual.

No será la única vez que Lugones conciba el rol del escritor como médium. Años más tarde, 1913, cuando pronuncie sus conferencias sobre el Martín Fierro de Hernández en el Teatro Odeón (conferencias que luego formaron el libro El Payador, de 1916 19 ), profundizará la idea. Allí propondrá entender la labor de los payadores, de Hernández y de él mismo, en tanto poeta e intelectual, como toda una cadena de médiums, de “mediadores” del espíritu de la tierra y de la nacionalidad. Allí dirá que los payadores campestres fueron los médiums originales, aquellos que con su arte pudieron interpretar, hacer hablar, el espíritu de la “raza” argentina; José Hernández, con su escritura y su mayor sofisticación, fue el segundo médium, aquel que supo expresar con nuevo lenguaje la verdad espiritual que residía en la rusticidad de los cantores; finalmente, Leopoldo Lugones, médium mayor, venía a ser el poeta que lograba sintonizar la verdad oculta en el poema de Hernández: la esencia de nuestra nacionalidad.

La relación entre arte y mediumnidad también atrajo al escritor Atilio Chiappori, menos conocido que los primeros y de obra menos prolífica, dado que luego de publicar algunas narraciones, se dedicó mayormente a la crítica de arte. En uno de los relatos de su libro Borderland (1907), llamado “Un libro imposible”, Chiappori hace confluir la búsqueda estética con la experiencia espiritista.

Un libro imposible narra la extraña experimentación espiritual del joven Augusto Caro, que busca convertirse en el primer escritor que no sólo inventa sus personajes, sino que antes puede ser ellos, encarnar todas las personalidades y estados de ánimo posibles, para contar así con un ilimitado material narrativo. Especie de versión espiritista del escritor naturalista, tan interesado como éste en adquirir pleno conocimiento de su referente, aunque a través de métodos más radicales que la anotación en una libreta, el personaje se termina convirtiendo en experimentador y en médium al mismo tiempo; ayudado por los efectos del hachís, siente suprimirse “el vínculo de cohesión de la personalidad”, y su ser se disemina “hasta en las cosas inertes”, “como si una fuerza extraña venciera la cohesión molecular de un sólido” y se desvaneciera “lo mismo que un gas que se expande” 20 . Chiappori busca en su relato ligar al arte con un cruce de frontera hacia el más allá. Pero la obra de arte no se concreta nunca, ya que el desvío espiritista desencadena un suceso trágico: Augusto invita a su mujer, Ana María, a encarnar ella también a otras mujeres y estados de ánimo femeninos, pero cuando le pide que recree la sensación de ser asesinada por él mismo, Ana María efectivamente muere y desde entonces su fantasmal presencia acosa al fallido escritor.

Independientemente del desenlace trágico, es interesante el cruce entre la experiencia de la mediumnidad –ser canal de expresión de un ánima o entidad ajena- y la experiencia de la literatura, concretamente la narrativa, que involucra, entre otras cosas, el dar voz, dejar expresarse, a sujetos ficticios.


DEL MÉDIUM A LA MÁQUINA

La presencia de médiums empieza a mermar en la segunda década del siglo. En las fantasías de orientación cientificista, o científico-espiritualista, la tarea de “mediación” pasa a ser reemplazada por la máquina, por un artefacto ingenioso, excepcional, que logra entablar comunicación o convocar las entidades espirituales. En algunas narraciones de Horacio Quiroga esto se verifica con facilidad. En su cuento “El retrato”, publicado en Caras y Caretas en 1910 21 , Quiroga imagina el caso de un joven científico diletante que se propone evocar la imagen de su novia muerta e impregnar así su imagen mental en una placa fotográfica, sólo con el “poder de su mente”, con su voluntad tomada literalmente como fuerza. Esa creencia no era infrecuente en la época y en los diarios se publicaban artículos sobre este tipo de experimentaciones (ya no ficticias) por parte de ocultistas como Albert De Rochas y Hyppolite Baraduc.

En el relato, la proeza finalmente se concreta y el joven científico evoca la figura de su amada todos los días y la impregna sobre la placa fotográfica, hasta que el duelo comienza a finalizar y las evocaciones se hacen cada vez menos frecuentes. Cuando tiempo después, retoma la experiencia, la joven reaparece pero mirando ya hacia su ayudante de laboratorio. En el interín, fue el ayudante quien había invocado su imagen y había logrado enamorar a ese espectro de la joven, traída a la tierra por el poder evocador de la mente. El cuento relata así no sólo un caso sobrenatural, sino una curiosa forma de la infidelidad post-mortem.

Más allá de la resolución humorística, es importante señalar que el contacto con el espíritu se concreta aquí mediante la técnica, en este caso con elementos que forman parte del proceso de la fotografía (el revelado). El sujeto no emula las técnicas del médium, sino las de la máquina fotográfica y es gracias a una analogía técnico-espiritual entre cámara y mente que la proeza llega a concretarse en la ficción.

Años más tarde, en 1927, Quiroga publica el relato “El vampiro” en el diario La Nación 22 . El motivo de la experimentación técnico-espiritualista se repite pero con variantes: lo que se logra obtener aquí no es una imagen de una muerta, sino un espectro cinematográfico, la reproducción de una star de Hollywood de la que uno de los protagonistas, el científico diletante y amateur don Guillén de Orzúa y Rosales, está enamorado. El personaje de este cuento lograr extraer, entonces, el espectro de una cinta de celuloide, bajo la presuposición de que algo del orden de la vida (y no sólo de la representación) habita en esos espectros que se mueven, lloran y se expresan en la pantalla del cinematógrafo.

Un motivo similar aparece en La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares: un científico innovador y ajeno a las academias oficiales logra captar, con su particular máquina, algo similar al alma de sus amigos y compañeros de hotel, y proyectar esa entidad hacia la eternidad. La máquina de Morel no sólo capta imágenes, sino los olores, el volumen y hasta los pensamientos de los cuerpos retratados. Nuevamente, algo del orden de la vida –entendida como una onda plausible de ser atrapada y relanzada- pasa a esa máquina, ya que todas las personas mueren luego de ingresar a esa nueva dimensión. De hecho, cuando el protagonista, un náufrago que ha arribado por accidente en la isla de Morel, comprende la naturaleza de la máquina y de las imágenes que proyecta (una de las cuales pertenece a Faustine, de quien se enamora), formula conjeturas de una lógica claramente técnico-espiritual:

Pensé de los que ya no viven: alguna vez, pescadores de ondas los congregarán, de nuevo, en el mundo. Tuve ilusiones de alcanzar algo yo mismo. Tal vez, de inventar un sistema para recomponer las presencias de los muertos. Quizá pudiera ser el aparato de Morel con un dispositivo que le impidiera captar las ondas de los emisores vivientes. 23 Vemos, entonces, cómo una importante zona de la literatura fantástica argentina del período de entresiglos, y aun aquella producida en décadas posteriores, retomó inquietudes relacionadas con el fenómeno de la mediumnidad en un sentido amplio, ya sea con la explícita representación de personajes-médiums que traen a este mundo señales de otro mundo, ya sea a través de una mutación de esa figura en el accionar de máquinas prodigiosas, máquinas que también logran “mediar” entre dos dimensiones –la vida y la muerte, el uno y su doble- y que arrastran una lógica técnico-espiritualista heredada de las fantasías decimonónicas.

Antes que el desarrollo de un género de ciencia ficción en el estricto sentido del término, este corpus de relatos dio inicio a las “fantasías científicas” en nuestra literatura, fantasías que han soñado el cruce de los hoy antagónicos campos de la ciencia y del espíritu para imaginar otro mundo posible: aquel en el que la dimensión espiritual de la vida pueda concebirse con los parámetros contundentes de la materia.



NOTAS Y REFERENCIAS

1 Caras y Caretas, nº 308, Buenos Aires, 27 de agosto de 1904.

2 Caras y Caretas, nº 530, Buenos Aires, 28 de noviembre de 1908.

3 Caras y Caretas, Buenos Aires, 5 de octubre de 1901.

4 Darío, Rubén, “La ciencia y el más allá. La fotografía de un fantasma. Una Marta sospechosa y la buena fe de Richet (desde París)”, La Nación, 9 de febrero de 1906; Ingenieros, José, “Siluetas”, La Nación, Buenos Aires, 4 de febrero de 1906.

5 Vasallo, L. A. (alias Gandolín), “Los fenómenos medianímicos”, La Prensa, Febrero 17, 1902. El tema ocupó una serie de colaboraciones a lo largo de febrero y marzo de ese año. Tanto la revista Constancia como la Revista Magnetológica reprodujeron estos artículos.

6 En una conferencia de 1881 pronunciada en el Ateneo Español, Miguel Puiggari, Profesor de Química y Decano de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, relacionó el espiritismo con la superchería y el engaño. Pero al dar comienzo a su diatriba, hizo una curiosa concesión, que ofrece al investigador actual una información valiosa para evaluar cuán extendido estaba el espiritismo en la sociedad de la época, al menos bajo la forma de la diversión social y el esparcimiento: “¿Quién de ustedes no habrá presenciado, y probablemente tomado parte, en la formación de la cadena alrededor de una mesa para hacerla poner en movimiento, siguiéndola en este caso, y exigiéndola alguna contestación, por medio de su lenguaje posible, o sea por los golpes en el pavimento de uno de sus pies? Todo el mundo ha sido más o menos contagiado por esa enfermedad, y confieso por mi parte que también le he pagado tributo: también he sospechado en cierta época que había algo de sobrenatural en dicho fenómeno, sin embargo de que mi credulidad no ha llegado nunca a la evocación de los espíritus […]. Considerando, pues, del dominio público todas esas prácticas, no me detendré a exponer en detalle los prodigios resultantes de las revelaciones de los espíritus por medio de las mesas movibles, prodigios que carecen de punto de partida y término, pues depende de la credulidad individual, para tratar sólo de dar a ese fenómeno la explicación a mi parecer más razonable, sin necesidad de acudir a causas sobrenaturales.” (Puiggari, Miguel; Hernández, Rafael; Mariño, Cosme, Espiritismo. Conferencias en el "Ateneo Español", Buenos Aires, Imprenta "El Porvenir", Sociedad Espiritista Constancia, 1881, p. 13).

7 La posibilidad de que otros planetas alberguen vida inteligente está inspirada en los poco ortodoxos primeros libros del astrónomo francés Camille Flammarion, Pluralidad de mundos habitados (editado en Francia en 1862, y rápidamente traducido en varias ciudades de Europa y América), y Los mundos reales y los mundos imaginarios (1865). Ambos libros eran resultado de lo que Flammarion llamaba “astronomía especulativa”, esto es, un derivado de la “astronomía matemática” y de la “astronomía física”, que tomaba elementos de ambos para conjeturar hipótesis sobre el espacio. Asimismo, Isaac Asimov habla sobre las tempranas especulaciones sobre la existencia de una raza superinteligente en Marte, a raíz de las investigaciones del astrónomo Giovanni Schiaparelli en 1877 (Asimov, I., “Canales de Marte”, Cronología de los descubrimientos, La historia de la ciencia y la tecnología al ritmo de los descubrimientos, Barcelona, Ariel, 1990 [1989], p. 444)

8 Holmberg, E. L., Viaje maravilloso del Sr. Nic-Nac. Fantasía espiritista, Buenos Aires, Imprenta "El Nacional", 1875, p. 16.

9 Consciente de ser un espíritu, Nic-Nac afirma: “He sido habitante de la Tierra, así como en la Tierra hay habitantes de la Luna; hoy mi existencia maravillosa se desliza en Marte; más tarde volaré tal vez a Júpiter o a Neptuno, y ¿quién sabe si he volado, mariposa del éter, en alguno de esos ilustres lejanos que flotan invisibles en las profundidades del infinito?” (Holmberg, E. L., Viaje maravilloso…., op. cit., p. 157).

10 Holmberg, “La casa endiablada”, en Cuentos fantásticos, Estudio Preliminar de Antonio Pagés Larraya, Buenos Aires, Edicial, 1994 [1960], p. 374.

11 Se llamó “La licanthropia” y se publicó en Philadelphia en 7 de septiembre de 1898. Luego se incorporó a Las fuerzas extrañas (1906) con el nombre de “Un fenómeno inexplicable”.

12 Capdevila, Arturo, Leopoldo Lugones, Buenos Aires, Aguilar, 1973, p. 178.

13 Capdevila, A., op. cit., p.176.

14 Luego compilados por Pedro L. Barcia en Cuentos desconocidos (Buenos Aires, Ediciones del 80, 1982) y El espejo negro (Buenos Aires, Abril, 1988).

15 He analizado estos ensayos en Quereilhac, Soledad, “El intelectual teósofo: Leopoldo Lugones en Philadelphia (1898-1902)”, Prismas. Revista de historia intelectual, Nº 12, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2008, pp. 67-86.

16 Lugones, Leopoldo, “El origen del diluvio”, en Las fuerzas extrañas, Edición a cargo de Arturo García Ramos, Madrid, Cátedra, 1996 [1906; 1926], p. 174.

17 Ibíd, p. 178.

18 Lugones, L., “Ensayo de una Cosmogonía en diez lecciones”, en Las fuerzas extrañas, op. cit., p. 234.

19 Lugones, Leopoldo, El payador, Buenos Aires, Ayacucho, 1991 [1916].

20 Chiappori, Atilio, “Un libro imposible” en Borderland, Buenos Aires, Patria, 1921 [1907], pp 66-67.

21 El relato no fue nunca recogido en libro por Quiroga. Fue compilado póstumamente por Jorge Lafforgue y Napoleón Baccino Ponce de León en Horacio Quiroga, Todos los cuentos, Madrid, ALLCA XX,Unesco: Fondo de Cultura Económica, 1993.

22 Incluido en el último libro de cuentos de Quiroga, Más allá (1935). También recopilado en Todos los cuentos, op. cit.

23 Bioy Casares, Adolfo, La invención de Morel, Madrid, Alianza, 1999 [1940], p. 99.



* Doctora en Letras graduada en la Universidad de Buenos Aires e Investigadora del CONICET. Es docente en la Cátedra “Problemas de la literatura argentina” en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es miembro del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, donde se han radicado, también, los proyectos de investigación grupales (UBACyT) que integró desde 2001, centrados en las relaciones entre literatura argentina, revistas culturales y medios de prensa escrita. Desde 2002, colabora como crítica literaria en ADNcultura, del diario La Nación. Integra, asimismo, el comité editor de la revista cultural Las Ranas: Artes, ensayo, traducción. Es autora del libro La imaginación científica. Literatura fantástica y ciencias ocultas en el Buenos Aires de entresiglos (1875-1910) (UNQ, 2014) y actualmente continúa investigando sobre los vínculos entre ciencia, ocultismo y literatura.


AUTOBIOGRAFIA DE UN MEDIUM “ATEO”*

Sebastian Lía**

Sebastian Lía
Sebastian Lía
sebastian@intangiblelab.org

Hace unos años iba arriba de un avión cruzando la cordillera, una época en la que viajaba mucho entre Santiago de Chile y Buenos Aires, asi que iba más o menos relajado, entregado al viaje, y mientras me servian el desayuno me imaginé (podria decir que me imaginé, o eso es lo que pensé en ese momento), que había una mujer parada a mi lado, una mujer mayor. Supe, junto con eso, que esta mujer se llamaba Maríajulia, que había sufrido de cáncer de huesos durante dos años, y que había fallecido hacía un año. La situación no me sorprendió: fue algo que me imaginé.

Vengo de una familia atea y escéptica: mi madre es psicoanalista y mi padre industrial, y nunca se dudó en mi familia que uno se muere… y se muere. No hay más. Ateos militantes. Asi que la experiencia del avión me resultó completamente irrelevante. Que un muerto realmente me hablara no era una opción.

Una semana después, ya de vuelta de mi viaje, conocí a Vilma. Yendo hacia la casa de una amiga a cenar tuve la certeza, la absoluta certeza –no sé de qué otra manera describir esa sensación– de que la hija de esa mujer, aquella que imaginé en el avión, iba a estar esa noche en la casa de mi amiga. Tuve la certeza unas cuadras antes de llegar. Pero cuando llegué, cuando estacioné el auto, temblaba. Cuando entré a la casa y la vi, me emocioné muchísimo, casi no podía hablar. Era una mujer que nunca había visto antes pero era, al mismo tiempo, como encontrarme con alguien a quien conocia de toda mi vida. No me aguanté mucho rato y en cuanto estuvimos sentados a la mesa le pregunté: ¿Tu mamá falleció? "Si', me dijo. ¿Falleció hace como un año, de cáncer de huesos? "Sí', me contestó, y se te llenaron los ojos de lágrimas. ¿Tu mamá se llama María Julia? Y cuando dijo que si, explotó todo, ella se puso a llorar, y los demás me miraron como si estuviera loco. Nadie, ni siquiera yo, entendía lo que estaba pasando. La mujer se puso a llorar y yo volví a sentir a la señora del avión parada al lado mio. Todo lo que pasó después fue una locura, una revolución. Hasta ahora. Incluso ahora mismo sigue siendo una revolución.

Soy ateo. Suena raro, un médium ateo. Suena absolutamente raro. Pero es asi. Curiosamente lo que más me incomoda de todo esto, casi me atormenta, es la necesidad de creer. Con la cantidad de cosas de las que he sido testigo y protagonista, sigo sintiendo un impulso innato a descreer. La pregunta, o la respuesta, sobre la supervivencia de la conciencia después de la muerte nos la hemos hecho todos. Para mi hasta ya adulto era un rotundo "te mueres y te mueres". Los milagros son para los que no creen, los creyentes no necesitan pruebas. Y yo necesito muchas pruebas, montones de pruebas.

En mi familia la palabra religión se asociaba a ignorancia. En casa no estaba prohibido hablar de creencias, simplemente no se hablaba. Y si se tocaba el tema era desde un trasfondo intelectual y filosófico. Mi padre proviene de una familia italiana de creencias cristianas y mi madre, de una familia judía de origen ruso. Pero ambos son ateos. jamás se dudó en mi casa que somos el resultado de la evolución, de la necesidad de supervivencia de las especies. Nacemos y morimos y eso es todo.

Relato esto porque siento que mi camino hoy no está puesto en lo fenomenológico ni en la explicación de por qué me pasa lo que me pasa, sino más bien en esa duda permanente: en qué creer, y cómo hacer para creer. Cuando alguien dice que cree en la sobrevida de la conciencia, ¿qué grado de certeza o de duda tiene? ¿En qué parte del cuerpo lo siente? ¿Lo siente como algo Familiar, de herencia, algo que lo conecta con su aprendizaje de la vida, con sus enseñanzas, con la moral, con su futuro? ¿Qué es creer y cómo se siente, cómo se piensa, cómo se actúa internamente y externamente cuando se cree? ¿Cuando se tiene la certeza, aunque no sea absoluta, pero certeza al fin, de que hay algo más, que está por encima de nosotros y más allá de lo evidente? Eso, más que un misterio, lo siento corno una frustración. Casi como una discapacidad. Como si no tuviera la capacidad de creer, Incluso siendo testigo de la cantidad de cosas extraordinarias que a esta altura he sido testigo.

No siempre fui escéptico. Cuando tuve mis primeras experiencias extrasensoriales, como a los diecinueve años, creí ver detrás un sistema de creencias que tenía algo que ver con el new age, que en esa época estaba muy de moda entre gente de una edad mayor que la mia, un par de generaciones por encima. Tengo algún recuerdo de haber creído en la reencarnación, pero es tan tenue y tan poco convincente esa época de mi vida, estaba tan deslumbrado por las percepciones que tenía que estaba dispuesto a encontrar un marco en el que meter todo lo que me estaba pasando. Y de cierta forma aquello me tranquilizó.

Atrás en el tiempo solo recuerdo dos cosas. La primera: yo tenía cuatro o cinco años y una excelente relación con mi bisabuelo Samuel. Recuerdo ir caminando por la calle de la mano de mi madre y haber tenido la visión de mi bisabuelo. Samuel estaba parado en un cuarto mirando por la ventana. Estaba vestido con una camisola blanca. Todo el cuarto era blanco. Muy arquetípico. Me detuve y le dije a mi mamá que me daba pena el bisabuelo Samuel, le conté lo que había visto. Yo no sabia que estaba internado y mi madre supo al llegar a casa que en ese momento mi bisabuelo habla muerto. Fue algo comentado en la familia, mi "visión". Pero, como ya dije antes, esos temas no nos eran propios y la cosa quedó ahí.

Durante el resto de mi infancia y pubertad no pasó mucho al respecto. Nada que pudiera presuponer lo que vendría. Como todo niño soñaba con tener súper poderes y le temia a los fantasmas. Respecto a Dios, nunca me hice demasiadas preguntas. Asistía a primeras comuniones y bar mitzvah de amigos sin interesarme demasiado por la liturgia ni las creencias. Si hubiera habido el más mínimo indicio estoy seguro de que mis padres me hubieran preparado de otra forma. Igualmente agradezco profundamente (no sé a quién) no haber visto cosas de niño, hubiera sido catastrófico para mi estabilidad mental. Hoy estoy muy atento a las cosas que dice ver mi hijo, separando la imaginación de la percepción real. Me imagino lo que pudiera pasarle a un niño de cuatro años si pudiera hablar con los muertos.

Entonces estábamos en que nada me habla preparado para lo que iba a venir. Y especialmente la primera vez, ocurrió en una época especialmente atea y escéptica de mi vida.

Vivir con esto dentro de la cabeza, con este sexto sentido incorporado a los otros sentidos, es caminar por la frontera, por el límite. Para no marearse, para no volverse loco, es necesario estar bien despierto, bien consciente, bien en el presente, y eso requiere de tiempo y de esfuerzo. Pero el don también es una bendición, una suerte, las cosas malas en mi vida no me han venido desde el don, por el contrario, siempre sentí que esto era algo de lo que tenía que estar agradecido cada día y también dar un poco cada día. Estoy todo el tiempo observando cómo funciona, teorizando cómo opera el sexto sentido, en mi. Descrito solo como una acción mecánica, en mi caso, el sexto sentido se manifiesta como un pensamiento, una imagen mental, una información de tipo sensorial que cruza entre una persona que está muerta y yo, que estoy vivo. Ese es el don. Me aparece una imagen en la cabeza y me doy cuenta de que no es un pensamiento mío sino tina información coherente, ordenada, con la intensión de un discurso más profundo que las simples pruebas. Finalmente, siento que me estoy comunicando con otro al que no puedo acceder por mis otros sentidos. Eso es solo un intento mío de racionalizar un proceso sensorial, aunque lo que siento no es solo eso.

A cambio, y apenas unos segundos después, recibo una inyección de amor. Se me instala en el pecho la sensación de amar, profundamente. SI, sí, es una reacción química, pero desde donde estoy parado en ese momento no puedo describirlo como una reacción química. Es amor. Esa inyección, que dura muy fuerte unos segundos y más moderado unas cuatro horas, es mi droga. Tener el don es tener acceso a una sustancia de la que podría fácilmente volverme adicto.

Quitando todo el resto, quitando toda la onda expansiva que puede tener mi don, para bien y para mal, sobre el resto de mi vida y quedándome solo con esa sensación, esa recompensa, esa sardina al final de la pirueta de la foca, ese profundo amor que siento solo por el hecho de haberme asomado al otro lado, donde al parecer eso es lo que se respira cotidianamente, quitando todo, absolutamente todo, desprendiéndome hasta de mi mismo, de mi cuerpo, de todo en mi vida y en la vida de los demás, los que conozco y los que nunca voy a conocer, va a haber valido la pena. Todas las piruetas de la foca, todas las veces que nos caemos, si ese amor es lo que se respira del otro lado, todo sufrimiento llega a su fin a partir del momento en que nos morimos.

Retomé con mi psicoanalista tras un lapso de cinco años, esos cinco años en los que se había desarrollado todo, en que el don dejó de ser una casualidad para instalarse, para pararse, para apoderarse de todo lo mío. Esa droga. Retomé terapia y mi psicóloga creyó que yo era un borderline. Alguien que transita la locura, alguien que se asoma desde el mundo neurótico en el que todos habríamos al mundo sicótico de los que están en el infierno de sus mentes.

Sebastián Lía graba sus sesiones, en las que se presenta a personas que no conoce o no tiene referencias para luego interpretar “mensajes”, que en el desarrollo de la sesión, van tomando cuerpo, forma y relación con los seres queridos fallecidos. Son una especie de pistas o señales, un lenguaje vago de situaciones y recuerdos, en su mayoría,  conocidos en el presente o pasado familiar de quienes participan en la sesión. La Televisión de Chile (TVN), graba las reacciones de los participantes, quienes en un comienzo, pasan de ser escépticos a sentirse conectados.
Sebastián Lía graba sus sesiones, en las que se presenta a personas que no conoce o no tiene referencias para luego interpretar “mensajes”, que en el desarrollo de la sesión, van tomando cuerpo, forma y relación con los seres queridos fallecidos. Son una especie de pistas o señales, un lenguaje vago de situaciones y recuerdos, en su mayoría, conocidos en el presente o pasado familiar de quienes participan en la sesión. La Televisión de Chile (TVN), graba las reacciones de los participantes, quienes en un comienzo, pasan de ser escépticos a sentirse conectados.

Las cosas que yo le contaba la afectaban como a todos. De formación atea, escéptica, se reencontraba con un paciente que le decía que hablaba con los muertos. Y más encima hablaba de eso corno algo tan cotidiano como quien habla del trabajo. Luego de cinco años con el don, en los que incluso llegué a tatuármelo (yo veo, en la cara interior del antebrazo derecho), ya no tenía ninguna duda de que lo que yo hacia era comunicarme con gente que estaba muerta. Ese tema no era un trauma.

Pero Clark Kent necesitaba ir a terapia. La parte no superhéroe de mí mismo. La neurótica. El psicoanálisis claramente trata a cualquier cosa paranormal como una patología. Y si a la mediumnidad no decidiera tratarla como una patología, ¿cómo se supone que debiera tratarla? Porque ¿qué es lo que le puede pasar a un tipo que descubre que se comunica con los muertos? ¿Cómo se llama ese trauma? ¿Estaba yo viviendo el don como una patología? Como algo externo, una enfermedad? ¿Estaba siendo absorbido por el don? La realidad se me había vuelto caótica, claro, estaba en plena mudanza de un país a otro, dejando atrás a mis padres y hermano y amigos y laboratorio, si, laboratorio con Luis y todos los voluntarios y seguidores y estructura y si, la realidad, el concepto de realidad se me hacia difícil. Me volví a mudar de Buenos Aires a Santiago de Chile. Por trabajo, mi azarosa vida como “Clark Kent” afectaba el tempo de mi azarosa vida como médium man. Y, por el otro lado, mi vida de Clark Kent era afectada por la omnipresencia del don en mi mente. No lo practicaba todo el tiempo. En esa época hacia unas seis sesiones por mes, pero el don estaba ahí, como una idea permanente. Dueño de todo. jugando con el botón rojo de la bomba atómica, mirándolo, mi anillo, mi tesoro.

La vida de Clark Kent era insostenible en el futuro inmediato, sin embargo necesitaba pagar las cuentas como cualquier hijo de vecino. Ese vértigo era para mi mayor que la inercia de lanzarme a volar, con el don, con la aventura que podía haber detrás. Mi ancla era: ¿de qué iba a vivir? Estaba lejos de poder dedicarme a hacer sesiones todo el tiempo. Podía empezar a cobrarlas, pero según mi cálculo en ese momento necesitaba hacer unas 140 sesiones por mes, cobrando un dinero accesible para ganar lo que necesitaba para vivir. 140 por mes, seis sesiones por día. Eso era infinitamente imposible, desde mi capacidad, establecida pero azarosa, y significaría estar ocho horas por día conectado, más allá que acá. Vivir en el aire.

Por otro lado, mi vida como productor audiovisual me resultaba muy satisfactoria, habla alcanzado un lugar en donde podía hacer lo que quería, podía dedicarme a hacer lo que me gustaba. Pero mi anillo del don estaba presente, no podía ni quería ni me dejaba pensar en otra cosa. El don estaba hasta en la gente que me miraba de manera diferente, o más bien que me bajaba la vista. El don estaba ahí. Dispuesto, esperando, respetando, observando, siempre.

No podía continuar con una doble personalidad no solo porque era definitivamente paranoico que algunos supieran y otros no y que los que lo supieran se lo guardaran y no lo contaran o esparcieran. No era sostenible esta doble personalidad desde el punto de vista psicológico. Iba a volverme loco, más bien, el último tiempo me habla vuelto un poco loco. Los superhéroes con su doble ego son tipos francamente psicópatas, nos criaron con el concepto heroico de la psicopatía y, sobré todo, nos hicieron aguantar nuestras vidas de Clark Kent con la promesa de que en el fondo de nuestras identidades éramos Superman y que cualquier día íbamos a demostrarlo.

Lo que estaba teniendo era una crisis de vocación. ¿Hacia dónde tenla que llevar mi vida? Era también, en definitiva, la crisis de los cuarenta. La diferencia era que una de mis alternativas, la que realmente me atrapaba, era corno para volverse loco. Digo, si desapareciese el don hoy mismo, hoy, ahora, ¿qué es lo que me hubiera quedado por averiguar? Todo. Y así se me empezaron a ocurrir un montón de cosas, un montón de preguntas.

Yo creo que ahí nació de verdad el laboratorio, lo anterior había sido solo una búsqueda de identidad, de investigación interna. Eso ahora estaba en manos de mi psicoanalista. Lo que venta era empezar a preguntar para afuera. De elaborar teorías sobre datos reales. El tener que grabar las sesiones para demostrarle a mi terapeuta de que tenla pruebas de que lo que yo decía que estaba pasando, estaba realmente pasando, fue lo que comenzó todo.

Recopilé algunas de las cintas que hablamos grabado con Luis el año anterior y las edité en videos cortos para verlos cor mi psicoanalista. Fui a terapia con el MacBook y le mostré tres de cinco minutos cada uno. Mi se me vela parado frente a tres mujeres, primas entre si. El audio estaba muy bajo y tuve que subtitularlo. Se me vela diciendo que la abuela me decia que no habla problema con haberla enterrado abajo del abuelo, pero que, por favor, cambiaran el cajón de lugar pronto. Y a las mujeres sorprendidas y corroborando la ínformación. Mi psicoanalista lo miró tapándose la boca con asombro.

No sé lo que pensó, tampoco pude descifrarlo, pero me miró con sorpresa y largamente. Pensé: "¿Viste que no estoy loco? y creo que hubo como un alivio, de parte de los dos: ahora no era ella sacándome de mi delirio mistico, ahora era ella ayudándome a enfrentar este tremendo problema real. Y era un problema grande, era un problema para mi, era un problema para ella misma y era un problema para todo el que pasase cerca y lo escuchase.

¿De verdad? Y si es verdad, ¿qué significa todo eso? Era Colón diciendo que la tierra es redonda diez años antes de lograr sentarse frente a la reina. Necesitaba que mi terapeuta me creyese, Y ahí estaban esos tres videos, demasiado amateur para un hombre que trabaja de audiovisual, dispuestos a comenzar la revolución. Lo que vino después no fue más que la profesionalización de las grabaciones, la sistematización de la investigación, nuevas conclusiones, nuevos métodos, y ahí volvió a empezar todo, como con cada cosa. Y pasé de ser un “bordeline” con delirio místico a un investigador de esta maravilla de don que me habla tocado en suerte.

Todos estos años he continuado con la terapia. Al principio la discusión era sí yo, en realidad, hacía telepatía y leía de la cabeza del deudo información sobre el muerto. Entonces tuve que comenzar a buscar en los casos en los que la información que salía no era conocida por el detido, o grabar cuando recibía un mensaje con información vinos días antes de la sesión, buscar pruebas en el error. La terapia es sanadorá, es caminar con alguien que te obliga a observarte todo el tiempo, a profundizar, a buscar sentido. Y además de eso me encanta la concepción de la mente que tiene el psicoanálisis y me ayuda a estructurar mis teorías. Y, desde ahí, no paré de grabar y seguir grabando. Para eso sí debla insertarme en el mundo real y no solo mantener mi trabajo y la vida de mi familia sino además conseguir fondos para grabar de manera que la imagen y el audio fueran profesionales. Para demostrarles a todos que no estaba loquito, que no tenía un delirio místico, que no era un chanta, que no estaba mintiendo.

Pero, también, grabarlo para mostrárselo a los demás tenia un sentido nitido, más profundo, y es que descubrí algo más grande que yo. Un conocimiento gigante. Un conocimiento al que no hubiera podido llegar con mis herramientas; intelectuales, un conocimiento tan grande que me hacía pequeño, que me transformaba en mero instrumento, en observador, en transmisor, en intermediario, en médium. La respuesta a la segunda de las dos grandes preguntas. La primera es de dónde venimos y, la segunda, es a dónde vamos cuando morimos. No morimos. Dos palabras gigantes.

Al lado de eso, todo comenzó a hacérseme superfluo, secundario. Sobre todo mi trabajo. Empezó a perder interés, algunas cosas me deslumbraban un rato, pero rápidamente sentía que estaba remando contra la corriente. Aunque lo intentaba, finalmente eran trabajos muy interesantes, puestos de mucho desafío. Pero mi vida como persona normal empezó a perder sentido.

Cuando uno se encuentra con un conocimiento nuevo tiene la obligación moral de contarlo. La adquisición de conocimiento, para que éste sea considerado como tal, tiene que cumplir tres etapas: la primera es la adquisición de ese conocimiento, la segunda es su aplicación, es decir, la corroboración y, la tercera, es la transmisión de ese conocimiento. De eso se trataba, así que decidí, más bien acepté, que tenía que contarlo. Contárselo a la mayor cantidad de gente posible. Aunque esa acción fuera a terminar con mi lapidación pública, aunque matará una parte de mi, mi “Clark Kent”, al que le había tomado cariño y al que mis seres queridos le hablan tomado cariño.

Pero era tan grande que yo pasaba a ser muy pequeño. Ya había experimentado, navegado el don lo suficiente como para ya no tener dudas, al menos de respuesta a la segunda pregunta: No morimos.

No podía usar el don como algo terapéutico solamente, no era un conocimiento que pudiera sostener en el campo de lo esotérico, y no solo porque yo no era una persona esotérica, sino porque no podía, moralmente, guardarlo bajo la cama, ocultarlo en el armario de mis cosas privadas. Una de las cosas que empecé a hacer cuando me comenzó a pasar esto fue leer sobre el cerebro y sobre los sentidos. Sabia que no iba a encontrar nada sobre mediumnidad, pero quería entender cómo son los procesos mentales respecto especificamente de las imágenes mentales con las que el cerebro interpreta lo que le transmite un sentido. Por ejemplo, si escuchamos mugir una vaca, nos vendrá a la cabeza la imagen de una vaca, que no es necesariamente la misma vaca que escuchamos, sino un arquetipo de vaca guardado en nuestro cerebro. Eso se llama memoria relacional. De esa manera llegué a un cielo de conferencias llamado TED, que se define como una organización dedicada a transmitir conocimiento, a través de conferencistas expertos, líderes en distintas materias, en general relacionadas con el conocimiento científico. Yo diría que TED es el foro de divulgación científica y transmisión de conocimiento más importante del momento. Allí dieron conferencias tipos como Bill Gates, Al Gore, varios premios Nobel y destacados científicos. El formato es muy simple, se debe hacer una presentación de 18 minutos. Entretener y estimular a una audiencia presencial de nivel intelectual elevado y a una audiencia de millones por Internet. TED.com es un sitio muy popular también entre ejecutivos, académicos e intelectuales. Durante meses, cada mañana me levantaba y veía una conferencia por internet y soñaba con algún día hacer una presentación allí. Claro que un médium hablando en una comunidad de divulgación científica, compartiendo escenario y micrófono con físicos, astrónomos, neurólogos, era una fantasía total. Lo que yo hacia no tenía ninguna validación científica.

Un día voy a cenar a casa de un amigo que en ese momento tenía un puesto importante en una universidad de Santiago de Chile. Mi amigo sabia de mi don y obviamente, como suele pasarme, en algún momento de la noche terminamos hablando de eso y yo le hice un resumen de mí vida con el don. Escuchándome me dijo que tenía que proponer a un conferencista para un ciclo de charlas y que iba a proponerme a mí. El ciclo TED en Santiago de Chile. Casi me desmayo, era un sueño imposible, era soñar unas semanas hasta que el representante de TED me rechazara.

Me puse ansioso los siguientes días. A la semana fui a la universidad a contarles mi historia a la directora de extensión y al director de marketing. Estaban fascinados y rápidamente me dieron su apoyo para que impartiera una de las cuatro conferencias que se darian en un par de meses, en un teatro y que se transmitirían on~line por internet. El sueno seguía vivo, me comí las uñas un par de semanas más porque sabía que iba a haber una reunión de la universidad con los representantes de TED. Supe por mi amigo que los organizadores de TED se pusieron nerviosos con la propuesta, eran tres chilenos que habían conseguido la licencia de Estados Unidos y el auspicio de un diario, de la universidad y, a cambio, cada auspiciador tenla derecho a proponer un conferencista. Por supuesto que no contaban con que justamente la universidad propusiera un médium. Bajo presiones y amenazas de retirar el auspicio, unas semanas después estaba esperando en un restaurante a que llegaran dos de los representantes a almorzar.

Yo iba con mi mejor cara de empatia, me sabía casi de memoria los conferencistas que me gustaban de TED, y deseaba profundamente irme de ese almuerzo con al menos una esperanza de reconsideración de mi charla. Cuando llegaron, uno de ellos fue directamente al punto. Él era escéptico por naturaleza, ateo, antireligión y pensamiento mágico. Sus socios no tenían mayor problema conmigo mientras la universidad los siguiera auspiciando, pero él pensaba que le podían quitar la licencia en la que tanto tiempo habían invertido por culpa de la decisión de poner un médium a dar una de las conferencias. Por otro lado, me creía, había visto los videos y estaba seguro de que había alguna otra explicación para lo que yo hacia. Así que me hizo una serie de preguntas muy orientadas al método científico y a mi aproximación el al tema y en cada respuesta yo incluí un "nos” y la distancia se fue haciendo mayor.

Yo sabía perfectamente que lo que estaba haciendo con las sesiones -grabarlas, editarlas- no tenían un método considerado científico sino documental. Yo estaba documentando las sesiones. En la facultad fui el primer alumno de mi promoción en la materia Conocimiento científico. El tema me interesa como a cualquier hijo de vecino. En algún momento pensé en utilizar el. método científico para validar mis sesiones e inmediatamente me di cuenta de que significaría mucha más gente trabajando sobre eso exclusivamente y muchos voluntarios y, por lo tanto, mucho dinero, y supe desde el principio que nunca iba a conseguirme los fondos para aquello, no al menos en la primera etapa.

Por entonces lo que más me importaba era poder documentar, poder grabar, de la mejor manera posible, las cosas imposibles que pasaban en mis sesiones. No descarto buscar una explicación científica, pero supe que las sesiones las dirigiría hacia la investigación documental y que tanto el camino religioso-filosófico como el camino científico no iban a ser posibles, por ahora. En verdad, yo, por mí, no necesito de ninguno de esos dos caminos. Yo ya no dudo de mi mismo, no solo de lo que pasa en las sesiones. No se me ocurre un método científico para probar lo que siento que me comunico con personas que habían fallecido que conservan su personalidad, que están organizadas de alguna manera que los hace ser respetuosos y ordenados cuando se contactan en una sesión y que hay otras personas, que son siempre las mismas, que parecen ser los que disponen las cosas del otro lado, por lo tanto, del otro lado están organizados, civilizados, del otro lado hay una civilización. ¡Hagamos un método científico para probar eso! ¡Consigamos un perito psiquiatra que se atreva a decir que yo no estoy loco y que mi relato es creíble y consistente! No voy a exponerme a un laboratorio científico, pues finalmente esto que hago tiene que ver con la fe. Hay un trato entre yo y las personas que me creen y ese trato es: no voy a mentir, no voy a inventar, esto me pasa, decido contarlo.

Así terminó mi explicación, y como éramos los dos tipos agradables, terminamos nuestro almuerzo de muy buena manera y justo antes de despedirnos me pregunta cómo recibo yo la información, Y yo le cuento que mientras lo esperaba, me vino la imagen de alguien que olvida las llaves dentro de su departamento y que al volver a casa a la noche se da cuenta que no las tiene consigo. Y que esa información, que yo vi como una imagen de la que pude entender la situación, en algún momento del día iba a ser relevante para la persona a quien se lo dijera. Y no sé porque le conté eso en especial, pero cuando se fue estuve seguro de haber quedado como un delirante. Así que pasé el resto del día bastante triste por haber perdido una oportunidad de oro. Yo puedo recordar perfectamente el momento en que un año antes yo habla deseado con todas mis ganas ser invitado a dar una conferencia en TED.

Al día siguiente a primer ahora de la mañana me suena el celular y del otro lado escucho a alguien que se rie. Es el representante de TED. Me pregunta cómo hice el truco de las llaves, cómo supe que él se habla dejado las llaves en la casa en la mañana. Se tiene que ir a la casa de los padres a sesenta kilómetros de la ciudad, a recoger un segundo juego de llaves que tiene ahí. Llega cansado a la casa, se acuesta. Se levanta a la mañana y se encuentra con que las llaves las habla olvidado en el mueble de la entrada al salir el día anterior. Mientras se está afeitando se acuerda que yo en el almuerzo le había hablado de una persona que se olvida las llaves en la casa al salir. ¿Cómo era posible? No sé le contesté, "pero si te parece intento explicarlo en la conferencia. Volvimos a hablar por la tarde. Ahora sentí que empezaba a respetarme. Estaba dispuesto a jugársela, me dio el si para mi conferencia. Yo no podía creérmelo, era un lanzamiento, un inicio, un nuevo lugar, una y otra vez todo parecia fluir hacia algo.

La conferencia me obligó a ordenarme, a poner las cosas en una línea de tiempo, a reescribir mi historia para que pudiera contarla en 18 minutos, a mirarla de nuevo. Se me llenó la cabeza de nuevas reflexiones, llevé el tema con mi psicóloga, lo debatia con algunos amigos, lo escribí y reescribí, lo practiqué, lo reflexioné una y otra vez, lo limpié, lo depuré, lo estructuré y estuvo buenísimo el proceso. Tomé coraje: era también salir a contarlo, sacarme la máscara de Batman y exponerme. Exponerme a una audiencia que iba a escuchar de ciencia. Compartía escenario con una astrónoma de fama mundial, con un ingeniero genio en redes y con un rapa nui. Yo desentonaba como desentono al lado de cuerdos y freakis. Me iba a parar frente al público y simplemente iba a contar mi historia, de donde venía y qué planeaba hacer con todo esto. Así que el día anterior me compré una camisa y me lustré los zapatos, repasé mi discurso y asistí en primera fila a la primera de las conferencias con la certeza absoluta de que cuando a mi me tocase hablar iba a ponerme nervioso y no iba a acordarme de nada.

Portada del libro “Yo, Medium” (Ediciones B, Santiago, 2012)
Portada del libro “Yo, Medium” (Ediciones B, Santiago, 2012)

Yo tenia el segundo turno y la primera conferencista fue la astronoma. Cuando terminó me llamaron a pasar detrás del escenario y me cruzo con ella saliendo, acompañada por un asistente en ese momento, en medio de la oscuridad, le pregunté: “Pero usted, ¿cree en Dios?" y me detengo para alcanzar a escuchar al menos el comienzo de la respuesta: y, sí, en algo creo..." y eso fue como si toda esa escena hubiera sido para mi, para mi coraje, si esta científica prominente era capaz de creer en Dios, entonces había un margen para el mundo mágico en esas conferencias. Llegó un asistente y me colgó un micrófono en la camisa, se apagaron las luces, se me apretó el estómago y me dieron muchas ganas de irme, pusieron un video de apertura, escuché al presentador dando una introducción desastrosa a mi charla, se volvieron a prender las luces, salí al escenario, me paré frente a todos e hice un resumen de cómo habían sucedido las cosas hasta ese momento.

Comencé contando la anécdota del avión, la primera vez, cuando me comuniqué con aquella mujer en pleno vuelo y una semana después conozco a su hija, viva. A esas alturas la cara de la gente era de asombro. Como tenia nervios me empecé a poner chistoso, y el público pasó del silencio asombrado a reírse después de cada frase graciosa mía. Así que de repente me sentí en un stand up sobre mi experiencia como médium que, la verdad, hizo las cosas más agradables.

Ahora, para mí aquello era una novedad, aunque para el ochenta y seis por ciento de la población mundial si existe la vida después de la muerte. Y en la mayoría de las religiones hay relatos de personas que se comunican con el cielo de distintas maneras. Y a pesar de que todos vamos a morir algún día, hemos dedicado a estudiar el tema menos que lo que hemos dedicado a cualquier otra cosa. Hoy un científico que descubra un nuevo shampoo para la calvicie tiene millones de veces más posibilidades de conseguir fondos que uno que estudia la comunicación con personas fallecidas.

Cómo es posible que no nos interese, que no sea un tema: en una rápida búsqueda en Google, la palabra "AfterLife" arroja 1.560.000 resultados, mientras que la palabra "porn" 304.000.000 resultados. Es decir, si yo hubiese hablando de porno en TED, sería o unas 100 veces más interesante. En la era de los avances científicos nadie esté mirando hacia la muerte, siendo incluso que entre los científicos mismos hay un porcentaje altísimo de creyentes. No puede ser que no nos interese. Los científicos, aquellos hasta a los que lo microscópico les parece fascinante, han dejado el tema en manos de las religiones. Hoy, el estudio pragmático sobre el tema está en manos de poquísimas universidades y fundaciones, algunas más esotéricas que otras.

No tenemos certeza de que exista la vida después de la muerte, ni certeza de que no exista la vida después de la muerte. Hemos invertido millones de dólares el año pasado en la investigación y desarrollo de cosméticos y, sin embargo, no hemos invertido ni hablado ni puesto en programas de gobierno, el tema de la supervivencia de la conciencia. Pareciera ser que en lo que se cree no se investiga. Las iglesias de las distintas religiones han quedado a cargo del tema. Las iglesias tienen las mismas teorías desde hace 5.000 años, sus sacerdotes usan la misma vestimenta, leen el mismo libro y hablan de las mismas cosas. ¿Tendrá el Vaticano un centro de estudios sobre la vida después de la muerte? Nuestro mundo se mueve sobre teorías que no tienen más de doscientos años. Por qué aceptamos teorías tan antiguas, sin testearlas, sin cuestionarlas, no religiosa o filosóficamente, sino científicamente.

Yo no soy científico, soy documentalista. Me tocó estar acá parado, como testigo privilegiado y lo que se me ocurrió fue poner una cámara y empezar a experimentar. Así es como surge la idea de Intangible Lab, que no es más que un laboratorio que busca registrar lo intangible. La premisa es: si hay alguien vivo del otro lado, querrá comunicarse. Eso sería fantástico. Si logramos que solo una de las miles de millones de personas que han fallecido se comunique, sería fantástico. Pienso que cuando alguien muere lo primero que querrá hacer es comunicarse con sus seres queridos, decirles llegué bien", "sigo vivo". Ahí entro yo, como médium y como observador y como documentalista y como asombrado y agradecido testigo.

El 86 por ciento de la población mundial cree en la existencia de vida después de la muerte. Las teorías sobre lo que sucede después de que morimos son tantas y tan diversas como las religiones y culturas. Sin embargo y a pesar de que todos vamos a morir algún día, no tenemos una sola prueba empírica o experimental para probar esas teorías. Los científicos, muchos de ellos incluso creyentes, han dejado el tema en manos de las religiones. Y así aceptamos ideas que fueron formuladas hace más de cinco mil años, cuando se creía que la tierra era cuadrada y que el sol giraba alrededor.

Las teorías sobre las que se sustenta el mundo actual tienen menos de doscientos años. La física, el psicoanálisis, la medicina, la electrónica, la teoría económica, la teoría social y largos etcéteras. Hoy la generación de teorías sobre la postvida y el estudio pragmático, empírico sobre el tema está en manos de algunas universidades y organizaciones no gubernamentales, algunas más esotéricas que otras. No hemos invertido ni hablado ni puesto en programas de gobierno, el tema de la supervivencia de la conciencia y tarde o temprano, en vista de nuestra necesidad de saberlo y entenderlo todo, debemos concentrarnos en generar una nueva teoría respecto a la supervivencia de la conciencia.

Y ahora a agarrar la espada y salir a defender lo indefendible. No me sentía cómodo en el lugar de un pseudocientífico asa como no me sentía cómodo como un pseudo sacerdote. Entonces volvi a lo que soy y quiero seguir siendo. Mi experiencia laboral tiene que ver con investigar, con experimentar y con comunicar. En mi trabajo como director creativo y específicamente como documentalista de investigación también tenía que generar tesis de trabajo, hipótesis, teorías y esto era finalmente lo que me iba a plantear, un documental eterno, un sacar conclusiones eterno y un investigar y comunicar eterno.

En este caso, la primeras dos tesis de trabajo era demostrarle a los otros: uno, que yo no estaba loco, que lo que estaba pasando estaba pasando y, después, demostrar que yo no leía la mente ni alguna especie de inconsciente colectivo, disco rígido Universal, sino que la información que me venía tenia un orden, una potencionalidad que marcaba que detrás había una conciencia, una persona. Intangible Lab se transformó entonces en una causa.

Cuando tuve claros los objetivos y trazado el trabajo para empezar, y al revisar mi método de trabajo en las sesiones, apareció algo que era tan evidente como irreal: la información que me llegaba tenía un orden tal que no podía obviarse que alguien o algo estaba ordenando la información que me llegaba. Las pruebas de vida no sólo respondían a una intencionalidad, detrás de la que podía leerse una personalidad, una individualidad. ¿Existía ya Intangible Lab del otro lado? Y ahí surgían tantas preguntas como respuestas fantasiosas. Me puse a revisar nuevamente las sesiones grabadas y podía casi reescribir un formulario con las respuestas. Ninguna era una prueba de vida al azar. Allí estaban las diez cosas más importantes y personales de quien habla fallecido. ¡Habla un formulario! Muy concreto, muy ordenado, donde cada prueba debía haber sido pensada con tiempo, con esmero. Y ahi se ampliaba aún más la pregunta. ¿De dónde sacaban el tiempo para llenar ese formulario? Si de repente había sesiones que se armaban de casualidad, o porque la persona se cruzaba conmigo en una cena, o decidía a último momento acompañar a alguien en la reunión y salían cosas para ella. ¿Tenían más tiempo para pensar? ¿Son más rápidos del otro lado o las sesiones que salen por casualidad en realidad no son de casualidad?

Me pareció obvio que estas mismas preguntas se las hacia otra gente en otras partes del mundo, las mismas preguntas de siempre, de todos los tiempos. De si hay vida después de la muerte, de si hay un cielo organizado, de si un médium puede conectarse con los muertos. Las preguntas de siempre pero que ahora le podemos dar una respuesta más contemporánea. Así que Intangible Lab debía estar pasando, en el mismo momento, en otras partes del mundo, con otros nombres. Otros médium, otros laboratorios, otras organizaciones de acá y del más allá tenían que estar recorriendo el mismo camino, más adelantadas o más incipientes. Así fue que di con el Windbridge Institute de Arizona, una organización de investigación independiente formada por una comunidad de científicos con currículos notables y destacados en el campo de la investigación científica. La directora de las investigaciones es la doctora Julie Beischel. El otro laboratorio que me pareció serio y muy bien planteado es el LACH (Laboratorio para Avances en la Conciencia y en la Salud, en inglés) de la Universiry of Arizona, también con un board científico importante de respaldo y dirigido por el doctor Gary E. Schwartz. Su currículum dice, literalmente: "Catedrático de Psicología, Medicina, Neurología, Psiquiatría y Cirugía por la Universidad de Arizona. Después de recibir su doctorado de la Universidad de Harvard, se desempeñó como profesor de psicología y por la Universidad de Yate, director del Centro Yale de Psicofisiología, y co-director de la Clínica de Medicina del Comportamiento”. Me dio mucha tranquilidad encontrarme con alguien con ese currículum. que ya lo estuviera haciendo, me refiero a la investigación científica, con protocolos y estudios de doble ciego, que sacara estadísticas y que finalmente llegase a las mismas conclusiones que estaba llegando yo. Me dio tranquilidad y me relajó, tengo que ser sincero, por un momento llegué a pensar que iba a tener que ser yo el que me hiciera cargo de demostrar con pruebas científicas lo que me pasaba. Como una responsabilidad imposible, fantasiosa, delirante, Pero la tenia, y ver que en Estados Unidos ya había gente seria ocupándose, me liberó.

Para abordar lo que piensan los médium o sus conclusiones sobre cómo son las reglas que rigen el otro lado, cómo es el cielo, tomo como ejemplo a los doce médium con los que trabaja el WindBridge Institute y que han pasado por una serie de pruebas pragmáticas para marcar sus niveles de asertividad. Ellos los llaman "Médium certificados”. Lo muy curioso, si uno va a las páginas web de cada uno de los médium, es que sus teorías sobre cómo es el otro lado son increíblemente diversas, es decir, los mismos médium que están en el frente de batalla, que tienen el contacto directo, a la hora de poder imaginar un cielo con los antecedentes que tienen no logran llegar a un acuerdo. Mientras uno se apoya en la creencia cristiana clásica, el otro es maestro de reiki y su discurso el budista, el otro habla de las pirámides y los maestros sagrados, el otro habla de los maestros guías. Es decir, los médium, primera fuente de información, no son capaces de ponerse de acuerdo en una teoría de cómo es el otro lado o en qué creer.

Por otro lado, veo que un médium al que respeto muchisimo, que es James Van Praag, tiene resuelto el tema del cielo y su marco de creencias, que es cristiano, de hecho fue seminarista y se dedica solo a la divulgación y a la experimentación con otros médiums. Él no tiene que probarle a nadie sus teorías básicamente porque no tiene que probárselas a si mismo. Y mientras James Van Praag, con su certeza, hace charlas. Tiene varios libros best seller, graba documentales y puede llevar adelante su indagación personal de manera mucho más fácil que la doctora Julie Beischel del WindBridge Institute, quien depende de recolectar dineros penosamente de donaciones o becas para investigación, o del Dr. Gary E. Schwartz, que va a depender de por vida de un escueto presupuesto que la universidad. Y esta el tema de los tiempos, la investigación científica requiere del cumplimiento de protocolos y de hacer y sumar preguntas pequeñas y tesis de trabajo durante años hasta llegar a una respuesta más grande, una hipótesis más formada y muy probada.

Establecí un futuro para Intangible Lab basado en estos dos mundos que giran sobre lo mismo pero tienen formas de materializarse opuestas, el de los médium predicadores y el de las ONG de escasos recursos. Por un lado estaría la investigación y la experimentación, que me encantaban y que se basarían en los métodos de investigación y apoyados y asesorados por estos institutos de Arizona. Por el otro, pondría mis esfuerzos en que la divulgación incluyese ese aparataje de los médium del primer mundo de una serie para televisión, un libro y conferencias. La divulgación iba a generar los recursos para la investigación. Los documentales me permitirían hacer y producir una serie de sesiones con entrevistas posteriores y primer nivel de producción, de las que se nutriría la investigación. Y si bien sabia que eso significaba exponerme a la opinión pública, y eso de verdad no me dejaba dormir, sabía claramente que era la única forma de financiar mi proyecto. Entonces fue cuando empecé por grabar las sesiones y hacer entrevistas posteriores, con la misión de armar un documental con una narrativa que permitiera ser visto por un espectador y no por un científico, o un escéptico o mis padres, o mi psicoanalista.

Y entonces vuelvo al principio de todo, le puse Intangible Lab que fue como ponerle un nombre a mi camino espiritual, asi como alguien puede ponerle "peregrinación a la Meca" al suyo y saca sus pasajes, planifica su viaje y se sube a un avión. Estoy haciendo esto por mi, no por la ciencia, no por los seguidores, estoy respondiendo mis propias preguntas con mis propias respuestas y todo eso se llama Intangible Lab.




* Adaptación de la obra Yo, Medium (Ediciones B: Santiago, 2012). Agradecemos a los editores su permiso para la reproducción en el e-boletin Psi. Corregido y actualizado por Sebastián Lía.

** Graduado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo un Master en la University of California, en Berkeley. Ha trabajado como director creativo y de contenidos en importantes agencias de publicidad, como la BBDO, entre otras. Trabajó para cadenas de TV tales como Megavisión y Chilevisión. Después de una profunda experiencia personal, Lía comenzó a desarrollar sus habilidades como medium “laico”; no asociado a práctica religiosa o doctrina específica. Creó un blog que logró nuclear miles de interesados en el campo conocido como AfterLife (la investigación de la evidencia de vida después de la muerte). Junto a la Universidad de las Comunicaciones (UNIACC) creó Intangible Lab con el objetivo de desarrollar un proyecto de investigación sobre la vida después de la muerte. En 2012, la Televisión Nacional de Chile (TVN) condujo Medium, un ciclo de documentales por TV, que conecta a muchas personas con sus familiares ya fallecidos. Lía también fue invitado a dictar una conferencia en el prestigioso ciclo TED –un foro de divulgación científica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo. Actualmente es coordinador de los talleres “El Vuelo de la Mariposa” en Santiago de Chile, donde lleva a cabo un procedimiento para ayudar a dolientes por la pérdida de un ser querido.


Ensayo II

LAS ALAS DE PSIQUE: EXTENDER LA MENTE MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES DE ALEJANDRO PARRA

Carlos S. Alvarado*

Carlos S. Alvarado
Carlos S. Alvarado
carlos@theazire.org

En este libro, Alejandro Parra psicoterapeuta y parapsicólogo argentino, y expresidente de la Parapsychological Association (2011-2013), presenta una variedad de ensayos publicados en revistas de divulgación popular (Año/Cero, Más Allá, entre otras) sobre temas de parapsicología. Se trata de un libro único en la literatura en lengua español, en contraste con la pobreza teórica y las pocas discusiónes en parapsicología de otros autores latinoamericanos. En Las Alas de Psiqué (Parra, 2014) el autor explica que el primer volumen, representa el "aspecto trascendente, espiritual y transhumano" (p. 15) de la mente. Parra también afirma que: "las habilidades psíquicas son como las alas con las que despliega Psiqué, el personaje mitológico, para asumir el desafío de su otra naturaleza: “Este antiguo mito griego no representa otra cosa que los esfuerzos de los hombres de ciencia por desafiar los límites de sus conocimientos con el fin de comprender otras realidades…" (Vol. 1, p. 15). Además de una introducción y un epílogo, el primer volumen cuenta con 19 capítulos organizados en cuatro secciones: "Haciendo un poco de historia", "Variedades de la experiencia extrasensorial", "El poder de la mente sobre la materia", y "¿Quién le teme a lo paranormal?”

El primer capítulo aborda antecedentes, definiciones, y la importancia del abordaje científico. Parra escribe: "Es difícil predecir un comportamiento parapsicológico […] A pesar de ello, la crisis de la parapsicología no es más que un disfraz de su mutación hacia formas más comprensibles de observación tendiente a ampliar esta realidad, teniendo en cuenta que la psicología en general tiene tantos puntos oscuros en el estudio científico de la consciencia, como los tiene la parapsicología.” (p. 22).

Acto de Presentación de Las Alas de Psiqué en el Museo Roca de Buenos Aires. Alejandro Parra (izq.) es entrevistado por el periodista Horacio Embon, el Sabado 18 de Octubre del 2014.
Acto de Presentación de "Las Alas de Psiqué" en el Museo Roca de Buenos Aires. Alejandro Parra (izq.) es entrevistado por el periodista Horacio Embón, el Sábado 18 de Octubre del 2014.

Hay demasiados capítulos en este primer volumen para enumerarlos a todos, algunos de los que encuentro más interesantes son “De espiritus y mediums en Iberoamérica”, “Psíquicos y videntes excepcionales: Ingo Swann y Eileen Garret”, “Capullos de luz: La experiencia de ver el aura”, “Mentes on line: La unidad de las conciencias para modificar la realidad”, “¿Existe una consciencia global para evitar catástrofes?: El efecto psi del 11 de septiembre”, “No todos los dones son bendiciones: Analizando el film sexto sentido”, entre otros.

El segundo volumen también contiene 19 capítulos, sin contar la introducción y el epílogo. Al igual que en el volumen 1, tiene secciones que tratan sobre "La variedad de las experiencias espontáneas" (por ejemplo, el impacto de las experiencias psíquicas en la primera infancia y una entrevista con Larry Dossey sobre experiencias premonitorias) y "El poder de la mente sobre la materia" (por ejemplo, fenómenos con San Juan Bosco y anécdotas con la medium Eusapia Palladino). Otros capítulos se agrupan en una sección titulada "La muerte no es el fin." Esta última incluye experiencias cercanas a la muerte, materializaciones, experiencias paranormales con asociadas al trasplante de órganos, y niños que recuerdan vidas anteriores. Este segundo volumen termina con una entrevista a Charles Tart.

Algunos de los aspectos sobresalientes de ambos volúmenes son la combinación de trabajos experimentales y no experimentales, y la discusión de otros fenómenos controvertidos e inusuales, como por ejemplo, materializaciones, combustión espontánea, aparición y desaparición de objetos, raps, arte mediúmnico, y una imagen sangrante de Cristo. Rara vez, los autores contemporáneos en parapsicología discuten estos termas, pero suelen ser publicados aquí y allí. Incluso me gustó el capítulo sobre médiums en Ibero América, que incluye casos en Brasil y en Argentina. El autor evita entrar en controversias y no avala muchos de estos controvertidos fenómenos, limitándose simplemente a presentar el tema. Esto se puede apreciar a lo largo de toda su lectura, por ejemplo, en particular, el capítulo sobre raps y vidas pasadas en el volúmen 2. En el caso de pinturas de los médiums, Parra planyea las dificultades de decidir entre las posibles explicaciones de entes desencarnados o habilidades subconscientes de los médiums. Parra dice que el resultado es una "pregunta que quedará abierta y sin resolver, como el debate filosófico de los filósofos monistas/dualistas, creyentes/ateos, materialistas/espiritualistas" (Vol. 2, p. 184). También presenta explicaciones convencionales que muchos investigadores sugieren para algunos fenómenos, como se puede leer en su capítulo sobre orbs del segundo volumen.

Las Alas de Psiqué: Extender la mente más allá de los límites. 2 vols.) de Alejandro Parra.
Las Alas de Psiqué: Extender la mente más allá de los límites. 2 vols.) de Alejandro Parra.

El autor presenta críticas formuladas por algunos investigadores y explicaciones sobre tales fenómenos, por ejemplo, en el capítulo sobre las controversiales materializaciones del medium Kai Muegge, reconoce las preocupaciones de algunos investigadores, pero no presenta las objeciones específicas de Stephen Braude o Michael Nahm, quizás porque este libro estaba en prensa cuando estos artículos estaban a punto de ser publicados en la revista Journal of Scientific Exploration. Curiosamente, Parra no incluye sus propias observaciones de los fenómenos que tampoco tuvo posibilidad de controlar y que fueron publicados en otra parte (ver e-boletin Psi http://www.alipsi.com.ar/e-boletin/E-BOLETIN%20PSI_Vol.9_No.1_Enero_2014.htm#tit04). En otras ocasiones, Parra incluye estudios de su propia investigación. Este es el caso del debate sobre auras (Vol. 1, p. 130) y la investigación con el psicomanteum (Vol. 2, pp. 167-168, pp. 170-171). En el capítulo sobre desaparición de objetos, presenta una encuesta efectuada a 560 estudiantes de psicología, a quienes pregunta: "Ha tenido la experiencia de dejar un objeto (por ejemplo, un llavero o un reloj) en un lugar determinado y cuando miró por ello más tarde, no pudo encontrarlo, pero tiempo después lo encontró en el mismo sitio donde lo dejó a pesar de haber observado ese lugar varias veces?" (Vol. 2, p. 88). Parra encontró que el 46% de los encuestados tuvo esta experiencia, y que el 47% no encontró nada inusual sobre el evento. Sólo el 5% tomó seriamente en cuenta una explicación paranormal.

En la discusión sobre psicomantheum antes mencionada, en base a la investigación de Raymond Moody, Parra resume el estudio conducido con su colega Jorge Villanueva en el que estudió la posible percepción extrasensorial bajo la condición psicomanteum y una condicion “control”. Cada uno de sus sujetos pasó por dos condiciones. Allí encontraron más aciertos bajo la condición psicomanteum (mirar un espejo mientras se observa una imagen objetivo a distancia) que bajo una condición no psicomateum. Sin embargo, la razón de la diferencia no está clara en el sentido de si los efectos cognitivos reales producidos por el psicomanteum producen percepción extrasensorial, o si es producto del efecto de las expectativas que genera la experiencia en si misma. Algunas de las opiniones de Parra se presentan en el epílogo del primer volumen titulado "La era de la revolución de la conciencia ha llegado", donde presenta una visión general en las últimas décadas, incluyendo el trabajo con el ganzfeld y la actividad geomagnética. Parra cree que la parapsicología ha demostrado claramente la existencia de la percepción extrasensorial y la psicokinesis, y que está a la vanguardia del pensamiento respecto a cuestiones importantes. En su opinión, esta investigación nos lleva a la situación en la cual "la ciencia debe admitir que estos hallazgos deben ampliar (tal vez espiritual, tal vez no física) la naturaleza del hombre" (Vol. 1, p. 241). La parapsicología, afirma Parra, puede tener profundas implicaciones para otras ciencias, y pueden desafiar nuestras ideas acerca del ser humano y el sentido de su vida.

Desde un punto de vista crítico, un problema general con este libro es que el autor menciona a muchos investigadores e investigaciones, y presenta citas pero no proporciona referencias, algo que podría ayudar a aquellas personas interesadas en aprender más sobre el tema y estudiar la literatura por sí mismos. Esto se aplica a sus propios estudios a lo largo del libro. Hay una bibliografía de libros al final de cada volumen (la misma lista en ambos), pero habría sido mejor proporcionar la fuente de los artículos de investigación mencionados. Aunque el libro se dirige al público en general siempre hay personas curiosas que podrían beneficiarse con las fuentes originales si quieren seguir el tema con más profundidad. Las Alas de Psiqué es una interesante colección de ensayos de una amplia gama de temáticas escrito de manera seria, no técnica; que nuclea información al público interesado en la investigación parapsicológica internacional general. Esto, como se señaló antes, no es común en la literatura en lengua española, lo cual incrementa el valor de la contribución de esta obra.


Referencias

Parra, Alejandro (2014). Las Alas de Psiqué: Extender la mente más allá de los límites. 2 vols.) Buenos Aires: Antigua (Vol. 1, Pp. 247 pp., Vol. 2, Pp. 243). ISBN 978-987-3707-03-2). La obra puede adquirse a traves del autor (email: rapp@fibertel.com.ar) o el editor (email: juanmcorbetta@yahoo.com.ar).




* Este ensayo ha sido originalmente publicado en inglés para el Journal of Scientific Exploration, Vol. 28, No. 4, pp. 697–700, 2014. Traducido del inglés por Jorge Villanueva. Agradecemos a su Editor Stephen Braude su gentileza al permitir su reproducción en la e-boletín Psi.

** Presidente de AZIRE (The Alvarado Zingrone Institute for Research and Education (AZIRE). Su trabajo se ha centrado en investigaciones basadas en encuestas (experiencias fuera del cuerpo y otras experiencias psíquicas) y estudios sobre historia de la investigación psíquica. Alvarado es miembro del Consejo Editor del Journal of Near-Death Studies, Journal of the Society for Psychical Research, y Editor Asociado del Journal of Scientific Exploration. Ha recibido el Premio a la Contribución de Excelencia 2010 de la Parapsychological Association y el Premio Harold Sherry Crasilneck por el Mejor Estudio sobre Hipnosis publicado en la American Journal of Clinical Hypnosis. Alvarado ha sido uno de los editores de Research in Parapsychology 1993 (Lanham, MD: Scarecrow Press, 1998). Su labor científica y académica ha sido publicado en revistas de psicología, psiquiatría, y parapsicología.


Revista de libros
BRODERICK, Damien y GOERTZEL, Ben (2015). Evidence for Psi: Thirteen empirical research reports. Jefferson, NC: McFarland. Pp. 332. ISBN: 978-0-7864-7828-6.

“Psi es el término empleado por los investigadores para una variedad de fenómenos psíquicos bastante escurridizos” –declaran los autores de Evidence for Psi: Thirteen empirical research reports.[Evidencia de Psi: Trece ensayos de investigación empírico] Esta colección de ensayos representan un estudio de la evidencia de la existencia de psi a nivel científico, incluyendo la precognición y la visión remota (conocimiento del futuro o eventos que no se pueden deducir de la información presente), el presentimiento (respuestas fisiológicas a estímulos que no han ocurrido aún), el efecto de la emoción humana a nivel global sobre dispositivos dispersos por todo el mundo, el posible impacto de la hora local sideral sobre la habilidad psi, y la “sensación de saber” quién está llamando por teléfono. El cuerpo de investigación psi, aunque complejo y frustrante, demuestra tener pruebas positivas suficientemente convincentes para persuadir a científicos de mente abierta a evaluar la realidad de psi. En la Introducción, los autores escriben diversas teórias, aunque todavía bastante especulativas. Sin embargo, para comprender la conexión entre psi y la física teórica, o la conexión entre psi y otras disciplinas, como las neurociencias y la psicología cognitiva, primero es necesario comprender que es realmente psi. El objetivo de este libro es sintetizar algunos de estos trabajos, tratando de abordar a psi desde una perspectiva experimental, desde la ciencia convencional. La investigadores escriben una serie de ensayos de un subconjunto de estudios científicos, describiendo experimentos relativamente recientes. El libro está dirigido a un público neófito racional, aunque inteligente y de mente abierta. El lector debe tener un conocimiento básico del método científico y un poco de conocimiento técnico para comprender ciertos datos estadísticos elementales. Pero para los lectores con este conocimiento, estos ensayos representan una clara revisión de los aspectos más relevantes de la extensa literatura experimental en cuanto a los fenómenos psi. El editores dicen en la introducción que: "A fin de cuentas, a nuestro juicio, la interpretación más directa y objetiva del corpus de datos disponibles es que psi es probablemente un fenómeno extraño, aunque real… la evidencia de psi habla por sí misma si uno se toma el tiempo para leer acerca del tema.” De hecho, como tal, es el tipo de libro en parapsicología necesario para divulgar los trabajos de investigación –tanto dentro como fuera de la parapsicología. Algunos de los principales capitulos que encontraremos han sido escritos por autores de prestigio, tales como Importancia de la Estadística en la Investigación Mente-Materia (Jessica Utts), Actividad fisiológica que parece anticipar eventos futuros (Julia Mossbridge), Respuesta anticipatoria anómala de conductancia de la piel a estímulos acústicos (Edwin C. May y Zoltán Vassy), Ganzfeld y percepción extrasensorial (Bryan J. Williams), Telepatía en relación con llamadas telefónicas, mensajes de texto y E-Mails (Rupert Sheldrake), El Laboratorio PEAR (York Dobyns), El Proyecto de Conciencia Global (Roger Nelson) Psi y Medio Ambiente: Local Tiempo Sideral y efectos geomagnéticos (James Spottiswoode) y Respuestas a escépticos de la investigación psi: El futuro de la Investigación (Ted Goertzel y Ben Goertzel).



HUNTER, Jack & LUKE, David (2014). Talking with the Spirits: Ethnographies from Between the Worlds.. Jefferson, NC: MacFarland. Pp. 364. ISBN: 978-0987-42244-6.

Esta colección de ensayos editados por Jack Hunter y David Luke, Talking With the Spirits [Hablando con los espíritus] es un estudio transcultural de la mediumnidad. Los autores que contribuyeron a esta obra abarcan una amplia gama de contextos etnográficos, desde sesiones de espiritismo en el Reino Unido a rituales de auto-flagelación en Singapur y Taiwán; desde la incorporación de espíritus en la selva amazónica hasta las lecturas psíquicas en redes sociales on line. Cuando se considera esta perspectiva tan amplia, el libro pone de relieve tanto la variedad de manifestaciones culturales específicas de comunicación con los espíritus asi como las características transculturales clave de sus procesos nucleares y experiencias subjetivas. En lugar de intentar reducir o inhibir esas experiencias, los autores de esta colección las toman seriamente en cuenta y exploran sus efectos a nivel individual, social y cultural. Cada autor discute la mediumnidad en diferentes partes del mundo, por ejemplo, en África, Brasil, Canadá, China, Cuba, y Gran Bretaña. El libro es altamente recomendable, sobre todo para aquellos que quieren tener una visión de las manifestaciones mediúmnicas en diferentes culturas. Además de lo antropológico, los ensayos tienen mucho que ofrecer a los interesados en parapsicología, psicología y sociología. Por otra parte, los autores dicen mucho acerca de las diversas manifestaciones de la mediumnidad, ilustrando la complejidad del fenómeno. La diversidad de mediums analizados permite, discernir lo que podrían ser las características universales o cuasi-universales de la mediumnidad, como por ejemplo, el rol de un espíritu control o un estado alterado de conciencia, respectivamente. También hay mucho que aprender respecto a las actitudes del investigador para el estudio de lo que algunos ven como patología, desde la creencia al escepticismo, y todos los matices intermedios, por no mencionar el horquillado de realidad de lo paranormal hasta centrarse en las perspectiva puramente antropológica del fenómeno. Talking with the Spirits es muy necesaria para la literatura actual sobre la mediumnidad, que nos ayudará a ampliar nuestra mirada acerca de las manifestaciones de este fascinante fenómeno. Jack Hunter es antropólogo social graduado por la Universidad de Bristol y su investigación aborda la etnografía del trance y la mediumnidad contemporánea en, Inglaterra, centrada en temas de personalidad y estados alterados de conciencia. En 2010, fundó la revista Paranthropology: Journal of Anthropological Approaches to the Paranormal' como una forma para promover un diálogo interdisciplinario entre antropología e investigación paranormal. Además, es autor de Why People Believe in Spirits, Gods and Magic (2012) [¿Por qué la gente cree en espíritus, dioses y Magia], una introducción al estudio antropologico de lo sobrenatural.



Rock, Adam J. (2014). The Survival Hypothesis: Essays on mediumship. Jefferson, NC: McFarland. Pp. 320. ISBN: 978-0-7864-7220-8.

La parapsicología contemporánea tienden estar más preocupada por la percepción extrasensorial (telepatía, clarividencia, precognición) y psicokinesis, pero esta antología hacel a diferencia. Rock nucleó a un equipo de expertos a nivel internacional en psicología, parapsicología, filosofía, antropología y neurociencia para examinar críticamente lo que se conoce como la hipótesis de la supervivencia: la posibilidad de que aspectos de nuestra personalidad (por ejemplo, la conciencia) persiste a la muerte del cuerpo físico. La hipótesis de la supervivencia está restringido al fenómeno de la mediumnidad; esto es, la capacidad de los seres humanos de comunicarse con seres fallecidos. Este libro se ha dividido en cuatro secciones: “Explicación y creencias”, “Cultura, Psicopatología y Psicoterapia”, “Enfoques empíricos”, y “Presente y futuro”. El problema de la supervivencia postmortem es extremadamente relevante para todos porque en la realidad espacio-temporal el encuentro con la muerte es –en efecto– una certeza. Algunos de los capítulos más relevantes son el abordaje filosófico de la mediumnidad (Stephen E. Braude), explicaciones de mediumnidad no parapsicológicas (Chris A. Roe y Elizabeth C. Roxburgh), la interpretación escéptica de la mediumnidad (Krissy Wilson), laa psicología de la creencia en la comunicación pos–mortem (Tony Jinks), aspectos culturales de la personalidad, creencias y estrategias atencionales en mediumnidad (Joan H. Hageman y Stanley Krippner), chamanismo y mediumnidad (Rafael G. Locke, Adam J. Rock y Roger N. Walsh), mediumnidad y psicopatología, mediumnidad y psicoterapia (Raphael G. Locke), la investigación cuantitativa de la mediumnidad (Julie Beischel y otro capitulo excelente del mismo abordaje de Kylie Harris y Carlos S. Alvarado), Neurociencia del trance mediúmnico (Julio Peres, Alexander Moreira-Almeida y Leonardo Caixeta), mediumnidad y parapsicología (Julie Beischel, Mark Boccuzzi y Edwin C. May), y un debate sobre el futuro de la investigación de la mediumnidad con todos los co-autores del libro. Adam J. Rock es profesor de la Escuela de Conductual, Cognitiva y Ciencias Sociales de la Universidad de Nueva Inglaterra, Armidale, en New South Wales, Australia. May, Edwin C. & Marwaha , Sonali Bhatt (2014). Anomalous Cognition: Remote viewing research and theory. Jefferson, NC: McFarland. Pp. 444. ISBN: 978-0-7864-9458-3. La cognición anómala es la adquisición de información emergente desde un punto distante en el espacio-tiempo, bloqueado para el sistema sensorial normal por la distancia, y el aislamiento físico y temporal. Entre 1975 y 1995, Edwin May fue contratado para dirigir el programa científico, y más tarde, el programa de espionaje psíquico del Gobierno de los Estados Unidos, conocido como StarGate. Con el cierre de este programa, la investigación ha continuado en Laboratories for Fundamental Research, en Palo Alto, en areas tales como metodología y análisis, estudios neurofisiológicos, evaluación de personalidad, física de la cognición anómala, y la psicoquinesis. Las conclusiones después de más de 35 años de investigación se pueden resumir en los siguientes puntos: que la percepción extrasensorial existe; que la pendiente de entropía de Shannon es el factor clave para la transferencia de información; que debido a la naturaleza de esta habilidad, el fenómeno se resiste hasta ahora al entrenamiento y mejoramiento (su replicación no producirá mayores resultados), y que las pruebas de psicokinesis son cuestionables Este libro presenta el estado del arte sobre los métodos de investigación, fisiologia, la teoría del aumento de la decisión, entropía, entre otras investigaciones y modelos de interpretación.




* Jorge Villanueva fue redactor en Jefe de la Revista Argentina de Psicología Paranormal (1990-2004), Secretario del Instituto de Psicología Paranormal, Asoc. Civil, y becario de la Fundación BIAL. Es autor y traductor de artículos sobre historia de la parapsicología, investigación ganzfeld, y psychomanteum publicados en la RAPP y Journal of the Society for Psychical Research. Ha sido expositor en varias conferencias de parapsicología en Buenos Aires. Es miembro de la Asociación Iberoamericana de Parapsicología. Tiene particular interés en el estudio de los psíquicos y sus estrategias para estimular psi bajo condiciones de laboratorio, y la biografía de psíquicos e investigadores. Actualmente colabora en el proyecto SIPSI para crear la más completa base de datos en parapsicología en español.
Jorge Villanueva.
Por Jorge Villanueva*.
jovillanu@yahoo.com.ar
 Evidence for Psi: Thirteen empirical research reports
Evidence for Psi: Thirteen empirical research reports
Talking with the Spirits: Ethnographies from Between the Worlds.
Talking with the Spirits: Ethnographies from Between the Worlds.
The Survival Hypothesis: Essays on mediumship
The Survival Hypothesis: Essays on mediumship
Noticias

DIPLOMATURA UNIVERSITARIA EN PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL 2015
Organizado por el Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), Alejandro Parra y un equipo docente invitado, iniciará la versión 2015 de la Diplomatura Superior en “Psicología Transpersonal: Modelos teóricos y aplicaciones de la orientacion psicologica a las practicas espirituales” (versión anterior Psicoterapia y Espiritualidad en 2014). El propósito del este programa es –entre otros– evaluar las variedades de las experiencias espirituales e integrar sus hallazgos en teoría, investigación, educación y práctica clínica, analizar los descubrimientos y las interpretaciones de la psicología de las prácticas espirituales y su incorporación al cuerpo de la psicología clínica convencional, presentar una diversidad de experiencias que pueden aparecer en individuos sin que estén acompañados de indicadores de disfunción psicológica o médica, enseñar estrategias generales para interactuar con los pacientes que describen experiencias religiosas/espirituales, y desarrollar métodos de exploración e investigación. Algunos de los temas del programa son: La espiritualidad en la sesión terapéutica, espiritualidad como un proceso de cambio, el aspecto cognitivo-existencial de la espiritualidad, experiencia religiosa y teorías antropológicas de la religión, trastornos psiquiátricos y espiritualidad, afrontamiento religioso espiritual del duelo, integración de la religión y la espiritualidad en la psicoterapia, el abordaje psicoanalítico de las experiencias místicas y/o religiosas, abuso emocional y manipulación psicológica en grupos pseudo-espirituales, modelos cognitivos en tradiciones religiosas, Mindfulness y budismo, mediumnidad y obsesión espírita, y prácticas y herramientas facilitadoras del desarrollo espiritual. La Diplomatura comenzará el día Sábado 11 de Abril (un módulo mensual, los Sábados), y continuará durante ocho encuentros hasta el Sábado 29 de Noviembre. El curso se dictará en Av. de Mayo 776, 4to Piso (Subte Línea “A”, Est. Piedras), en el rango horario de 9 a 18hs. (con intervalo para almuerzo). Para inscripciones completar el formulario on-line: http://www.alipsi.com.ar/cursos.asp?id_curso=25




TECNICATURA SUPERIOR EN “SABERES ALTERNATIVOS” 2015: CONOCIMIENTOS MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN
El Instituto de Psicología Paranormal comenzará el curso bi-anual: “Saberes Alternativos: Conocimientos más allá de la razón” a cargo de Alejandro Parra, de dos años de duración, cuyo eje central gira en torno a temas tales como sensibilidad psíquica, radiestesia, sanación psi, energías sutiles y aura, transcomunicación instrumental, reencarnación y terapia de vidas pasadas, premoniciones, y sensibildiad psíquica, (durante 2015), y el segundo año (en 2016), que continúa con temas tales como interpretación de los sueños, meditación, estados hipnagógicos, ganzfeld y psicomanteum, hipnosis, experiencias fuera del cuerpo, mediumnidad, y aplicaciones terapéuticas y orientación en psicología transpersonal. Este programa está destinado a nuclear personas interesadas en trabajar en estas sabidurías y técnicas, revisar aspectos teóricos y conceptuales –por la mañana– y tomar parte de experiencias destinadas a llevar a cabo ejercicios vivenciales basados en estos temas –por la tarde. “Saberes Alternativos” propone un legítimo desafío intelectual, que incluye textos (en pdf), artículos y libros en formato pdf, y proyección de material audio-visual en PowerPoint. También se pueden tomar módulos independientes. El inicio de la actividad será a partir del día Sábado 11 de Abril del 2015, de 10 a 18hs. Para mayor información ver: http://www.alipsi.com.ar/cursos.asp?id_curso=17




CURSO SALUD MENTAL, ESPIRITUALIDAD Y PSICOTERAPIA ONTOLÓGICA
Auspiciado por la Sociedad Científica Argentina comenzará el 13 de Marzo del 2015 el curso “Salud Mental y Espiritualidad. Psicoterapia Ontológica”. Destinado a profesionales y/o todos los interesados en la temática. El concepto de espiritualidad ha sido sistemáticamente excluido del estudio de la salud mental, y desterrado del campo de la psiquiatría. Términos como emergencias o crisis espirituales y evolución espiritual son ignorados por médicos y psicólogos en general. Además, la brevedad del tiempo en las entrevistas diagnósticas impide entender la diversidad étnica, religiosa y/o espiritual de los pacientes ignorando su importancia para la comprensión del ‘otro cultural’. Abandonando la mirada dualista y reduccionista de la psiquiatría convencional y del psicologismo a ultranza. Desde la psicología ontológica concebimos al Ser Humano como una totalidad que abarca aspectos somáticos, psíquicos, socioculturales y espirituales, que comprende al ser humano como ser multidimensional, donde cuerpo-mente-cultura e historia personal confluyen en un momento dado determinando su estado actual. El curso estará a cargo de la psiquiatra Raquel Inés Bianchi y Sergio Fuster, consta de diez módulos, entre ellos, la integración de la espiritualidad en la práctica clínica, herramientas asistenciales para el abordaje psicoespiritual del paciente; psicoterapia, consejería, acompañamiento espiritual, sistemas psicoterapéuticos, espiritualidad, y el fenómeno religioso y neurociencias. Para mayores informes e inscripción: raquelibianchi@yahoo.com




EXPERIENCIAS PARANORMALES EN ENFERMERAS Y SUS PACIENTES: NUEVO PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
¿Alguna vez tuvo una experiencia paranormal, espiritual o trascendental, mientras trabajaba como enfermera o un servicio de salud público? Esta pregunta será clave en un próximo proyecto de investigación que comenzará en Abril del 2015. En la práctica de la enfermería abundan relatos y anécdotas de diferentes tipos de experiencias anómalas, tales como apariciones, "coincidencias" significativas, visiones en pacientes hospitalizados que están por morir. Las enfermeras son testigos privilegiados del testimonio de pacientes –o incluso ellas mismas– que relatan, por ejemplo, la “lucidez espontánea” de moribundos, momentos antes de la muerte. Otros enfermeros describen haber visto luces, cambios inexplicables de la temperatura ambiente; relojes que se detienen sin causa aparente, vapores, nubecillas o luces que escapan de los cuerpos de los pacientes en el instante de la muerte. El Instituto de Psicología Paranormal planea reclutar personal de enfermería dispuesto a cooperar con un nuevo proyecto de investigación destinado a recabar información sobre tales experiencias en hospitales en Buenos Aires, Argentina. Si usted es médico, personal de enfermería y conoce casos o testigos de tales casos, nos interesa mucho contactarle. Aunque se han producido muchos documentales en TV, y algunos libros y noticias periodísticas en los medios de prensa, nuestro proyecto planea analizar las variables psicológicas y perceptuales en relación con tales testimonios y el seguimiento de algunos de estos casos, sus protagonistas y la legitimidad del testimonio. Para mayores informes contactar a Alejandro Parra y completar el cuestionario en http://www.alipsi.com.ar/encuesta_ambitos_hospitalarios.asp




CURSO ABIERTO DE PARAPSICOLOGÍA ON-LINE [PARAPSYCHOLOGY MASSIVELY OPEN ONLINE COURSE, MOOC]
Alvarado Zingrone Institute for Research and Education (AZIRE) dirigido por Nancy Zingrone y Carlos S. Alvarado coordinará el Primer Curso On–Line de Parapsicología, desde la plataforma de enseñanza de medios de comunicación social www.WizIQ.com, a partir del Lunes 5 de enero al Viernes 14 de febrero del 2015. Esta plataforma cuenta con casi 3.5 millones de profesores y estudiantes en todo el mundo, y el curso ya tiene casi 600 inscriptos. Este curso será organizado en una plataforma virtual de enseñanza/aprendizaje co-organizado por Lisette Coly Presidente de la Parapsychology Foundation conocida como Massively Open Online Course (MOOC) de inscripción libre y abierta, que alcanza la mayor audiencia posible, con presentaciones de alta calidad. El primer MOOC de Parapsicología 2015, focalizará cuatro áreas, a saber (1) parapsicología experimental y no experimental, (2) Modelos teóricos, (3) interacciones con otras ciencias, y (4) educación universitaria. El calendario integra 22 expositores invitados invitados. La PF extenderá certificados a todos los asistentes que participen activamente en la mayoría de las clases, con la presentación de un trabajao final sobre el total de 10 encuentros on-line Algunos de los expositores ya confirmados son Stephen Braude, Richard Broughton, Jeffrey Kripal, Fátima R. Machado, Alexander Moreira-Almeida, Roger D. Nelson, Alejandro Parra, Dean Radin, y Chris Roe. Para mayor información contactar a Carlos S. Alvarado (email: carlos@theazire.org)
Revistas recibidas

Il Mondo del Paranormale. Vol.13, No.3, Junio 2013.
Journal of Spiritual and Consciousness Studies. Vol.37, No.4, Octubre 2014.
Journal of the Society for Psychical Research. Vol.78.3, No. 916, Julio 2014.
Journal of the Society for Psychical Research. Vol.78.4, No.917, Octubre 2014.
Luce e Ombra. Vol.114, No.3, Julio 2014.
Parapsykologi: Forskning och Nyheter. No.73, Septiembre 2014.
Parapsykologi: Forskning och Nyheter. No.74, Noviembre 2014.
The AIPR Newsletter. Vol.8, No.2, Septiembre 2014.
Journal of Parapsychology. Vol.78, No.1, Primavera 2014.
Query: La scienza indaga i Mysteri. No.19, Otoño 2014.
Constancia. Vol.137, No.3225, Julio 2014.



E-BOLETÍN PSI. Vol.10, No.1, Enero 2015

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Colaboran en este número
Carlos S. Alvarado, Sebastián Lía, Noelia S. Padin, Alejandro Parra, Soledad Quereilhac, Lance Storm, Mauro Vallejo y Jorge Villanueva.
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